La Joven Dama Renace: Restauración y Reflexión sobre un Ícono del Renacimiento en Milán

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El Renacimiento italiano tiene tres ciudades en la cúspide del desarrollo económico, político y militar, cada una de ellas ha dejado huellas imborrables a través del arte y la cultura.

Roma, cuyo poder residía en la Iglesia Católica y en la figura del Papa, no era solo la máxima autoridad religiosa, sino también una potencia política y militar. En este contexto, familias influyentes como los Borgia y los Colonna jugaron papeles clave en una escena marcada por alianzas estratégicas, intrigas palaciegas y, en muchos casos, el nepotismo. La influencia del Papa, como jefe de los Estados Pontificios, trascendía fronteras y abarcaba gran parte de Europa, reforzando la centralidad de Roma como un poder espiritual y temporal.

Florencia, se destacó por su poder económico, fundamentado en la banca, que le permitió influir en la política y el desarrollo cultural. La familia Medici, una de las más destacadas, se consolidó como mecenas de grandes artistas como Miguel Ángel, Botticelli y Leonardo da Vinci, así como de destacados pensadores renacentistas. Florencia era una república oligárquica, donde los Medici dominaban el poder mediante la diplomacia y la riqueza, creando un entorno donde la cultura y las artes florecieron.

Milán, en cambio, manifestaba una personalidad distinta, que aún se mantiene hoy en día. La familia Sforza es su símbolo más representativo, una dinastía que no descendía de ningún poder tradicional, sino que surgió de la fuerza, el pragmatismo y la habilidad, en este caso militar. El origen de su ascenso se encuentra en Muzio Attendolo, de orígenes humildes, un exitoso condottiero (mercenario) que trabajó para diversas facciones en conflicto. Gracias a su destreza en el campo de batalla, adoptó el apellido Sforza, que significa «Fuerza». Esta reputación ganada le permitió ascender en el poder.

Su hijo, Francesco Sforza, consolidó a la familia en la cúspide del poder milanés. Francesco trabajaba para la familia Visconti, que gobernaba Milán. A la muerte de Filippo María Visconti, quien no dejó herederos varones, estalló una crisis sucesoria que se resolvió con el matrimonio con Bianca Maria Visconti. En 1450, se proclamó Duque de Milán, fundando una dinastía que gobernaría la ciudad por décadas. Su gobierno se destacó por su fuerza militar, su capacidad estratégica y su apoyo a las artes y la cultura, consolidando a Milán como uno de los centros más importantes del Renacimiento.

La figura de Francesco Sforza representa al «hombre hecho a sí mismo», quien, gracias a sus propias capacidades, alcanza las cimas del poder. Este dinamismo y espíritu de autosuperación y pragmatismo son aún características distintivas de Lombardía, con su capital Milán.

El matrimonio entre Francesco y Bianca Maria Visconti, hija ilegítima del duque, fue parte de un acuerdo cuidadosamente planeado. Aunque Bianca María fue prometida a Francesco cuando era solo una niña de cinco años, el Duque de Milán Filippo María ofreció a Stefano como anticipación de dote, tierras en Cremona, Castellazzo e Bosco Frugarol, el matrimonio se celebró cuando ella cumplió 16 años, un 25 de octubre de 1441, respetando los tiempos y la voluntad de ambas familias. La boda, que tuvo lugar en Cremona, no solo selló una importante alianza política, sino que dio origen a una tradición local que perdura hasta hoy: la conmemoración del enlace con la famosa “Festa del Torrone” de Cremona. Este dulce típico ha pasado de ser un simple producto de ocasión a un símbolo histórico, permitiendo a las generaciones actuales no sólo recordar, sino también revivir la historia de los Sforza a través de un dulce que ha sobrevivido al paso del tiempo. Así se forman en Italia las tradiciones, mediante el entrelazamiento de hechos históricos y productos culturales, creando un apego que conecta el pasado con el presente de manera tangible y significativa.

Construido en 1450, decorado por Leonardo da Vinci e por Bramante. Hoy alberga varios Museos.

Piero del Pollaiolo y sus Cuatro Damas

El hecho de que Bianca Maria Visconti, con tan solo 16 años, esperara en el altar la llegada de Francesco Sforza para su matrimonio, no debería sorprendernos. Era una época marcada por el poder militar y las constantes luchas entre ciudades-estado como Venecia, Florencia, Nápoles, y otras potencias. Traiciones, conjuras y guerras definían el panorama, lo que confinaba a las mujeres al ámbito doméstico, apartándolas de la vida pública.

Con el florecimiento de las artes, el ideal femenino se trasladó a las pinturas y retratos, donde no siempre se representaba a la verdadera protagonista, sino más bien la imagen idealizada que el comitente deseaba proyectar. En ese contexto, Piero del Pollaiolo, junto con su hermano Antonio, sobresalieron por su talento en la pintura, la escultura y la orfebrería, además de su profundo interés por la anatomía humana, reflejado en obras como el “Martirio de San Sebastián”.

Hacia el final de su vida, Piero incursionó en el retrato, especialmente para la nobleza, donde su nombre quedó vinculado a comitentes de alto rango. Aunque su verdadero apellido era Benci, ambos hermanos fueron conocidos como “Pollaiolo” o «Gallinero» por el oficio de su padre. A pesar de este humilde origen, lograron ascender social y económicamente, no como nobles, pero sí como figuras destacadas que alternaban con ellos.

Piero retrató a cuatro damas, cuyas identidades permanecen en el misterio. Cada una, sin embargo, comparte rasgos comunes: el perfil rígido, distante  e idealizado, los lujosos vestidos y una joya discreta, sin aretes (algo que llegaría después del descubrimiento de América). Estas damas, lejos de ser simples retratos, representan el ideal de comportamiento para las mujeres de la época: sumisas, virtuosas y reservadas. Fueron una escuela y un “must” de comportamiento y de disciplina femenina. Estas damas son, por orden genealógico, las siguientes:

La Dama del Metropolitan Museum en Nueva York (1465) es la más serena y sumisa, su belleza es austera y su postura revela una leve joroba, lo que podría indicar un rechazo a ocultar su defecto.

La Dama de la Galleria degli Uffizi (1470) es la más viva de todas, con una leve sonrisa en los labios y una mirada cálida que transmite mayor vitalidad. Lleva un sencillo collar de perlas.

La Dama del Museo Poldi Pezzoli en Milán es la más rígida, con una postura casi escultórica. Su cuello grueso y fuerte en comparación con su viso, podría interpretarse como símbolo de una fuerza interna, aunque su expresión carece de vida.

La Dama de la Gemäldegalerie en Berlín, la más adornada con joyas de esmeraldas y oro, sugiere una posición social elevada y es el último de los retratos de Piero.

Tendrían que pasar más de 20 años para el Descubrimiento de América. En contraste con estas damas europeas, las mujeres andinas precolombinas, en la misma época, tenían otra estructura, los hombres eran el ejercito que abría paso bajo la dirección de las mujeres que eran estrategas y luego eran ellas las que se ocupaban de incluir a las nuevas culturas al Imperio.

El contraste entre las damas renacentistas europeas y las mujeres andinas no solo refleja diferencias estéticas, no predominaba el culto a la belleza. En Europa, los retratos de Piero del Pollaiolo muestran a mujeres idealizadas como modelos de sumisión y obediencia, reflejo de una sociedad donde el poder se centraba en los hombres. La sociedad precolombina y la incaica seguía los principios de «Ama sua, ama llulla, ama quella»: no seas mentiroso, no seas ladrón, y no seas holgazán en paridad. Las mujeres incas ocupaban roles activos y estratégicos en la diplomacia y la política del Imperio, gestionando el poder desde una perspectiva integradora.

Con la llegada de la cultura occidental, este sólido cuerpo se quebró cuando los españoles, siguiendo las normas patriarcales de su tiempo, se negaron a dialogar con las mujeres, limitándose a negociar solo con los hombres. Esto desató una serie de desencuentros e incomprensiones, y surgió la clásica competencia masculina basada en la desconfianza y el egocentrismo, lo que contribuyó al desmoronamiento del Imperio Inca. Los españoles aplicaron su consuetudinaria estrategia europea de matrimonios políticos para formar alianzas y apoderarse de bienes, tanto muebles como inmuebles, consolidando así su dominio en los territorios recién conquistados.

La Joven Dama del Pollaiolo en el Museo Poldi Pezzoli y su restauración

El cuadro de la Joven Dama, símbolo del Museo Poldi Pezzoli de Milán, ha capturado la atención tanto de visitantes como de expertos en arte desde su adquisición. Gian Giacomo Poldi Pezzoli, el fundador del museo, lo compró por su intrínseca belleza renacentista y su vínculo con la tradición pictórica italiana. La obra encarna la finura y el detallismo del arte de Piero del Pollaiolo, un pintor clave en la evolución del retrato femenino en Italia. Poldi Pezzoli, un apasionado coleccionista y amante del arte del Renacimiento, seleccionó este cuadro como parte de su visión de reunir las más excelsas obras del arte italiano en su museo.

Recientemente, el equipo de expertos que restauró el políptico de Piero della Francesca ha examinado el estado de la Joven Dama utilizando las más avanzadas técnicas de restauración, les permitió obtener una visión profunda del estado interno de la pintura. Durante este proceso, se descubrieron elementos que requerían una intervención inmediata para preservar la obra. Factores como la humedad y el desgaste natural habían comenzado a afectar la pintura, y se concluyó que una restauración era necesaria para garantizar su preservación y devolverle su esplendor original.

La restauración se llevará a cabo con técnicas no invasivas, garantizando que los detalles delicados de la pintura, como los colores y las texturas, se mantengan intactos. Este esfuerzo no solo protegerá la pintura para futuras generaciones, sino que también permitirá descubrir detalles ocultos que solo las más avanzadas tecnologías pueden revelar.

Lo más insólito es que la restauración se realizará «en vivo», los visitantes tendrán la oportunidad única de observar de cerca las fases de la intervención de conservación, descubriendo los secretos de las técnicas de restauración y el diagnóstico por imagen.

Este evento nos permite profundizar en el delicado equilibrio entre arte y conservación, con el foco en la preservación preventiva de obras para las generaciones futuras.

En las primeras dos fotos, se observa el estado de la madera que sostiene la pintura de la Joven Dama, un aspecto crucial ideado para su conservación a largo plazo. A lo largo del tiempo, la pintura ha sufrido alteraciones en la estructura de su soporte, lo que requirió la colocación de una trava para mantenerla derecha. Gracias a la TAC se pueden ver las marcas de un anterior restauro, probablemente ocasionado porque la pintura estuvo enmarcada dentro de un cuadro más grande, lo que dejó huellas visibles en los bordes de la pintura.

Además, las siguientes imágenes muestran cómo, utilizando técnicas avanzadas como la TAC, los restauradores han podido analizar el estado interno de la obra, revelando detalles que no se perciben a simple vista. Este tipo de análisis permite a los expertos identificar problemas como fisuras o debilidades en la estructura que podrían comprometer la estabilidad de la obra si no se interviene a tiempo. La detección de estas alteraciones ha sido fundamental para justificar una nueva restauración, cuyo objetivo es no solo conservar la pintura sino también recuperar su aspecto original, eliminando los efectos del deterioro y los errores cometidos en restauraciones anteriores.

La restauración de esta obra maestra no solo protegerá su valor artístico, sino que también permitirá revelar detalles ocultos y corregir las intervenciones que han dejado marcas en la superficie.

Para concluir, destacamos la importancia de las acciones en favor del patrimonio cultural que son posibles gracias a la colaboración entre entidades privadas, públicas y fundaciones dedicadas a preservar obras de valor único e irrepetible. En este caso, la Fundación Bracco, bajo la dirección de su presidenta Diana Bracco, ha sido fundamental en este proceso de restauración. Gracias a su sensibilidad hacia el bienestar de la ciudad y su compromiso con la preservación del patrimonio de la humanidad, iniciativas como la restauración de la Joven Dama son posibles.

La participación de la Fundación Bracco, junto con la competencia de los expertos en restauración, ha permitido que esta obra maestra reciba los cuidados necesarios, utilizando la tecnología más avanzada. Este tipo de intervenciones no solo garantizan la preservación del arte, sino que también aseguran que futuros espectadores puedan disfrutar de su belleza y valor histórico. Este esfuerzo demuestra cómo las empresas y fundaciones comprometidas con el arte pueden tener un impacto positivo y duradero en la cultura.

Señala la directora Alessandra Quarta: «Una intervención conservadora en vivo, ofrece la posibilidad de dar a conocer las operaciones en curso y responder a las curiosidades de los visitantes e ilustrar las fases que van desde el diagnóstico preliminar hasta la intervención real, subrayando la relación entre la técnica pictórica, es decir, la consistencia física de la obra, y su propia conservación. Y no sólo eso: queremos resaltar la importancia del trabajo multidisciplinario iniciado en junio durante la campaña de investigación diagnóstica con una discusión constante entre curadores de museos, científicos y restauradores para poder intervenir de la manera más atenta y consciente en esta obra maestra. Una maravillosa experiencia laboral que nos enriqueció a todos en estos meses de análisis.»

A izq. la directora del Museo, Alessandra Quarta y la restauradora, Carlotta Beccaria.