#Comunicatrici Isabel Recavarren

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En la Galleria de Italia, se expone «El Romanticismo» un período italiano que se expresa en la música, la arquitectura, la pintura, la Opera y, sobre todo, en la sociedad italiana. Una exposición dedicada a la contribución italiana al movimiento que cambió radicalmente la sensibilidad y la imaginación del mundo occidental durante la primera mitad del siglo XIX. Milán fue la capital de este movimiento, la familia cambia, la mujer se ocupa de educar a los niños. Un cambio transformador en la sociedad italiana, una cultura estructurada que no recibe facilmente influencias externas. Italia se caracteriza en occidente por su cultura. Esa cultura, construida poco a poco, sin interrupciones, es una roca social. Igual de sólida como lo era la Cultura Incaica, tuvo que ser destruída por la invasión española, era difícil una mediación.

En este magnifico lugar, que antes fuera la sede del Banco de Italia, acercándonos al mes de Marzo, donde se celebra a la Mujer y también se hace el balance de su situación, se presentó el libro #Comunicatrici, un libro que reúne la historia laboral de mujeres profesionales de la comunicación, quienes ocupan posiciones de importancia gracias a la determinación, la ambición y la constancia.

 

Anna Maria Tarantola, economista, milanesa, una icona, es la única italiana que ha ocupado los cargos públicos de mayor importancia y relevancia. Antes de la presentación del libro conversé con ella, lamentó la situación económica que actualmente atraviesa Italia, «de la reactivación que se estaba logrando se ha retraído, una situación que afecta, seguramente, más el mercado laboral femenino». Por otro lado, ambas constatamos que las jóvenes italianas han perdido la vitalidad del combate por una mejor posición de las mujeres, al parecer se conforman, «tanto no cambia nada». Al parece, tienen razón, lo que se consigue son conquistas movibles, se gana terreno, pero, al pasar de algunos años se vuelve a comenzar. La memoria de las conquistas no existe, aún cuando existen leyes, se encuentran caminos alternativos para que nada cambie.

En la presentación, Anna Maria Tarantola, quien no se sentó en el centro de la Sala, fue ocupado por el único invitado varón, ya nos dice mucho del contexto, contó, que no tuvo particulares dificultades para ascender en su carrera en el Banco de Italia gracias a la selección, basada en el mérito, los exámenes son anónimos, quien supera el puntaje es promovido. «Si el mérito fuera generalizado y aplicado», sostiene, «puede ser un camino que atenúa la dificultad de las mujeres». 

«No es posible pensar que la mitad de la población italiana sea carente de capacidades, que solamente la parte masculina las posea». De las autoras del libro destacó el coraje, la capacidad de muchas de ellas, las cuales sin ocupar los cargos que les correspondería, se han mantenido con tenacia, siguiendo sus objetivos.

Señaló, con desconcierto, que actualmente en la selección de los trabajos buscan las características femeninas, «lo sorprendente», señaló, «es que eligen al hombre que posee dichas características, no a las mujeres».

Con visión de economista, señaló que además de ser un tema de justicia, «la participación de las mujeres en el mercado del trabajo, es una cuestión económica», proporcionaría a Italia un crecimiento extraordinario, sólo el 46% de mujeres participan en el mundo del trabajo, en comparación con el 63% de los hombres, «deberíamos de interrogarnos ¿por qué?«. Recordamos lo establecido por el Tratado de Lisboa:

El Tratado de la Unión Europea (Tratado UE) reafirma el principio de igualdad entre hombres y mujeres, al tiempo que lo incluye entre los valores y objetivos de la Unión:
el artículo 2 declara que la Unión Europea es «una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres»; y
el artículo 3, apartado 3, segundo guión, declara que la Unión «combatirá la exclusión social y la discriminación y fomentará la justicia y la protección sociales, la igualdad entre mujeres y hombres, la solidaridad entre las generaciones y la protección de los derechos del niño».
Por otro lado, Anna Maria Tarantola, insistió en la necesidad de crear una cultura femenina en las empresas, no sólo por los resultados del aporte femenino a las mismas sino por su visión. Se declaró favorable a la «cuota rosada» señalando «si encuentro la puerta cerrada, por favor ábremela y después veremos si tengo las capacidades».  

Sobre la conciliación, consideró sea más importante el compartir, en una mundo que ha cambiado, es necesario compartir las obligaciones familiares, las mayoría de los trabajos están a cargo de las mujeres. Es necesario destacar el valor de la mujer, en la cultura, en general y en la cultura de empresa, en especial, que «el país vea en la mujer un valor».

Destacando que la diversidad hace la diferencia, «si para hacer carrera debo asumir todas las características de un hombre no estoy de acuerdo, mi aporte debe ser mi visión femenina, esta diversidad hace crecer una empresa, son dos características diferentes con capacidades iguales. Dar una formación a las niñas, que adquieran una formación sin alterar su naturaleza femenina. En ello, las familias tienen una gran responsabilidad en la formación: la escuela y la familia.»