A los Peregrinos de Dinamarca, Irlanda, Inglaterra, Gales y Escocia

0
92

SALUDO DE SU SANTIDAD EL PAPA LEÓN XIV
A LOS PEREGRINOS DE DINAMARCA, IRLANDA, INGLATERRA, GALES Y ESCOCIA

Clementine Hall
Sábado, 5 de julio de 2025

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡La paz sea con ustedes!

Buenos días y bienvenidos al Vaticano.

Excelencias,
Queridos sacerdotes y jóvenes amigos:

Me complace saludarlos a todos con motivo de su peregrinación a Roma durante este Año Jubilar, que, como saben, se centra en la virtud teologal de la esperanza. En particular, doy la bienvenida a los jóvenes de la Diócesis de Copenhague, que conforman este grupo, junto con los profesores de Irlanda, Inglaterra, Gales y Escocia.

Siguen los pasos de innumerables peregrinos de sus diversos países, que durante siglos han realizado esta misma peregrinación a Roma, a la «Ciudad Eterna». De hecho, Roma siempre ha sido un hogar especial para los cristianos, ya que es el lugar donde los apóstoles Pedro y Pablo dieron el testimonio supremo de su amor a Jesús al ofrecer sus vidas como mártires. Como Sucesor de Pedro, deseo expresar mi gratitud por su presencia aquí y rezo para que, al visitar los diversos lugares santos, encuentren inspiración y esperanza en el profundo ejemplo de cómo los santos y mártires imitaron a Cristo.

La peregrinación desempeña un papel vital en nuestra vida de fe, ya que nos aleja de nuestros hogares y nuestras rutinas diarias, y nos brinda tiempo y espacio para un encuentro más profundo con Dios. Estos momentos siempre nos ayudan a crecer, pues a través de ellos el Espíritu Santo nos moldea con ternura para que nos conformemos cada vez más a la mente y al corazón de Jesucristo.

De manera particular, queridos hermanos y hermanas, jóvenes reunidos con nosotros esta mañana, recuerden que Dios ha creado a cada uno de ustedes con un propósito y una misión en esta vida. Aprovechen esta oportunidad para escuchar, para orar, para que puedan oír con mayor claridad la voz de Dios que los llama en lo profundo de sus corazones. Quisiera añadir que hoy, con mucha frecuencia, perdemos la capacidad de escuchar, de escuchar de verdad. Escuchamos música, tenemos los oídos constantemente inundados de todo tipo de información digital, pero a veces olvidamos escuchar a nuestro corazón, y es en él donde Dios nos habla, donde Dios nos llama y nos invita a conocerlo mejor y a vivir en su amor. Y a través de esa escucha, pueden estar abiertos a permitir que la gracia de Dios fortalezca su fe en Jesús (cf. Col 2,7), para que puedan compartir más fácilmente ese don con los demás.

Y dirigiéndome a ustedes, queridos maestros: lo que acabo de decir a los jóvenes se aplica igualmente a ustedes, especialmente dado su importante papel en la formación de la juventud de hoy: niños, adolescentes, jóvenes adultos. Porque los admirarán como modelos: modelos de vida, modelos de fe. Los admirarán especialmente por su forma de enseñar y de vivir. Espero que, cada día, alimenten su relación con Cristo, quien nos da el modelo de toda enseñanza auténtica (cf. Mt 7,28), para que, a su vez, guíen y animen a quienes les han sido confiados a seguir a Cristo en sus propias vidas.

Y finalmente, cuando todos regresen a casa, recuerden que una peregrinación no termina, sino que se centra en la «peregrinación diaria del discipulado». Todos somos peregrinos y siempre lo somos, caminando para seguir al Señor y para encontrar el camino que verdaderamente nos corresponde en la vida. Ciertamente no es fácil, pero con la ayuda del Señor, la intercesión de los santos y animándose unos a otros, pueden estar seguros de que, mientras permanezcan fieles, confiando siempre en la misericordia de Dios, la experiencia de esta peregrinación seguirá dando fruto a lo largo de sus vidas (cf. Jn 15,16).

Queridos amigos, con estas breves palabras, y encomendándolos a la intercesión de María, Madre de la Iglesia, les imparto de corazón mi bendición.

Que Dios los bendiga y les agradezca.