Candidatos presidenciales escogidos por las Encuestas

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Han regresado los viejos estandartes: Joaquín Lavín, Pablo Longueira, Evelyn Matthei y, en un segundo plano, Andrés Allamand, (el eterno perdedor), y Manuel José Ossandón.

La antigua patrulla juvenil de Renovación Nacional, Sebastián Piñera, Evelyn Matthei, (antes de RN), Andrés Allamand y Alberto Espina, ya empiezan a mostrar “arrugas en las arrugas”, y dejaron atrás el “Cha cha cha” de sus años mozos, ahora, según dicen ellos mismos, se han transformado en “repúblicos” que se reparten los cargos del Estado. Piñera, dos veces Presidente; Allamand, después de largas y prolongadas travesías por el desierto, ha pasado de la etapa de progresista y admirado por la Concertación, a casi pinochetista y líder del rechazo a la nueva Constitución, embargad de un amor otoñal hacia la “carta Magna del  general”; Matthei, por su parte, después de haberse desempeñado como ministra, hoy es activa alcaldesa de Providencia; Alberto Espina, el arribista de Zapallar, pasó desapercibido como ministro de Defensa, y sus pretensiones a la presidencia de la nación son escasas. 

Llama la atención que todos estos “candidatos” sean “viejos baluartes” y que, en las encuestas CADEM no aparezca ningún joven, (salvo los alcaldes Codina y Carter). En la Unión Demócrata Independiente, (UDI), el ex coronel, (hoy cardenal), Joaquín Lavín, que nunca envejece, hasta el momento sólo compite con Matthei.

Uno de efectos de las crisis de representatividad y legitimidad es que actualmente los partidos políticos no juegan ningún papel en la política: anteriormente, para ser candidato presidencial había que pasar por Convenciones y primarias, además de pertenecer a la cúpula del poder partidario. Cada combinación tenía una lista de aspirantes que esperaban tranquilamente su turno. Más adelante en el tiempo, en algunos casos, como en el de Michelle Bachelet, terminaba elegida como sucesora por el otro “dedazo” del ex Presidente Ricardo Lagos.

En el pasado, los liderazgos eran prácticamente indiscutibles: en la Democracia Cristiana, primero Eduardo Frei Montalva, le seguía Radomiro Tomic, y una vez desaparecidos estos líderes, tomó el puesto Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, (este último, por herencia). En la derecha, antes eran los Alessandri, Arturo y Jorge respectivamente, hoy es Piñera, que desplazó a Lavín, (actualmente resucitado). 

Hablar de la soberanía popular era tan falso como actualmente creer en la igualdad ante la ley: la oligarquía, llegó a temer que el sufragio universal fuera algo similar a la dictadura del proletariado, y descubrió en el cohecho una forma de corregirlo a fin de que siempre fueran elegidos los candidatos predeterminados por la clase hegemónica, haciendo creer que los ciudadanos habían sido consultados, y que cada voto tenía el mismo valor, (se comprara o no).

La ley de Michels, de reproducción de las oligarquías políticas era tan evidente como la ley de la gravedad, de Newton. Al Parecer, la situación está cambiando, pues los representados ya no creen los discursos y falsas promesas a sus representantes y están tomando decisiones inesperadas e independientes, dejando de lado su rol de meros consumidores para asumir, paulatinamente, su asumir el liderazgo que les corresponde de verdaderos ciudadanos en una democracia participativa.

Los senadores y diputados carecen de importancia y, en su mayoría, son “ilustres” desconocidos, que consuelan su falta de protagonismo y de auténtica representación de los ciudadanos que los han elegido con un buen sueldo. 

Los personajes más conocidos (y esto a raíz de la pandemia) son los invitados a los matinales que, en su mayoría, si se presentaran como candidatos a cargos de representación popular, de seguro, los coparían, y es el caso la doctora Iskia Sichel, del doctor Alejandro Ugarte, (hijo del actor de radioteatro Justo Ugarte, y mi predilecto en los años de radio); otro caso lo constituyen los alcaldes; Lavín, Jadue, Codina, Carter, Matthei…que la gente, cada día más consciente, sabe que pueden solucionar sus problemas inmediatos, y que asegurarían también no perder su voto en personajes que, una vez elegidos, “¿dónde te he visto? No me acuerdo”. Al final, algunos políticos están captando que la forma más directa para ganar el voto popular es ser invitado por los Canales de Televisión en los programas matinales, en que los políticos aprovechan para darse a conocer.

La democracia representativa estuvo de moda en siglos pasados, pero hoy hace agua: es evidente que debe ser reemplazada por la democracia directa y, en este caso, la revocación de mandato de elección popular es una tarea urgente para devolver a la democracia el sentido de gobierno desde el pueblo con el pueblo y para el pueblo.

Todos sabemos que las encuestas son como las brujas de los cuentos infantiles: un espejo que siempre responde lo que desea la bruja. Esta es la razón por la cual el Presidente Piñera, por ejemplo, se engaña al creer que es muy amado, cuando la mayoría lo rechaza.