Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe

0
1034

Saludo cordialmente a los participantes en la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, que se celebra del 21 al 28 de noviembre en la Ciudad de México con el deseo de impulsar una Iglesia en salida sinodal, reavivar el espíritu de la V Conferencia General del Episcopado que, en Aparecida en 2007, nos convocó a ser discípulos misioneros, y animar la esperanza, vislumbrando en el horizonte el Jubileo Guadalupano en 2031 y el Jubileo de la Redención en 2033.

Les agradezco su presencia en esta Asamblea, que es una nueva expresión del rostro latinoamericano y caribeño de nuestra Iglesia, en sintonía con el proceso preparatorio de la XVI Asamblea general del Sínodo de los Obispos que tiene como tema «Para una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». En base a estas claves que vertebran y orientan la sinodalidad —comunión, participación y misión— quisiera reflexionar brevemente sobre dos palabras, para que las tengan en cuenta de modo especial en este camino que están haciendo juntos.

La primera palabra es «escucha». El dinamismo de las asambleas eclesiales está en el proceso de escucha, diálogo y discernimiento. En una Asamblea el intercambio facilita “escuchar” la voz de Dios hasta escuchar con Él el clamor del pueblo, y escuchar al pueblo hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama. Les pido que procuren escucharse mutuamente y escuchar los clamores de nuestros hermanos y hermanas más pobres y olvidados.

La segunda palabra es «desborde». El discernimiento comunitario requiere mucha oración y diálogo para poder hallar juntos la voluntad de Dios, y también requiere encontrar caminos superadores que eviten que las diferencias se conviertan en divisiones y polarizaciones. En este proceso, pido al Señor que vuestra Asamblea sea expresión del “desborde” del amor creativo de su Espíritu, que nos impulsa a salir sin miedo al encuentro de los demás, y que anima a la Iglesia para que, por un proceso de conversión pastoral, sea cada vez más evangelizadora y misionera.

Queridos hermanos y hermanas, los animo a vivir estos días acogiendo con gratitud y alegría este llamado al desborde del Espíritu en el Pueblo fiel de Dios que peregrina en América Latina y el Caribe. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide con su protección maternal. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.

Fraternalmente,

Francisco