De acuerdo al Informe Macroeconómico 2018, desarrollado por el BID, se estima que la economía mundial alcanzará un crecimiento de 3,9%, mientras que América Latina y el Caribe (ALC) lo harían en 2,6%, ambos en el período 2018-2020.

El crecimiento de ALC es menor a países de regiones como Asia y Europa emergente (6,5% y 3,7%, respectivamente). Este resultado se debe al bajo nivel y calidad de las inversiones en nuestra región. En el caso de la Alianza del Pacífico, esta agrupación tiene una perspectiva de crecimiento económico ascendente de 3,06%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta cifra es sustentada por el resultado comercial de la Alianza del Pacífico en el 2017, al obtener un crecimiento de sus exportaciones del 11%, principalmente por envíos de petróleo y minería, los cuales crecieron 25% y 21%, respectivamente.

Un aspecto a considerar es la participación de Venezuela en el cálculo de esta estimación. En el 2018, el BID espera que el crecimiento económico de este país sea de -15%. Es por ello que, si se incluye a Venezuela en la proyección de crecimiento económico de ALC, la cifra antes mencionada pasaría de 2,5% a 1,9%.

Brasil aún continúa con el deseo de salir de la recesión económica que lo ha perseguido por años; y lo está logrando. Es así que el BID espera que Brasil crezca, en el 2018 un 1,9%. A pesar de que países como República Dominicana, Nicaragua, Panamá y Perú tienen proyecciones de su PBI de alrededor de 4%, Brasil sigue siendo el país con mayor representatividad en ALC, es por ello que el estimado de 2018 para la región sea de 2,5%.

La estimación del BID ha considerado el impacto de los shocks de crecimiento de Estados Unidos, provocado por la caída de precios en los activos globales, lo que generaría un aumento de las tasas de interés de Estados Unidos y Europa; y un shock sobre el comercio que afectaría a los países que poseen un superávit comercial con Estados Unidos.

En este contexto, se espera que las estimaciones de crecimiento económico sean más conservadoras, de manera que, a pesar de las condiciones desfavorables que afecten a la región, se muestren cifras alentadoras. Sin embargo, los países deben trabajar permanentemente en la calidad y atracción de las inversiones.