Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza.
Fueron las palabras finales de la Homilía del Cardenal Re en la Misa funeral por el difunto Romano Pontífice Francisco. Y realmente lo necesitamos y más aún lo necesitan, en estos momentos, los Cardenales, si no encuentran una solución a la participación en el Conclave del Cardenal Becciu, ya que puede correrse el riesgo de invalidarse la votación.
Durante siete años, el cardenal Giovanni Angelo Becciu (1948) estuvo muy cerca del Papa como número dos en la Secretaría de Estado. Es más, fue ordenado Cardenal por el papa Francisco. En septiembre de 2020, tras una conversación personal entre ambos, el «Papa Francisco decidió degradarlo».
El Cardenal Becciu, ha sido el primer cardenal en la historia vaticana que ha sido procesado por un Tribunal vaticano ordinario. El juicio terminó en diciembre 2023, la sentencia lo condenó a 5 años y 6 meses de reclusión por peculado y abuso de poder, además de una multa de diez mil euros. La sentencia declaró «el uso ilícito de los fondos de la Santa Sede, incluso sin ánimo de lucro», lo condenó en primera instancia el 16 de diciembre de 2023 por fraude y malversación de fondos. 700 páginas, sobre el escándalo financiero centrado en la compraventa del edificio londinense de la avenida Isan. La enorme inversión de 2014 en el fondo de alto riesgo de Mincione, según se lee en las motivaciones, fue una apuesta contraria a la prudencia exigida por las normas del Tribunal Vaticano, presidido por Giuseppe Pignaton. También debe considerarse grave la encomienda de 600 millones de euros a Cecilia Marogna por parte del cardenal con el fin de favorecer la liberación de una monja secuestrada en África. En cuanto al dinero entregado a la cooperativa Spes de la diócesis de Ozzieri, se trató de malversación de fondos. No porque el dinero se haya utilizado para fines distintos a los caritativos o se haya embolsado indebidamente. Sino porque el derecho canónico prohíbe que «los bienes eclesiásticos se confíen a parientes o familiares». Becciu siempre ha proclamado su inocencia, rechazando firmemente todas las acusaciones y explicando que no fue él quien decidió las inversiones que se realizarían. Además del cardenal, fueron condenados otros.
Este rigor, al papa Francisco le ganó enemigos dentro de la propia curia. Ahora, el Cardenal Becciu ha solicitado participar en el Conclave con su derecho al voto, aunque no aparece en la lista de electores. No obstante, él mismo haya renunciado a sus prerrogativas a solicitud del Papa Francisco en el 2020, participaba cada vez que el papa Francisco lo invitaba, ahora, él interpreta que esas presencias significaban su rehabilitación en el Colegio Cardenalicio y su derecho-deber de voto no ha caducado.
Aquí inicia a configurarse un panorama que desestabiliza el puntaje de los papables. En primer lugar al cardenal Pietro Parolin. En una reunión de Cardenales, Parolin presentó dos documentos firmados por papa Francisco, uno de 2023 y otro, de marzo 2025, mientras estaba internado en el hospital donde expresamente confirma «la voluntad papal» de excluir Becciu del Conclave. Se habla de una tercera carta aún no presentada. Sin embargo, el camerlengo, Cardenal Kevin J. Farrel ha manifestado que el papa Francisco le comunico verbalmente que el ex Prefecto del Dicasterio de los Santos, Becciu, «no participase en el Conclave». Todo esto habría sido suficiente para que un sacerdote se retirase.
Sin embargo, tuvo que intervenir el decano de los cardenales, el cardenal Giovanni Battista Re, quien ofició la Misa de Difunto del papa Francisco, solicitándole se retire, por toda respuesta Becciu se negó y es más sostuvo su «derecho-deber de elegir al Papa».
El Problema
Ahora se presentan dos escenarios. Por un lado, una corriente canónica sostiene que una vez que el papa ha muerto, sus documentos no publicados dejan de tener validez legal y se considerarán como voluntad del papa en vida y se determinará, según el caso, su validez.
Otra corriente de pensamiento considera que todo documento papal, aunque no haya sido promulgado tiene valor de documento papal. Lo que se agrega, es que, en respeto de la formalidad, debió haberlo hecho conocer su sucesor, quien ocupa actualmente la sede vacante, es decir, el cardenal camerlengo, le irlandes Kevin Joseph Farrell y no el cardenal Pietro Parolin, quien a la muerte de papa Francisco su cargo como Secretario de Estado decayó. A este punto se ha constituido una Comisión Cardenalicia quien analizará los documentos, luego, decidirá.
Por otro lado, es cierto que el cardenal Becciu participaba en los eventos, es decir no fue excluido, siempre asistía a invitación del papa Francisco, pero, él renunció a sus prerrogativas, sin embargo, no existe documento que acredite esta renuncia. Además, el desconocimiento de la existencia de los dos documentos en poder del cardenal Parolin genera controversia, estos habrían debido ser puesto en conocimiento público, incluso antes de la muerte del papa. Esta situación pone en entredicho la figura impecable del cardenal Parolin, uno de los más fuertes candidatos para el sillón de San Pedro.
Becciu, por su parte, sigue insistiendo en la validez de sus prerrogativas y repite «Bergoglio me había perdonado».