En un reciente debate sobre Venezuela, en la sede del Parlamento europeo, el presidente Ramón Jáuregui sostuvo «…… la creación de una Asamblea Constituyente y la privación de las facultades legislativas a la Asamblea Nacional, en nuestra opinión, vulneran el Estado de Derecho. Son claramente una superación de las reglas democráticas más elementales, y por eso tengo que decir con toda claridad que la Asamblea Constituyente no es democrática y que la Unión Europea y este Parlamento no la reconocen.
En segundo lugar, creo que es imprescindible seguir reclamando al Gobierno de Venezuela la libertad de los presos políticos, la restitución de los poderes de la Asamblea Nacional —de los poderes legislativos—, el respeto a la separación de poderes y la facilitación de la ayuda internacional en clave de ayuda humanitaria para el pueblo venezolano.
Seguimos apostando también, sin embargo, por el diálogo y la negociación, porque en el fondo será necesario un gran acuerdo entre Gobierno y oposición para que haya una salida democrática y pacífica en ese país.
No excluimos —también lo digo con claridad— las presiones que empieza a hacer la comunidad internacional al Gobierno de Venezuela y, más en particular, a los responsables políticos del régimen de Venezuela por la vulneración de derechos humanos. Estamos dispuestos también a dar ese paso si es que efectivamente la presión nos ayuda a conseguir un acuerdo interno que facilite la salida democrática y pacífica a la crisis de Venezuela.»
Lamentablemente, algunos países latinoamericanos no comparten esta visión, ni el respeto a las normas básicas de democracia habiéndose generado la división latinoamericana frente a un problema que día a día crece: Venezuela.
El Grupo de Lima, ha solicitado la postergación de la Cumbre hasta la resolución del problema Venezuela, posiblemente, esta Cumbre, no se realizará más en El Salvador.
Se debe dejar en claro que algunos países latinoamericano no sancionan a Venezuela, es más la apoyan, precisamnete, uno de estos es El Salvador.
