Giorgia Meloni: Impulsando un Nuevo Occidente

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La relación comercial entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos ha sido históricamente fundamental para ambas regiones. Este vínculo, basado en el marco del Tratado de Roma de 1957, estableció los principios del mercado único europeo, regulando las políticas comerciales y de aranceles dentro de la comunidad. Sólo la UE puede negociar la política comercial con terceros países, esto para evitar alteración en la competencia entre los países miembros, el arancel es igual para todos, es el mercado común. Este tratado fue la piedra angular de la integración europea, del mercado único, creando una base sólida para la cooperación económica y el libre comercio entre los Estados miembros. A través de este acuerdo, la UE logró posicionarse como una de las potencias comerciales más grandes del mundo, con políticas que promovían la apertura de mercados y la competencia.

Los vínculos transatlánticos entre la UE y EE. UU. son estrechos, especialmente en áreas como la cultura, la tecnología, y la educación. La influencia cultural norteamericana es notable en la música, el cine, y las universidades, mientras que en el ámbito laboral, la eficiencia y el enfoque práctico de Estados Unidos sigue siendo un modelo para muchos. La OTAN ha jugado un papel crucial en la relación, con los EE. UU. manteniendo una presencia militar significativa en Europa, especialmente en las zonas cercanas a la frontera con Rusia.

Desde el punto de vista comercial, aunque la UE y EE. UU. no han logrado consolidar un Acuerdo Transatlántico, las negociaciones siguen siendo un tema recurrente, especialmente en sectores como el de las carnes bovinas norteamericanas por las hormonas, que se ven bloqueadas por regulaciones europeas. Esta situación refleja la influencia de la Política Agrícola Común (PAC), que a menudo impone restricciones comerciales, como es el caso del MERCOSUR.

A pesar de estas dificultades, los dos bloques representan el 30% del comercio mundial y el 43% del PIB global. En 2024, el comercio de bienes entre la UE y EE. UU. alcanzó un valor de 865.000 millones de euros, lo que representa un aumento significativo respecto a diez años atrás, cuando el volumen era la mitad. La UE importa de los EE. UU. por un valor de 333.400 millones de euros y exporta a los EE. UU. por un valor de 531.600 millones de euros. EE. UU. es el principal socio comercial de la UE en cuanto a exportaciones y el segundo (después de China) en cuanto a importaciones. En cuanto a mercaderías la balanza comercial es deficitaria para los EE.UU.

En términos de comercio de servicios, los datos de 2023 revelan un valor de 746.000 millones de euros, con la UE importando por un valor de 427.300 millones de euros y exportando 318.700 millones de euros. La UE exporta a los EE.UU: Servicios profesionales, científicos y técnicos; Servicios de telecomunicaciones, informática y de la información; Transporte. La UE importa de los EE.UU.: Cargos por el uso de la propiedad intelectual; Servicios profesionales, científicos y técnicos; Servicios de telecomunicaciones, informática y de la información. En el comercio de servicios la balanza es deficitaria para la UE.

La insoportación hacia Alemania y los Aranceles
La relación entre la Unión Europea y Estados Unidos ha estado marcada por tensiones, especialmente durante el mandato de Donald Trump. Las instituciones europeas, en particular la Comisión Europea dirigida por Ursula von der Leyen, mostraron su apoyo a Kamala Harris y se posicionaron abiertamente contra Trump durante las elecciones presidenciales. Esta postura no pasó desapercibida para Trump, quien, al percatarse del sesgo, optó por ignorar a la UE y a sus instituciones.

Por otro lado, Alemania, tanto bajo Angela Merkel como con von der Leyen, ha sido ambigua en su postura hacia Trump, lo que ha generado desconfianza. A pesar de las sanciones, Alemania mantiene un sólido vínculo con Rusia, negociando con este país a pesar de las sanciones. En contraste, el gobierno italiano de Giorgia Meloni, con su pragmatismo, ha logrado equilibrar su relación, manteniendo buenas relaciones con la administración Biden, manteniéndose firme con la postura política cercana a Trump.

Antes de que Trump asumiera la presidencia, en enero de 2025, Meloni viajó a Mar-a-Lago para solicitar su ayuda en la liberación de la periodista italiana Cecilia Sala, detenida arbitrariamente en Irán. Su detención estuvo vinculada al arresto, en diciembre de 2024, del ingeniero iraní Mohamed Abedini Najafabadi, ciudadano suizo, en el aeropuerto de Milán, bajo una orden de detención de Estados Unidos. Acusado de formar parte de una asociación criminal y de suministrar componentes para drones usados por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní, Abedini fue arrestado en Italia. Como represalia, Irán detuvo a Cecilia Sala. El viaje relámpago de Meloni resultó en la liberación de la periodista, mientras el ingeniero fue liberado. Es de suponer que durante su detención, mientras su equipaje fue retenido, haya sido sometido a una exhaustiva revisión por expertos. Esta revisión tenía como objetivo verificar si los componentes que el ingeniero transportaba contenían tecnología de origen norteamericano, como sostenía la acusación de Estados Unidos y consecuente solicitud de extradicción a los Estados Unidos.

A pesar de que esta muestra de cooperación entre los dos líderes generó esperanzas de un acercamiento favorable a las empresas, los hechos posteriores desataron gran preocupación. En Italia, aproximadamente 3.500 empresas estadounidenses operan, empleando a 400.000 personas y facturando 400.000 millones de euros, equivalentes a una décima parte del PIB italiano. A su vez, el mercado norteamericano es clave para las empresas italianas. En 2023, Italia fue la octava economía del mundo en términos de PIB y la sexta en exportaciones totales. Sin embargo, el 2 de abril, cuando Trump anunció los aranceles, se desató una crisis económica sin precedentes. Durante la Feria del Vino en Italia, delegados estadounidenses y productores vinícolas intentaron evitar los aranceles, sugiriendo soluciones como dividir el costo del arancel entre compradores, vendedores y clientes.

Otro factor que contribuyó a la crisis fue el desencuentro entre Trump y el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, que dejó a Europa sola frente a una guerra que está drenando los presupuestos de los países miembros. Mientras tanto, Francia y el Reino Unido buscan formas de defender a Ucrania sin comprometerse plenamente con la OTAN, una propuesta que no cuenta con el apoyo de Meloni, quien considera que mantener la OTAN y actuar bajo su paraguas es fundamental para preservar las relaciones transatlánticas.

El reciente viaje de Giorgia Meloni
Las dinámicas europeas son ágiles, y las presiones tanto de empresas como políticas son múltiples. A esto se suma la negociación de los EE.UU. con Rusia sobre Ucrania sin tomar en cuenta a la UE, la creciente influencia de China que se presenta como un salvavidas ante el cierre del mercado norteamericano, y la inacción de la UE ante los desaires norteamericanos hacia Kaja Kallas, quien, a pesar de tener una cita acordada con Marco Rubio, no fue recibida, lo mismo ocurrió con el Comisario de Comercio. En este contexto, Meloni decidió viajar a Washington y encontrarse con Trump, adelantando su visita unos días antes del viaje de Vance a Roma con motivo de la Pascua.

Mientras la izquierda italiana se oponía a este viaje, acusándola de interferir en la política de la UE sobre los aranceles, fue Ursula von der Leyen quien salió a declarar que “el viaje era coordinado”. Se debe destacar, lo que marca una diferencia crucial entre Meloni y los anteriores primeros ministros italianos es que ella no responde a provocaciones, ella actúa y sus resultados hablan por sí mismos. Las críticas de la oposición son simplemente expresiones de heridas abiertas.

La primera declaración de Meloni se produjo en el Comedor de la Casa Blanca, donde Trump se expresó favorablemente sobre su gestión política. Ya en la Sala Oval, sentada en el mismo sillón donde se sentó Zelensky, la tensión era palpable, con Vance al frente. No obstante, Meloni aprovechó esta oportunidad para abordar varios puntos clave: el aumento de la contribución italiana a la OTAN, dejando claro que, aunque no se comprometería a un 2% o 5%, la contribución italiana aumentaría; con determinación señaló que en el conflicto en Ucrania había un agresor que es Rusia y que Ucrania es el país agredido; destacó sus coincidencias con la política de Trump sobre la inmigración ilegal; y su rechazo a la «cultura woke». Además, introdujo el concepto de un “Nuevo Occidente”, un concepto que podría ser crucial en las negociaciones futuras. Meloni invitó a Trump a visitar Italia, sugiriendo que sería una excelente oportunidad también para reunirse con la UE en territorio italiano. Como señaló en el Salón Oval «cuando habló de Occidente no me refiero a un espacio geográfico sino a una espacio de civilización y quiero hacer más fuerte esta civilización. Por lo tanto, considero que aunque tengamos algunos problemas, entre las dos orillas del Atlántico, haya llegado el momento de sentarse y encontrar algunas soluciones. Por ello agradezco al presidente Trump de haber aceptado la invitación a realizar una visita oficial a Roma, y la posibilidad en dicha ocasión de encontrar también a la UE. Mi objetivo es hacer grande nuevamente el Occidente. Y pienso que ambos podemos hacerlo juntos» a lo que Trump le respondió «Podemos hacerlo». 

Si bien Meloni ya gozaba de un considerable respeto, su firmeza en las convicciones logró que Trump aceptara su invitación y probablemente visite Italia a finales de junio. En cuanto a los aranceles, no se trató el tema en profundidad, ya que es una cuestión comunitaria. Sin embargo, ante las dificultades económicas de EE.UU. y su creciente deuda, Meloni se comprometió a adquirir armas y gas, además de exonerar impuestos a las grandes empresas tecnológicas. Por otro lado, la postura de Trump respecto a la guerra en Ucrania mostró un cambio importante: de un objetivo inicial de alcanzar una tregua para el 30 de abril, se pasó a una amenaza de imponer aranceles a los países que compren petróleo ruso si no se llega a un acuerdo con Putin.

Ya en Roma, Meloni recibió a Vance en una reunión bilateral, donde se discutieron específicamente sobre los aranceles y la posición de la UE, dejando claro el liderazgo de Italia en la gestión de las relaciones transatlánticas. Luego, Meloni se reunió con la coalición de Forza Italia, con Antonio Tajani, y con la Liga Lombarda, encabezada por Matteo Salvini. Esta Pascua, en vez de ser simplemente un descanso, fue una oportunidad para el intercambio de ideas que podrían sentar las bases para la creación de un Nuevo Occidente, un concepto, en el cual, los países latinoamericanos deben ser parte.