El «Cadeau» de Biden: La UE en la Cruzada por la IA y los Chips

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Algunos pudieron haber considerado la intervención de Vance en la Cumbre sobre Inteligencia Artificial en París como desafiante, pero también decidida. En realidad, él propuso centrar la producción de chips en los Estados Unidos, «el país con la tecnología más avanzada», respaldado por casi 70 años de experiencia en el tema. Sin embargo, la gran fuerza de Vance se basa en el «cadeau» que les dejó Biden el 13 de enero de 2025, días antes de la toma de posesión de Trump: un decreto fundamentado en la seguridad nacional de EE. UU.

El “cadeau” de Biden

Este acto legislativo, promulgado el 13 de enero de 2025, tiene como objetivo controlar el acceso a chips y tecnología de inteligencia artificial (IA) diseñados en Estados Unidos, restringiendo su exportación a terceros países. Estos chips, conocidos como unidades de procesamiento gráfico (GPU), originalmente creados para acelerar la representación gráfica, ahora son esenciales para entrenar y ejecutar modelos de IA avanzados, permitiendo procesar datos de forma simultánea, una capacidad valiosa para aplicaciones sofisticadas.

Para controlar el acceso global a la IA, Estados Unidos está ampliando las restricciones a las GPU avanzadas necesarias para construir los clústeres utilizados para entrenar modelos de IA de última generación. Sin embargo, el límite no es el único obstáculo. También se exige una certificación de «Usuario Final Verificado Universal» que autoriza a las empresas fuera de países de interés a utilizar estos chips. Además, las solicitudes de pequeñas cantidades de GPU (aproximadamente 1.700 chips H100) de universidades, instituciones médicas y organizaciones de investigación requieren «notificación gubernamental», no licencia. Esto garantiza que los chips sean enviados a través de canales legítimos y no sean desviados hacia países como China.

Chips ilimitados para 18 países

Los chips avanzados están disponibles sin restricciones para 18 países: Australia, Bélgica, Gran Bretaña, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, Japón, Países Bajos, Nueva Zelanda, Noruega, Corea del Sur, España, Suecia y Taiwán, además de Estados Unidos. En total, 11 países de la UE, de los 27 miembros, tienen acceso sin limitaciones.

2. Para los Estados Unidos, la IA es «su» producto

Los inventores del chip o circuito integrado fueron Jack Kilby de Texas Instruments en 1958 y Robert Noyce de Fairchild Semiconductor en 1959, quienes hicieron posibles los chips tal como los conocemos hoy. Kilby fue galardonado con el Premio Nobel de Física en 2000 por su invención. Mientras tanto, Noyce lanzó el microprocesador en 1971, lo que revolucionó la computación.

La investigación en IA en Estados Unidos tiene sus orígenes en el ámbito militar, donde inicialmente se utilizaba para mejorar las capacidades de defensa y seguridad nacional. Con el tiempo, la IA se ha expandido a diversos sectores, pero el sector militar sigue siendo un motor clave en la investigación y el desarrollo de tecnologías avanzadas de IA, tanto para aplicaciones bélicas como para la defensa nacional.

Las grandes empresas también han jugado un papel crucial en el desarrollo de la IA, no solo en su utilización sino también en su financiación. Conocemos a las «Magníficas Siete» Alphabet, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla, que han invertido miles de millones en la investigación de la IA:

  1. Alphabet (Google): Adquirió DeepMind en 2014 y ha invertido más de $8.6 mil millones en investigación en IA.
  2. Amazon: A través de Amazon Web Services (AWS) y Alexa, ha invertido más de $10 mil millones anuales, enfocándose en machine learning y automatización.
  3. Apple: Con su asistente Siri, ha realizado cientos de millones en investigación, además de adquirir startups de IA como Xnor.ai.
  4. Meta (Facebook): Ha invertido más de $10 mil millones anuales en investigación, especialmente en procesamiento de lenguaje natural (NLP) y reconocimiento de imágenes.
  5. Microsoft: Ha comprometido más de $2 mil millones en IA cognitiva, con productos como Azure AI y asociaciones con OpenAI.
  6. Nvidia: Líder en el desarrollo de hardware para IA, especialmente en GPUs, ha invertido más de $6 mil millones anuales.
  7. Tesla: Enfocada en vehículos autónomos, ha invertido cientos de millones en IA para optimizar sus sistemas de conducción.

Estados Unidos: ¿Quiere una UE dividida o a dos velocidades?

El 11 de febrero, durante la sesión plenaria del Parlamento Europeo, la Comisaria Henna Virkkunen, encargada de Soberanía Tecnológica, Seguridad y Democracia, fue interrogada por la Comisión ITRE sobre las recientes restricciones impuestas por Estados Unidos a la exportación de chips de inteligencia artificial avanzados. Estas restricciones suponen un grave desafío para el funcionamiento del mercado único de la UE, su soberanía tecnológica y la cohesión interna del bloque, al clasificar a los Estados miembros en diferentes categorías, socavando los principios de la política comercial común y amenazando el desarrollo de la inteligencia artificial en Europa.

Virkkunen expresó la preocupación de la Comisión Europea, subrayando que, mientras es un interés legítimo para Estados Unidos que la UE compre sus chips de IA, las restricciones podrían llevar a una Europa a dos velocidades en cuanto a los servicios de IA. Las restricciones también presentan riesgos para la libre circulación de bienes y servicios habilitados para IA. La Comisaria abogó por el uso de todos los medios diplomáticos para solicitar que Estados Unidos trate a la UE de manera no discriminatoria, ya que levantar las restricciones beneficiaría tanto a la UE como a EE. UU.

La UE, con su Ley Chips y el Fondo homónimo, está invirtiendo fuertemente en el desarrollo de capacidades tecnológicas, apoyando a las PYME y empresas emergentes en la fabricación de chips para IA. Además, la presidenta von der Leyen lanzó la iniciativa «Invest AI» para movilizar 200.000 millones de euros, incluidos 20.000 millones para gigafábricas de IA.

Conclusión

Es indiscutible que la administración de Biden ha tomado decisiones clave en el ámbito de la política exterior y la seguridad, especialmente en relación con la guerra en Ucrania. El apoyo firme a Ucrania fue una estrategia que reflejó la alineación de intereses entre EE. UU. y la UE, en una lucha común contra la invasión rusa. Sin embargo, la decisión de imponer restricciones tan severas a la exportación de chips avanzados a la UE, especialmente con la normativa de enero de 2025, sorprendió a muchos. A pesar de la estrecha colaboración, tanto en el campo de la defensa como en los principios democráticos, esta medida parece haber puesto a la UE en una posición de desventaja tecnológica, limitando su acceso a recursos clave para la transición digital.

La pregunta surge: ¿Pudo la administración Biden haber anticipado mejor las consecuencias de esta decisión para la cohesión interna de la UE? Tal vez, dada la fortaleza de las relaciones transatlánticas y la historia compartida, se podría haber trabajado de manera más proactiva con la UE, ofreciendo un diálogo más profundo sobre las implicaciones de estas restricciones antes de su implementación. Si bien las medidas respondieron a preocupaciones de seguridad nacional, la falta de una preparación adecuada en la UE, sumada al impacto directo en su autonomía tecnológica, ha evidenciado una brecha inesperada.

Si este tipo de decisiones ha revelado las vulnerabilidades de un sistema interdependiente, donde las alianzas estratégicas pueden no ser suficientes si no se consideran los efectos secundarios a largo plazo, sin embargo, ahora, más que nunca, la Unión Europea debe cerrar filas y defender lo que hasta ahora ha sido la razón más sólida de su proceso comunitario: su mercado común europeo. Frente a las tensiones y desafíos globales, es imperativo que la UE refuerce su autonomía tecnológica, fortalezca sus capacidades industriales y mantenga su cohesión interna. La unidad en la diversidad siempre ha sido su mayor fortaleza, y es precisamente en este momento cuando debe reafirmar su compromiso con la innovación y la competitividad en el mercado global. Con una visión común y un esfuerzo conjunto, la UE puede seguir siendo un actor clave en la economía mundial, no solo como socio, sino también como líder en las tecnologías del futuro. Finalmente, la realidad es que las decisiones que se toman en este ámbito nos afectan a todos, directa o indirectamente.