CEPAL. Estudio Económico de América Latina y el Caribe. PERÚ

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PERÚ

1. Rasgos generales de la evolución reciente
El crecimiento económico del Perú se aceleró en 2018 y ascendió al 4,0%, aproximándose a su potencial, frente a un 2,5% registrado en 2017, gracias a una recuperación de la demanda interna, que repuntó después de superar los impactos sufridos en 2017 a consecuencia del fenómeno natural de El Niño y de la paralización de obras de inversión relacionadas con casos de corrupción. Cabe destacar como causas principales de la aceleración del crecimiento el mayor dinamismo del consumo y la inversión. El primero se sustentó en la aceleración del crecimiento de la masa salarial y el crédito. La segunda creció alentada por un nuevo ciclo de inversión en el sector de la minería.

El déficit en la cuenta corriente aumentó al 1,6% del PIB, debido a la ampliación del déficit de servicios. La economía continuó recibiendo flujos de inversión directa, atraída por la recuperación de los precios de los minerales, aunque el monto se redujo con relación al PIB en comparación con el de 2017. Paralelamente, el incremento de la tasa de referencia de la Reserva Federal de los Estados Unidos provocó que aumentara la salida neta del resto de los flujos. El conjunto de estas dinámicas condujo a una pérdida relevante de reservas internacionales, que amortiguó la depreciación del tipo de cambio. A pesar de esta pérdida, la economía continúa contando con una de las razones de reservas internacionales en relación con el PIB más altas de la región.

El déficit fiscal se redujo hasta el 2,3% del PIB, debido a la contención de los gastos y a la recuperación de los ingresos tributarios. El nivel de deuda pública del sector público no financiero ascendió al 25,8% del PIB, uno de los niveles más bajos de la región. Las saneadas cuentas fiscal y externa incentivaron a los inversionistas a entrar con fuerza a la adquisición de bonos soberanos en moneda local, lo que permitió avanzar en la sustitución de deuda en dólares por deuda en soles.

La tasa de inflación se situó en un 1,3% en promedio durante 2018 y cerró el año en un 2,2%, contenida dentro del rango fijado como meta.

De acuerdo con los datos disponibles de 2019, el crecimiento económico del primer trimestre se mostró débil, en un entorno global más complicado y la continua tensión política interna, y el PIB creció un 2,3%. En los primeros cuatro meses, el déficit en la cuenta corriente aumentó hasta el 3,1%, debido a la caída de los precios de las exportaciones, aunque la balanza comercial continuó mostrando superávit. En el mismo período, la cuenta fiscal presentó un nivel de superávit holgado, a la espera de la reactivación de la inversión pública. Tras la evolución observada en los primeros meses de 2019, se espera para el final del año un nivel cómodo de déficit, que mantendría la deuda pública en niveles del PIB similares a los de 2018.

La inflación a mayo de 2019 se situó en un 2,7%, dentro del rango fijado como meta, y hasta junio el banco central mantuvo la tasa de interés de referencia inalterada en un 2,75%.

Para el conjunto del año, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) espera que el crecimiento se mantenga en un 3,2%, apoyado en la resistencia del consumo privado y de la inversión minera (que ya cuenta con varios proyectos iniciados). En cuanto al sector público, se prevé que continuará la senda de consolidación fiscal y que la inversión pública se resentirá debido al cambio de autoridades subnacionales. El sector externo hará una contribución exigua al crecimiento, y solo en la medida en que la producción minera se recupere en el segundo semestre y los precios de los minerales se fortalezcan.

2. La política económica

a) La política fiscal

El déficit del sector público no financiero disminuyó 0,7 puntos porcentuales del PIB y se situó en el 2,3% del PIB en 2018 (frente al 3,0% en 2017). Esta fuerte reducción, que fue mayor de lo que se había anticipado, se produjo gracias al contexto de aceleración de la actividad económica y estuvo apoyada por el compromiso del Gobierno con el ajuste fiscal, que según la regla fiscal vigente debería llevar el déficit público al 1% en 2021.

El déficit se redujo debido al incremento de los ingresos corrientes, que aumentaron del 18,1% del PIB en 2017 al 19,3% del PIB en 2018, al mismo tiempo que se contenía el gasto no financiero, que se incrementó apenas del 20,0% en 2017 al 20,2% en 2018. Como resultado, el déficit primario del sector público no financiero se redujo del 1,8% al 0,9% del PIB.

La mejora en los ingresos provino de los ingresos tributarios. En concreto, se produjo un aumento de la recaudación de impuestos a la renta (de 0,3 puntos porcentuales) y al valor agregado (de 0,4 puntos porcentuales), en consonancia con la recuperación de la demanda interna y gracias a los mayores beneficios de las empresas mineras.

Por su parte, el comportamiento del gasto no financiero presentó un aumento de solo 0,2 puntos porcentuales, como consecuencia de un incremento de los gastos de capital asociado a obras de infraestructura vial, obras de infraestructura para los Juegos Panamericanos que tendrán lugar en el país en 2019 y la aceleración de la ejecución del plan integral para la reconstrucción , que llevan a cabo los gobiernos regionales y locales (0,1 puntos porcentuales cada uno). El gasto corriente, en tanto, se mantuvo estable con relación al PIB.

La deuda bruta continuó incrementándose y pasó del 24,9% de PIB en 2017 al 25,8% del PIB en 2018. El peso de la deuda pública interna aumentó (16,9% del PIB), mientras que el de la deuda externa se mantuvo estable (8,8% del PIB). En la deuda interna se incrementó significativamente el peso de los bonos soberanos debido a nuevas emisiones, al mismo tiempo que se redujo ligeramente el peso de los préstamos de corto plazo. En el acumulado hasta abril de 2019, los ingresos corrientes continuaron creciendo en términos reales (6,7%) impulsados por los ingresos tributarios. Los gastos no financieros, por su parte, se estancaron (0,4%) y se destacó la caída de los gastos de capital a raíz del cambio en los gobiernos regionales y locales. Se espera que en el segundo semestre se acelere el gasto de capital, a medida que las autoridades reactiven la inversión. No obstante, se espera que el déficit fiscal para la totalidad del ejercicio continúe reduciéndose, si bien la magnitud dependerá del nivel de desempeño que muestre la demanda interna y de la evolución de los precios de exportación.

b) La política monetaria

La política monetaria mantuvo una posición expansiva en 2018, dado el entorno de inflación controlada y con el fin de impulsar el crecimiento del producto hacia su potencial. De esa forma, la tasa de referencia de la política monetaria se redujo en dos ocasiones —en enero y marzo de 2018—, pasando del 3,25% al 2,75%.  En consonancia con la rebaja de la tasa de referencia, en 2018 la tasa de interés activa promedio en moneda nacional presentó un descenso generalizado hasta mayo (pasando del 15,9% en enero al 14,1% en mayo) y posteriormente un ligero repunte asociado a los episodios de volatilidad debidos a las subidas de las tasas internacionales (llegando al 14,3% en diciembre).

Las tasas de interés en moneda extranjera mostraron un aumento durante el año (del 6,8% al 7,9%), a la par del incremento de las tasas internacionales. Las rebajas de la tasa de interés en moneda nacional se trasladaron en mayor medida a los segmentos de consumo, pequeñas empresas y crédito hipotecario, y en menor medida a los segmentos corporativo y de grandes empresas.

El recorte de las tasas de interés, unido a expectativas de mejora moderada de la economía para consumidores y empresarios a lo largo del año, aceleró la tasa de crecimiento del crédito al sector privado, elevándola en promedio anual del 4,9% en 2017 al 8,5% en 2018, lo que apoyó la recuperación del consumo (el crédito al consumo creció un 12%) y la inversión privados (el crédito hipotecario aumentó un 9% y el crédito a empresas un 7%). Hasta junio de 2019, la tasa de referencia continuó en un nivel del 2,75%, como respuesta a los indicadores que reflejaron el débil desempeño de los sectores primarios y, por ende, una actividad por debajo de su potencial.

El banco central mantuvo una comunicación neutral a propósito de la evolución de la tasa de referencia en el futuro, dada la contención de la inflación dentro del rango meta y a la espera de los cambios ante el debilitamiento de la actividad económica mundial. Hasta ese mismo mes de 2019, la tasa de interés activa promedio se mantuvo estable, en consonancia con la ausencia de cambios en la tasa de referencia nacional y en la de la Reserva Federal de los Estados Unidos, y se ubicó alrededor del 14,5% (las tasas en moneda extranjera se mantuvieron bastante estables y tampoco tomaron tendencia).

En variaciones acumuladas hasta abril de 2019, el crédito empezó a desacelerarse levemente y presentó una tasa de crecimiento promedio anual del 8,3%, arrastrado por una leve desaceleración del crédito a empresas (6,3%), mientras que el crédito al consumo (13,4%) y el crédito hipotecario (9%) continuaron dinámicos.

c) La política cambiaria

En 2018, el banco central intervino sistemáticamente en el mercado cambiario ayudando a frenar la depreciación del tipo de cambio, ya que este mantiene un régimen de flotación administrada. Dado el contexto de fortalecimiento del dólar durante el año, el deterioro de las cuentas externas y el menor ingreso de capitales extranjeros, en 2018 el tipo de cambio sufrió tensiones depreciatorias.

A lo largo del año, el banco central intervino indirectamente y contribuyó a la oferta de dólares, recortando la tasa de encaje de los depósitos en moneda extranjera y liberando depósitos de la banca comercial en el propio banco central mediante la amortización de operaciones de recompra (repos), entre otros instrumentos, con el resultado de que el sol mostró una baja volatilidad relativa entre las monedas de la región.

Por su parte, el tipo de cambio real efectivo del sol se depreció solo un 0,8%, en promedio. En los cuatro primeros meses de 2019, cedieron las tensiones depreciatorias y el tipo de cambio real efectivo del sol experimentó una apreciación del 0,8% respecto del último cuatrimestre de 2018, tendencia que aprovechó el banco central para aumentar la posición de cambio, realizando intervenciones de compra, y facilitando la recuperación de los depósitos de la banca comercial, mediante la emisión de operaciones de recompra.

3. La evolución de las principales variables

a) El sector externo

El déficit de la cuenta corriente aumentó de 2.669 millones de dólares en 2017 a 3.594 millones de dólares en 2018 (montos equivalentes al 1,3% y el 1,6% del PIB, respectivamente). Esto se debió, principalmente, a un aumento del déficit en la balanza de servicios, de 0,5 puntos porcentuales del PIB entre 2017 y 2018 (con lo que llegó al 1,1% del PIB), impulsado por el incremento de los viajes de peruanos al exterior y menores exportaciones de seguros.

El resto de los rubros solo experimentaron variaciones marginales: el superávit de la balanza de bienes aumentó 0,1 puntos porcentuales del PIB (fue del 1,6%), gracias a un aumento del valor de las exportaciones mayor que el incremento del valor de las importaciones, mientras que el déficit de la balanza de rentas disminuyó 0,1 puntos porcentuales debido a un crecimiento relativo inferior al del PIB (llegó al -5,3%) y el superávit de transferencias se contrajo 0,1 puntos porcentuales (fue del 1,6%) debido a una alta base de comparación del año anterior, por la ejecución de una fianza de obra —si bien las remesas continuaron creciendo un 6% en términos nominales—. La exportación de bienes experimentó una desaceleración significativa en términos de valor (pasó de un crecimiento del 22,5% en 2017 a uno del 8,0% en 2018) debido, en parte, a la estabilización de la base de comparación y a algunos problemas en la producción.

La expansión de 2018 fue resultado de una mejora de los precios (6,3%) y, en menor medida, del aumento de los volúmenes (2,0%). La contribución de las exportaciones tradicionales se redujo, mientras que la de las no tradicionales se amplió. Por su parte, el valor de las importaciones anotó una desaceleración nominal menor (su crecimiento pasó del 10,2% en 2017 al 8,1% en 2018). El crecimiento de 2018 fue resultado del aumento de los precios (6,5%) y, en menor medida, del volumen (1,5%). Como consecuencia de la evolución de los precios de exportación e importación, los términos de intercambio se mantuvieron estables y solo mostraron una variación del -0,1% en 2018, en contraste con la mejora del 7,5% registrada en 2017.

En cuanto a la cuenta financiera, en 2018 el país recibió financiamiento neto del exterior por un monto de 1.537 millones de dólares, lo que significó una reducción a la mitad respecto al año anterior como porcentaje del PIB (del 0,7% en 2018, frente al 1,4% en 2017). Esta reducción, unida al mayor déficit de la cuenta corriente, condujo a una desacumulación de reservas internacionales de 3.500 millones de dólares, de modo que dichas reservas descendieron a un nivel de 60.200 millones de dólares (pasando de un 29,6% del PIB en 2017 a un 26,8% del PIB en 2018).

La economía recibió menos capitales netos del exterior. La razón fue que, si bien se continuaron recibiendo flujos de inversión directa (atraídos por el nuevo ciclo de inversión minera y la mejora en la manufactura), se amplió la salida neta del resto de los flujos de capitales. Esto se debió especialmente a la inversión de cartera, ya que se observó una mayor inversión de cartera en el extranjero por parte de nacionales, junto con una desinversión en cartera peruana por parte de extranjeros, como reflejo de un menor apetito al riesgo por parte de los mercados y del efecto de los aumentos de tasas de la Reserva Federal de los Estados Unidos durante el año.

En los primeros cuatro meses de 2019, el valor de las exportaciones disminuyó un 5,4% en relación con el mismo período del año anterior, una caída explicada por una disminución de los precios (7,4%), a pesar del incremento del volumen exportado (2,2%). Las principales disminuciones se registraron en el valor de productos mineros y petróleo. En el mismo período el valor de las importaciones se contrajo un 0,7%, lo que se explicó por una caída tanto de los precios (0,2%) como del volumen (0,5%).

La contracción se produjo en mayor medida en el valor de los bienes de consumo, mientras que el valor de los bienes de capital mantuvo su crecimiento. Estas tendencias condujeron a una reducción del superávit comercial en el primer trimestre de 2019, lo que se unió a un empeoramiento del déficit en la balanza de rentas, con lo que la cuenta corriente arrojó un mayor déficit (3,1% del PIB).

Por otra parte, en la cuenta financiera aumentaron de manera importante los flujos de financiamiento recibidos (inversión directa y financiamiento de largo plazo al sector público), lo que permitió una rápida acumulación de reservas internacionales.

b) El crecimiento económico

En 2018, el crecimiento de la economía se aceleró y llegó a una tasa del 4,0%, frente al 2,5% registrado en 2017, gracias a la recuperación del consumo privado y de la inversión, pública y privada. Por el lado de la demanda, el consumo privado fue el principal motor e hizo una contribución al crecimiento de 2,4 puntos porcentuales del PIB (frente a 1,7 puntos porcentuales en 2017), dinamizado por la mejora del mercado de trabajo formal, el incremento del salario real, el dinamismo del crédito y la incorporación de 750.000 migrantes venezolanos a la economía nacional.

La inversión privada mejoró su aporte al crecimiento (0,6 puntos porcentuales), estimulada por el nuevo ciclo de inversión en minería, en que destacan los proyectos de cobre y hierro. El sector público contribuyó en menor medida, por medio del gasto público (0,4 puntos porcentuales) y de la inversión (0,3 puntos porcentuales), en un contexto de consolidación fiscal y dificultades en la ejecución de obras. Por su parte, las exportaciones continuaron aportando al crecimiento. Sin embargo, su aporte se redujo (de 2,1 puntos porcentuales en 2017 a 1,1 puntos porcentuales en 2018) debido al escaso dinamismo de los sectores tradicionales —afectados por cortes en la producción en algunas minas y leyes menores del mineral—, a pesar del buen desempeño de los productos no tradicionales, agropecuarios, pesqueros, textiles y químicos.

A su vez, el comportamiento de las importaciones no reflejó plenamente la expansión del producto y su crecimiento se desaceleró (su aporte al crecimiento de la economía fue de -1,3 puntos porcentuales en 2018 frente a –1,9 puntos porcentuales en 2017), lo que fue explicado por la desaceleración de los volúmenes de compra de insumos, a pesar del aumento de los precios, en particular del petróleo. En línea con la recuperación de la inversión, se dinamizaron las importaciones de bienes de capital, mientras que las importaciones de bienes de consumo se desaceleraron.

A nivel sectorial, la recuperación de la actividad provino de una mejora generalizada en todos los rubros, liderados por los sectores no primarios. La manufactura experimentó un fuerte crecimiento, impulsado por la producción de harina y aceite de pescado, y contribuyó al crecimiento del PIB con 0,8 puntos porcentuales (frente a 0,0 puntos porcentuales en 2017).

La agricultura creció gracias a mejores condiciones climáticas y aportó 0,4 puntos porcentuales al crecimiento del PIB (frente a 0,1 puntos porcentuales en 2017). La construcción, en línea con la evolución de la inversión, aumentó su aporte a 0,3 puntos porcentuales (frente a 0,1 puntos porcentuales en 2017). El único aporte negativo provino de la industria extractiva, que restó al crecimiento 0,2 puntos porcentuales, en contraste con un aporte positivo de 0,4 puntos porcentuales en 2017.

En el primer trimestre de 2019, el PIB creció un 2,3% y mostró un enfriamiento de la demanda interna, en el que se redujo la contribución de todos los componentes, el consumo privado (que aportó al crecimiento 2,1 puntos porcentuales), el consumo público (0,2 puntos porcentuales) y la inversión privada (0,3 puntos porcentuales), e incluso se contrajo la inversión pública (que restó al crecimiento 0,3 puntos porcentuales). También se produjo un frenazo de la demanda externa, que registró una contracción de las exportaciones (con un aporte negativo al crecimiento de 0,2 puntos porcentuales). La debilidad se reflejó en todos los sectores económicos, que sufrieron una desaceleración generalizada.

c) La inflación, las remuneraciones y el empleo

Durante 2018 la tasa de inflación subió a un 1,3% en promedio y cerró el año en un 2,2% a diciembre, con una trayectoria ascendente, impulsada por los precios de la energía y los alimentos. Esta tendencia continuó hasta mayo de 2019, cuando la inflación llegó a un 2,7%, aún dentro del rango meta del banco central (de un 2%, con bandas de un 1% hacia arriba o hacia abajo).

No obstante, se espera que la inflación disminuya durante el segundo semestre del año ante la previsible ausencia de presiones inflacionarias (entre otros factores, se espera una menor inflación importada, por el descenso del precio de ciertos insumos —petróleo, trigo y soja—, se observa una contención de los costos laborales debido al aumento de la inmigración y, en general, se prevé una brecha del producto negativa para el año).

En cuanto al mercado de trabajo a nivel nacional, en 2018 se mantuvo estable la tasa de ocupación (69,5%) y la tasa de desocupación disminuyó (fue del 3,9% en 2018, frente al 4,1% en 2017). En consonancia con la mejora de la actividad, el empleo formal aumentó un 3,9% y el salario medio de este se incrementó un 3,5% en términos reales. En el primer trimestre de 2019, el empleo formal y el salario medio moderaron su crecimiento al 2,6% y el 1,7%, respectivamente.