La 60ª Muestra Internacional de Arte, comisariada por Adriano Pedrosa, abrió sus puertas el sábado 20 de abril y se clausurará al domingo 24 de noviembre de 2024. “Me siento honrado y agradecido – declaró Pedrosa – por este prestigioso cargo, especialmente por ser el primer latinoamericano en comisariar la Exposición Internacional de Arte de la Bienal, y de hecho el primero en residir en el hemisferio sur del mundo”.
Adriano Pedrosa (Brasil) es el Director Artístico del Museu de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand – MASP desde 2014, donde ha comisariado numerosas exposiciones, entre ellas Historias de la Danza (2020) e Historias de Brasil (2022). Fue honrado con el Premio Audrey Irmas a la Excelencia Curatorial 2023, otorgado por la Central de Estudios Curatoriales del Bard College de Nueva York.
Caminar en medio de la creatividad del mundo es algo muy especial, cada país envía su tarjeta de presentación, permite conocer «el estado del arte» en el cual se encuentran.
Un país que tiene al centro de la exposición al visitante es el Pabellón es Malta. Un sólo artista es el expositor, en lo que antes fueron exposiciones colectivas, esta vez sólo un investigador que culminó su tesis doctoral sobre un argumento que es la Exposición de Malta en la 60 Bienal de Venecia, es Matthew Attard, quien está muy interesado en ubicar su práctica dentro del dibujo contemporáneo a través de un enfoque multimedia que resalta la naturaleza versátil, performativa y temporal del dibujo. Su interés por entender la mirada como forma de dibujo. Una experiencia única que él artista la describe de este modo:
«Dentro del pabellón, los visitantes son recibidos por una yuxtaposición de elementos físicos y tecnológicos representados a través de una serie de paredes. La pared escultórica, que presenta dibujos a lápiz sobre paneles de piedra reconstituida, es una interpretación contemporánea de los exteriores llenos de barcos de las capillas de los caminos. En el centro del espacio rodeado por tres pantallas, el público participa en la disección de un proceso de seguimiento ocular, que representa simbólicamente las superposiciones de múltiples capas entre la intención humana, la interpretación tecnológica y la coautoría.
El ojo, como metáfora y punto de conexión, encarna al ser humano y la tecnología, mostrando una interacción entre el ojo de Matthew, el «ojo» del rastreador ocular y un ojo algorítmico.
El diálogo está ejemplificado por un dibujo generado continuamente de un barco, difuminando la línea entre la entrada humana intencional y la creación automatizada. Una pantalla grande narra visualmente esta exploración, transformando los datos del movimiento de las olas en una búsqueda simbólica de barcos, encapsulando la búsqueda duradera de la humanidad por la esperanza en medio de la incertidumbre. Los códigos QR invitan a los visitantes a participar en el dibujo digital, ampliando el ámbito de la autoría colectiva a través de la transformación algorítmica. Las contribuciones individuales se fusionan a la perfección en una representación unificada, lo que subraya la naturaleza colaborativa del proceso artístico dentro del paisaje digital.
En I WILL FOLLOW THE SHIP, el propio barco surge como un símbolo atemporal de esperanza y posibilidad, que trasciende las limitaciones del tiempo y la incertidumbre. Ya sea tallado en las paredes desgastadas de una capilla o representado digitalmente, este símbolo resuena en la era actual del progreso tecnológico. Lo que una vez fue un barco físico, transformado en marcas tangibles en las paredes, ahora existe como una serie de puntos y líneas de código en el dominio virtual; su viaje está marcado por la tecnología.
Al igual que el mar sin límites, el reino de los datos no tiene bordes, se expande constantemente y provoca preguntas. A medida que navegamos por las corrientes del tiempo, tanto reales como imaginarias, recordamos la interconexión de todas las cosas: pasado, presente y futuro.»
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