Los BRICS desde Kazan intentan reconfigurar un Nuovo Orden Global ¿en democracia?

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Antes de partir hacia la cumbre de los BRICS en Kazán, Xi Jinping dio un discurso crucial en China, durante una inspección militar, vistiendo uniforme militar. Subrayó la importancia de que el ejército chino esté preparado para la guerra. En este discurso, Xi destacó que las fuerzas armadas deben estar en constante alerta y enfocarse en la modernización y preparación militar. Este mensaje refleja la postura más asertiva que China ha adoptado en temas de defensa, en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas globales.

El viaje de Xi a Kazán también fue simbólico, ya que su avión fue escoltado por cazas rusos al llegar, lo que subraya la alianza estratégica y militar entre China y Rusia en la región. Esta escolta de cazas rusos no solo resalta la cercanía de estas dos potencias, sino que también envía un mensaje claro de unidad militar en un contexto geopolítico cada vez más tenso. Los dos hombres se entienden.

No solo ellos dos. Además de China y Rusia, otros países clave como India, Irán y Venezuela que también han sido invitados a unirse al bloque, reforzando su influencia geopolítica. En cuanto a Venezuela, su inclusión en el bloque no está exenta de complicaciones, ya que algunos de los presentes no lo reconocen como ganador de las últimas elecciones. Esto plantea un ‘impasse’ que veremos cómo sortean en los próximos encuentros. ¿Será finalmente miembro pleno del BRICS? Lula, consciente de la relevancia del bloque, no dejó espacio para ambigüedades sobre su alineación con el ‘nuevo orden mundial’. Aunque su cautela se hizo presente al ahorrarse el viaje debido a una caída en casa, lo dejó claro por streaming cuando realizó su polémica declaración sobre ‘quitarle a Occidente el monopolio de las vacunas’. Esta afirmación refleja la intención de reducir la dependencia de Occidente en áreas estratégicas, como la producción farmacéutica. México por ahora se abstiene de participar en BRICS, puede ser un rotundo no o Sheinbaum espera el resultados de las elecciones de los Estados Unidos, si su amiga Kamala será presidente.

El protagonista es China, pero lo rodean el 45% de la población mundial: Los países del bloque BRICS representan casi la mitad de la población mundial, lo que les otorga un enorme peso demográfico; el 71% de la producción mundial de acero: este es un indicador clave de su influencia en la infraestructura y la industria pesada; el 69% del carbón mundial: China e India, en particular, son grandes productores y consumidores de carbón, un recurso clave en sus economías; el 32% del petróleo: Sin contar a Arabia Saudita, los BRICS controlan una porción significativa de las reservas de petróleo global, lo que les otorga influencia en el mercado energético; el 62% de los ferrocarriles: Los países BRICS cuentan con extensas redes ferroviarias, lo que facilita el transporte y el comercio interno y transfronterizo; el 47% de la producción mundial de trigo: Rusia y China, en particular, son grandes productores de trigo, vital para la seguridad alimentaria global.

Con un 45% de la población mundial, los BRICS no solo representan una potencia demográfica, sino que también controlan el 71% de la producción mundial de acero, el 69% del carbón y el 32% del petróleo global. Su poder económico no radica en transformar recursos, como lo hace Europa, sino en ser los proveedores clave de los mismos.

Con un peso demográfico y recursos naturales de gran envergadura, los BRICS no solo dominan la producción de materias primas clave como el acero y el carbón, sino que también controlan una porción significativa de las reservas globales de petróleo y alimentos. Esto los convierte en actores esenciales en la economía global, especialmente en un momento en que Europa carece de recursos propios.

Europa, en su búsqueda por cambiar su sistema productivo y liderar la transición verde, ha perdido primacía. En lugar de promover un desarrollo equilibrado, se ha sumergido en una guerra que ha debilitado sus servicios y empobrecido a su ciudadanía, todo mientras las industrias bélicas prosperan.

Después de más de dos años de repetir que Putin estaba aislado y que las sanciones lo habrían llevado a la pobreza, el supuesto triunfo de Ucrania nunca se ha materializado.

Vemos, en cambio, a un Putin que se mantiene en una posición reforzada, con China a su lado. Muchos países desean generar desarrollo con este grupo que, como base, se opone a las medidas paternalistas de Europa: sanciones, llamados de atención, aislamientos selectivos. Algo de esto sabemos en América Latina.

Todos recordamos el fuerte apoyo que Macron brindó a Lula durante su campaña presidencial en Brasil, prometiendo que el Acuerdo Mercosur-UE se firmaría después de 20 años de negociaciones. Sin embargo, apenas elegido Lula, surgió la crítica de Macron, argumentando que debido a los incumplimientos medioambientales por parte de Brasil, el acuerdo no se firmaría. Esto no fue más que un espectáculo indeseado, una burla a la diplomacia. ¿Qué sentido tuvo entonces todo ese comportamiento? El comportamiento de Macron no solo fue incoherente, sino que dejó en claro que los acuerdos son meras promesas que se deshacen a conveniencia, mostrando una falta de compromiso real con el desarrollo global.

Situaciones similares se han visto en otros contextos, como Turquía, que ha estado entrando y saliendo del debate sobre su posible adhesión a la Unión Europea durante años. Al final, Turquía nunca será miembro de la UE, al igual que el Acuerdo Mercosur-UE parece estar condenado a seguir siendo una promesa vacía.

Es hora de cambiar de enfoque, porque si verdaderamente hablamos de desarrollo, las acciones deberían reflejar las palabras.

Si bien el mundo que los BRICS están proponiendo no es necesariamente mejor, es innegable que está ganando terreno mientras Occidente, y en particular Europa, parece aferrarse a un sistema en decadencia. El verdadero peligro radica en que, mientras Europa sanciona a Rusia y premia a Israel, el bloque BRICS sigue creciendo en los márgenes, conformando una nueva realidad cerca de los Urales que Occidente deberá vigilar con cautela. Si Europa desea mantener su relevancia en este nuevo escenario global, deberá abandonar su paternalismo y aprender a dialogar de manera efectiva con los BRICS, o se arriesga a quedar rezagada en el proceso de transformación geopolítica.