Jair Bolsonaro: o renuncia a su cargo o lo destituyen

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El Presidente de Brasil, imitando a su mentor norteamericano, Donald Trump se ha enemistado con sus ministros, gobernadores, con los congresistas de ambas Cámaras y con el presidente de la Corte Suprema de Justicia.

Las polémicas con el gobernador de Sao Pablo, Joao Doria, han alcanzado un tal grado de grosería, que es impropio para un Presidente de la República. Doria, por su parte, se está convirtiendo en uno de los líderes más importantes de la oposición a Bolsonaro; este líder, sumado al gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, (del Partido Social Cristiano), han hecho caso omiso de las políticas del Presidente, quien ignora los letales efectos de la pandemia. (Tanto en Brasil como en Estados Unidos son los estados los que tienen en sus manos los temas de la salud, entre otros).

Brasil tiene el récord latinoamericano de muertos y contagiados a causa con Covid-19: más de 4.000 y 50.000 respectivamente. Este País-Continente tiene distintas realidades según los estados que lo integran, así, el nordeste carece de sistema de salud, lo mismo ocurre en la región del Amazonas, (sobre todo en la ciudad de Manaos); Sao Pablo, la ciudad más rica de Brasil, por su parte, tiene copado su sistema de salud; y para qué hablar de Río de Janeiro, donde en las favelas los mismos traficantes se encargan de imponer la cuarentena.

Bolsonaro se cree un rey, y se ha dado el lujo de pedir la renuncia a sus ministros de gabinete cada vez que alguno de ellos levanta cabeza o bien, pretende resistirse a la implementación de sus políticas. Hace unos días pidió la renuncia del ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, quien había logrado resistir gracias al apoyo de sus colegas, especialmente de los ministros militares y del más popular de todos, el civil ex juez, Sergio Moro, ministro de Justicia, quien se hizo famoso por haber llevado la causa y la posterior sentencia en el caso de Lava Jato, quien condenó a prisión a Inácio Lula Da Silva, (hecho que le impidió ser candidato a la presidencia de la república).

Hoy, Bolsonaro es un Presidente sin poder, pues son los militares, por la vía del vicepresidente Hamilton Mourao y del ministro de la Casa Presidencial, el almirante Walter Brasa, quienes gobiernan la nación. Los militares desprecian al capitán Bolsonaro no sólo por su baja graduación, sino también porque su paso por el ejército fue menos que bueno. 

Tanto Trump como Bolsonaro tiene un buen tercio de la población que lo apoya y le sigue ciegamente; (cuando Trump, por ejemplo, recomendó a los ciudadanos como medicamento para acabar con el virus que utilizara lejía, sobre la base de materiales de limpieza, ya hay 100 cien fanáticos de sus seguidores que han casi muerto por usar estos desinfectantes). En el caso de Bolsonaro, también hay un grupo de fanáticos, especialmente evangélicos, que lo siguen y lo aplauden en todas las manifestaciones en contra de la cuarentena, (en una de estas últimas manifestaciones, tanto Bolsonaro como sus    adeptos, desprotegidos, tuvo un ataque de tos, ´simulado o no´).

En otro orden de cosas, los hijos de Bolsonaro, Flavio y Carlos, tienen varias causas pendientes en la justicia por corrupción, hechos que han llevado a una pelea entre el Presidente de la República y el jefe de la Corte Suprema, Celso Mello.

Bolsonaro también pidió la renuncia del jefe de la policía federal, Mauricio Valeixo, a causa de las investigaciones policiales sobre la corrupción en la que han incurrido los hijos de Bolsonaro. Este jefe de policía era el hombre de confianza del ministro de Justicia, Sergio Moro, por consiguiente, con el mínimo de dignidad, el ministro Moro decidió renunciar por medio de una carta en que denuncia el delito de intervención ilegítima del Presidente en la policía.

Bolsonaro ya había perdido el apoyo de los partidos políticos de centro y los militantes hacían sonar las cacerolas, en que pedían la salida del Presidente. El Jefe de Estado, quien ha pretendido cerrar el Congreso y, además, planificar un golpe militar, similar al de 1964, esta vez no ha logrado imponer su voluntad.

La renuncia de Sergio Moro, el más popular de sus ministros, ha precipitado la crisis de gobernabilidad en Brasil, y el ex Presidente Henrique Cardozo, le ha pedido con toda claridad que renuncie a su cargo.

En medio de esta encrucijada sólo restan dos caminos: uno de ellos, (que pudiera ser largo y engorroso), que se inicie el juicio de empeachment y, el otro, que renuncie voluntariamente.

Hasta ahora Bolsonaro es un rey sin corona, y no es imposible que los militares decidan no seguir prestándole apoyo, lo cual precipitaría el fin de la crisis. 

De todas maneras, a estas alturas Brasil se ha hecho ingobernable, además, la crisis económica que atraviesa la región tendrá el efecto del derrumbe definitivo de la derecha fascista brasileira.

 

Ministro Moro de Brasil con el Ministro de Justicia de los Estados Unidos.