Por Cécile Alduy, profesora de Literatura en la Universidad Stanford. Autora de Marine Le Pen prise aux mots. Décryptage du nouveau discours frontiste. (Marine Le Pen, descodificando el nuevo discurso del FN. Paris: Seuil, 2015)
Nuestro Columnista Florent Sardou hospeda a la Profesora Cécile Alduy y nos hace conocer su artículo, el cual ha sido traducido por la «Boite Creative» casa de traducciones que dirige, precisamente, Florent Sardou.
A pocas semanas de los atentados que sembraron la muerte en París, Francia revela al mundo una cara muy distinta de aquella orgullosa y enlutada, que suscitaba compasión y admiración. No más Francia tolerante, patria del ideal “libertad, igualdad, fraternidad”, que Barack Obama celebraba, sino una Francia que recurre a sus miedos para justificar el repliegue, la xenofobia y el autoritarismo asumido. Doble duelo. De nuestros muertos y de nuestros valores.
Las “triangulares” y los “desistimientos republicanos” de la segunda vuelta pudieron menoscabar los avances electorales del Frente Nacional (FN), en términos de escaños y de Presidencias de regiones. Pero, qué importa el detalle de los resultados definitivos: cuando el Frente Nacional alcanza el 30,6 % de los votos a nivel nacional en la primera vuelta; los franceses sitúan a la cabeza del pódium a Marine Le Pen junto a su obsesión por la “inmigración bacteriana”; Sophie Montel, en la región Borgoña-Franco Condado, defiende en 1996 los dichos de Jean-Marie Le Pen sobre “la evidente desigualdad entre las razas”; o Marion Maréchal-Le Pen, en PACA (Región Provenza-Alpes- Costa Azul), juzga en Présent (diario francés de ultraderecha) que “los musulmanes no pueden tener exactamente el mismo rango que la religión católica”; si ya, de todas formas, ha habido un gran perdedor. Estas elecciones firman la derrota de la razón. Derrota, porque los atentados han sumido al país en el reino de la emoción y de lo visceral. Y lo impensable nos subordina a su lógica, bloquea toda reflexión, nos confina en la irracionalidad.
Fragilización de la política
Lejos de suscitar un impulso democrático, este traumatismo ha fragilizado la confianza, ya dañada, hacia los otros y hacia lo político. Excepto entre los votantes frentistas, sobremotivados con los acontecimientos por estar ya preparados para leer, realizadas, las profecías sobre “las guerras interétnicas” (regularmente anunciadas por el Frente Nacional). Porque este partido (FN) abiertamente anti-intelectual, que valoriza el “sentido común del pueblo” y que se nutre de prejuicios, es a la vez el partido que más reflexiona sobre el peso de las palabras y el que propaga el “prêt-à-penser” (ideas predefinidas) más rígido y menos propicio a la reflexión como actividad crítica.
Por un lado, el Frente Nacional coopta, desviando ciertos valores republicanos esperanzadores. Por otra parte, propone desde hace cuarenta años la misma “novela nacional” estancada en el tiempo, que vende más un mito que análisis. Negación de pensar al otro en su complejidad y en su devenir; de pensar la historia de Francia como algo muy distinto a un simple fresco glorioso; de pensar al individuo más allá del círculo estrecho de las tradiciones heredadas y de los lazos sanguíneos y de parentesco; conminación a creer ciegamente en las autoridades establecidas, amalgamas… Su discurso es una negación brutal de todo aquello por lo que Francia es, justamente, admirada en el mundo: el espíritu crítico, el pensamiento racional, la investigación histórica. Sin embargo, los medios de comunicación ya no dan el espacio para permitir una lectura cabal de esta impostura.
Ávidos de pequeñas frases sensacionalistas y de imágenes más que de análisis, merman el discurso, lo fragmentan en citas y destruyen así la posibilidad de que el público, por sí solo, pueda hacer una lectura crítica. ¿Cómo identificar cuáles son los valores realmente liderados por Marine Le Pen, que denuncia el 28 de noviembre que los terroristas quieren “dividir a los franceses, oponerlos los unos a los otros”, si sus palabras, tomadas casi textualmente de François Hollande (“¿Que quieren los terroristas? Dividirnos, oponernos”), no se corresponden con la lógica secreta de su discurso completo? Un discurso de venganza, cuando el del Presidente hablaba de fraternidad. Se trata, entonces, de una derrota de la razón, porque el pensamiento ha sido derrotado. No desmantelado, sino fragmentado, copiado y pegado, cortado en cubos catódicos consumibles, pero indigestos para el espíritu.
Pero, el colapso de la razón no es, en absoluto, exclusividad del Frente Nacional. La derrota es también política y semántica, antes que electoral. Los partidos de gobierno, tanto de derecha como de izquierda, padecen de un error de análisis del mercado político: cada uno de ellos intenta identificar las demandas de los electores, tomando al Frente Nacional como modelo de estas aspiraciones. De ahí que exista una escalada hacia los partidos de derecha en temas identitarios y migratorios desde la Presidencia de Sarkozy, y sobre temas de seguridad y de autoridad desde el gobierno de Manuel Valls. Esta estrategia no puede sino reforzar al partido Frente Nacional (validado por sus imitadores), enturbiando la imagen de los otros partidos, vueltos incomprensibles a fuerza de renegarse. La “des-demonización” del FN es tanto obra de Marine Le Pen, que hizo suyas las palabras de la República, como la de aquellos que normalizan su discurso al repetir sus “clichés”, desde el “choque de las civilizaciones” hasta el simbolismo ambiguo de la privación de nacionalidad.
Ante tal escenario, urge reconstruir una oferta política alternativa, coherente e independiente del programa frentista. Retomar el combate cultural, reflexionar en lugar de reflejar el “mundo- FN”, elaborar un programa claro en sus valores y en sus acciones, actualizar, en vez de sacralizar una “República” convertida en tótem. Es decir: volver a pensar.
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La Boite Creativa
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