PARTICIPACIÓN DE CHILE EN OPERACIONES DE PAZ EN ÁFRICA: UNA POLÍTICA EXTERIOR CON VOCACIÓN GLOBAL. Por JORGE RIQUELME RIVERA

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En septiembre de 2015, durante la Cumbre sobre Operaciones de Paz celebrada en Nueva York, la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, manifestó el compromiso del país en participar en operaciones de paz en África. En la ocasión, entre otros elementos, planteó que “Chile tiene una tradición de firme compromiso con la paz, la seguridad internacional, el respeto de los derechos humanos y la promoción de la democracia. Por eso, la cooperación para la seguridad global es una de sus prioridades en política exterior”.

Preliminarmente, y siguiendo las directrices señaladas por la Presidenta Bachelet, el despliegue chileno en África se realiza en las siguientes tres etapas: Despliegue de oficiales en los cuarteles generales en 2016; Despliegue de unidades militares (ingenieros y helicópteros) en 2017; y Despliegue de una Unidad Médica (Conjunta e integrada con civiles) en 2018.

En la práctica, de conformidad con los lineamientos señalados por la Presidenta, actualmente se encuentran cuatro efectivos chilenos (tres hombres y una mujer) integrando los cuarteles generales de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA), localizados en Bangui.

Considerando las perspectivas de retirada de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), históricamente la participación de Chile más importante en operaciones de paz -en términos cualitativos y cuantitativos-, así como el hecho que actualmente el país tiene la más baja participación de contingente nacional en tales operaciones desde el año 2002, esta nueva participación en África representa una oportunidad para elevar el prestigio y la estatura estratégica nacional, como un país comprometido con los grandes temas que debe enfrentar la comunidad internacional en el plano de la paz y la seguridad.

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Y en el ámbito doméstico, representa igualmente una instancia apropiada para aumentar el diálogo entre la Cancillería y el Ministerio de Defensa Nacional, en el entendido que las preocupaciones de seguridad y defensa de Chile, en la medida que el país densifica su presencia global y avanza hacia el desarrollo, crecientemente trascienden el plano meramente vecinal. No debe olvidarse que las políticas exterior y de defensa son políticas públicas fundamentales para optimizar la inserción internacional de cualquier país. En consecuencia, su coordinación y coherencia es un asunto de alta trascendencia para Chile, nación que ha dado muestras notables de vocación internacionalista, como lo demuestra su interés por incorporarse en el Foro Regional de ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) y el Acuerdo de Gestión de Crisis firmado entre Chile y la Unión Europea en 2014, que le permitirá al país participar en las misiones de paz europeas, muchas de las cuales se encuentran justamente desplegadas en el continente africano.

Lo anterior, por cuanto para un país de menor tamaño relativo a nivel global, como lo es Chile, la estabilidad internacional está íntimamente vinculada con sus posibilidades de desarrollo, especialmente al considerar el modelo económico abierto al mundo que ha asumido este país.

Al mismo tiempo, tal vocación internacionalista se proyecta bajo un prisma latinoamericano, como lo demuestran las relevantes relaciones de Chile, en el ámbito de la defensa, con otros países de la región, como son Argentina, Brasil, Colombia y Ecuador, entre otros. Sin olvidar la relevante participación de efectivos chilenos en la MINUSTAH, así como el reciente despliegue de observadores en la Misión Política Especial en Colombia.

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Es necesario resaltar que la participación en África no nace de un mero capricho. A través de la participación en operaciones de paz las fuerzas armadas alcanzan elevados niveles de entrenamiento y profesionalización. Por lo demás, la mayor parte de la agenda del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas está enfocada en África, región que también está en el centro de las preocupaciones de seguridad de importantes socios de Chile, como son Estados Unidos y la Unión Europea.

También, cabe señalar que distintos países de América Latina están replanteando y potenciando sus relaciones con África, donde varios países tienen efectivos desplegados. Especialmente notable es el ejemplo de Brasil, que impulsó fuertemente su relaciones con África a partir de la presidencia de Lula da Silva, multiplicando sus Embajadas en la zona, especialmente en consideración de los intereses brasileños en materia energética (PETROBRAS tiene inversiones en distintos países productores de petróleo), cultural (Brasil posee la mayor población afrodescendiente del mundo fuera de África); y de política multilateral (las relaciones con África buscan apoyos a la estatura internacional de Brasil, como potencia regional y líder del mundo en desarrollo).

Asimismo, la participación en África es coherente con el interés de Chile por ampliar su presencia en mecanismos multilaterales, en tanto África representa una gran cantidad de votos ante candidaturas chilenas que eventualmente se presenten en organismos internacionales.

Por lo tanto, si bien los escenarios de seguridad en África –como es el caso de la República Centroafricana– son claramente más complejos que los que se ha enfrentado antes, representan una clara oportunidad de entrenamiento en terreno para los tropas y, sobre todo, son una instancia particularmente propicia para impulsar la presencia y prestigio internacional de Chile, como un país solidario y comprometido con la región más pobre del mundo, pero con enormes expectativas hacia el futuro, en un contexto global cada vez más multipolar.

Esta presencia en África en el futuro deberá ampliarse ostensiblemente, en términos de número de efectivos, medios y cobertura geográfica. Si hasta ahora la selección de misiones para participar ha obedecido al principio de evitar los riesgos del personal desplegado y la “importación” de conflictos -particularmente aquellos relacionados con el terrorismo- en el futuro se deberá, de seguro, asumir desafíos con más riesgo y en condiciones de mayor incertidumbre, pero que conllevan, asimismo, mayores aportes a la paz y seguridad internacionales.

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