Marco Rubio en Jerusalén: sin arrepentimiento de Hamás, apoyo total a Netanyahu

0
164

El 14 y 15 de septiembre, el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, realizó su primera visita oficial a Israel desde que asumió el cargo. El viaje se desarrolló en un clima de alta tensión regional, marcado por la guerra en Gaza, las divisiones internacionales respecto al rol de Israel y la búsqueda —cada vez más débil— de una tregua humanitaria.

“Hamás atacó Israel el 7 de octubre… y siguen atacando”.
—Marco Rubio, secretario de Estado de EE.UU.

La frase, pronunciada por Marco Rubio durante su visita oficial a Jerusalén, marcó el tono de todo su viaje. No se trata —dijo— de un ataque aislado, sino de una estrategia sostenida de agresión. Con esas palabras, el secretario de Estado cerró cualquier expectativa de arrepentimiento o moderación de Hamás, y reforzó la narrativa israelí de que no hay alternativa a su neutralización total.

Reafirmación de la alianza con Netanyahu

Rubio se reunió en Jerusalén con el primer ministro Benjamin Netanyahu, a quien transmitió el “apoyo inquebrantable” de Washington a las operaciones militares israelíes contra Hamás. Subrayó tres objetivos:

  1. Neutralizar a Hamás como actor armado en Gaza,

  2. Garantizar la seguridad de Israel frente a ataques transfronterizos,

  3. Lograr la liberación de los rehenes aún en manos del grupo palestino.

Aunque mantuvo un tono firme, Rubio evitó hablar de plazos o condiciones para un cese de fuego, lo que fue interpretado como un espaldarazo a Netanyahu en momentos en que el gobierno israelí enfrenta crecientes críticas internacionales por el elevado número de víctimas civiles.

La visita arqueológica: política y simbolismo

Uno de los momentos más comentados del viaje fue la presencia de Rubio en el parque arqueológico City of David y la inauguración de la llamada Pilgrim’s Road. Para el gobierno israelí, este proyecto arqueológico refuerza la narrativa histórica de Jerusalén como “capital eterna e indivisible” del pueblo judío. Para los palestinos, en cambio, constituye un acto de legitimación de la ocupación en Jerusalén Este.

La participación de un alto funcionario estadounidense en esta inauguración fue leída como un gesto político de gran peso simbólico, que fortalece las reclamaciones israelíes y debilita las expectativas de neutralidad de Washington en las negociaciones de paz.

El factor Doha y las tensiones diplomáticas

La visita tuvo lugar pocos días después de un ataque israelí en Doha, dirigido contra líderes de Hamás. El hecho tensó las relaciones con Qatar, país que en los últimos años había mediado entre Israel y el movimiento islamista palestino. Rubio, al ser consultado sobre este episodio, evitó condenar a Israel, pero señaló la importancia de mantener vínculos con Qatar y otros países árabes, conscientes de su papel estratégico en cualquier salida negociada.

Este equilibrio precario ilustra la estrategia de Rubio: respaldo pleno a Netanyahu, pero sin romper completamente los puentes con los mediadores regionales.

Críticas internacionales y derechos humanos

Las palabras y gestos del secretario de Estado no pasaron desapercibidos. Diversos gobiernos árabes y organizaciones internacionales expresaron su malestar, recordando que la ofensiva israelí en Gaza ha causado miles de muertes, en su mayoría civiles. Grupos de derechos humanos criticaron a EE.UU. por “dar carta blanca” a Israel en operaciones militares que podrían constituir violaciones al derecho internacional humanitario.

La posición estadounidense, con Rubio a la cabeza, contrasta con la de la Unión Europea, que, aunque dividida, ha manifestado mayor presión para alcanzar una tregua inmediata.

Implicaciones geopolíticas

La visita de Rubio a Israel se inscribe en una coyuntura más amplia:

  • En EE.UU., responde a una agenda interna donde el apoyo a Israel goza de fuerte respaldo bipartidista, aunque también encuentra voces críticas en sectores demócratas progresistas.

  • En Medio Oriente, envía un mensaje a Irán y a sus aliados de que Washington no abandonará a Netanyahu, incluso en escenarios de creciente aislamiento diplomático.

  • En el ámbito global, refuerza la idea de que la política exterior estadounidense en la región sigue condicionada por la seguridad de Israel como prioridad absoluta, incluso por encima de los llamados internacionales a la moderación.

Conclusión

La visita de Marco Rubio a Israel no trajo anuncios de tregua ni avances hacia una solución negociada. Más bien consolidó la imagen de un EE.UU. alineado de manera incondicional con Netanyahu, dispuesto a sostener la ofensiva militar a pesar del costo humano y del deterioro de la imagen internacional de Israel.

El paso por Jerusalén dejó en claro que, en el tablero regional, Washington sigue apostando a la fuerza como garante de estabilidad. Pero también planteó una incógnita: ¿hasta qué punto este apoyo podrá mantenerse sin erosionar la credibilidad estadounidense como actor mediador y sin profundizar la fractura entre Occidente y el mundo árabe?