La circulación de efectivo en América Latina experimentó importantes variaciones entre el 2020 y el 2024, superando en todos los casos el promedio observado entre 2015 y 2019. Estos cambios se originan en el impacto de la pandemia y los estímulos monetarios aplicados en los distintos países, también ocasionado por las modificaciones estructurales en los medios de pago, así como la aceleración de la digitalización financiera.
México lideró con un notable crecimiento acumulado del circulante de 95.4%, muy por encima del promedio regional. Su impulso se concentró en los billetes de alta denominación con un 102.5%, lo cual sugiere una fuerte demanda de dinero físico para protegerse de la incertidumbre económica y posiblemente una elevada informalidad. Colombia lo sigue con 80.7%, también con un peso considerable de billetes de alto valor de 71.8%.
Perú ocupó el tercer lugar en crecimiento del circulante total con 61.3%, destacando por un crecimiento más equilibrado entre billetes de alta denominación con un 57.6% y baja denominación con un 43.5%. Esto indica un uso extendido del efectivo en diversos niveles de transacción. En contraste, Chile mostró un crecimiento más moderado con un 43.3%, aunque se mantiene parejo entre ambas denominaciones, lo que sugiere una economía con menor dependencia estructural del efectivo.
Uruguay con un 42.0% y Brasil 32.8% registraron las menores expansiones del circulante en el quinquenio. En el caso uruguayo, el crecimiento estuvo concentrado en los billetes de alta denominación con 37.8%, mientras que los de baja solo alcanzan un 10.7%. En Brasil, lo más destacado fue la fuerte disminución de los billetes de baja denominación de -15.4%, lo cual podría responder a un desplazamiento hacia los pagos digitales, especialmente para montos menores.
Este panorama revela una transición desigual en la región: mientras algunos países mantienen una fuerte demanda por efectivo, otros muestran señales claras de digitalización de pagos.