En una densa y tres veces coronada ciudad de Lima se encuentran 361 sitos arqueológicos en un área, aproximada de 4,865 Ha., el crecimiento de la ciudad y su correspondiente cementación hacen irreconocible lo que fuera en un tiempo la construcción preinca. La Huaca Mateo Salado se encuentra situada en el cercado de Lima colindante con los distritos limeños de Pueblo Libre y Breña con una extensión de 16.4 hectáreas, es un espacio alrededor del cual se destacan construcciones modernas de hasta 20 pisos.
Mateo Salado, nominativo que deriva del nombre francés Matheus Salade quien llegó de Europa, vivió como ermitaño en el complejo arqueológico hasta que fuera acusado, sentenciado por la Santa Inquisición y condenado a morir en la hoguera en 1573.
El complejo arqueológico fue construido por los Ichsma (en lengua quechua significa rojo) o cultura Pachacamac, se formó alrededor del 1100 d. C. luego de la desintegración del Imperio Wari en 1469 al ser absorbido por el Imperio Inca.
La desértica costa no fue una dificultad para quienes idearon canales de regadío permitiéndoles un alto nivel de vida gracias a los huertos y bosques.
Desde el año 2016, el Qhapaq Ñan – Sede Nacional se hace cargo de la investigación, conservación y puesta en uso social del complejo arqueológico, a través del Proyecto Integral Mateo Salado; esto debido a que Mateo Salado “es parte integrante del Qhapaq Ñan, por haber estado asociado directamente con el Gran Camino Principal Andino” (Resolución Directoral Nacional 1255-2009/INC). En este sentido, un camino amurallado derivado del tramo longitudinal costero del Qhapaq Ñan, y que provenía desde la Costa Norte, ingresaba a Mateo Salado para desde allí enrumbar a Maranga, Armatambo y Pachacamac. Un segmento de dicho camino se observa hoy adyacente al frontis Oeste de la Pirámide A. (Fuente: https://qhapaqnan.cultura.pe/)
Son loables todas las acciones dirigidas a promover la diversidad cultural y fortalecer la identidad, la autoestima de los peruanos y peruanas que consolidan el proceso inclusivo. Es por ello que ha sido muy apreciada la iniciativa del Centro Cultural Inca Garcilaso de acoger en su programa cultural la Muestra fotográfica “HUACA. Umbral entre los Tiempos” del fotógrafo Felipe Cortazar.
En el segundo piso de la que fuera Casa Aspillaga en el Jr. Ucayali 391, hoy sede del Centro Cultural Inca Garcilaso, un amplio salón compuesto por tres salas nos permite conocer la Huaca Mateo Salado, admirar la concepción del artista sobre cómo interpreta la contemporaneidad de un valioso monumento arqueológico, los colores de sus fotos exaltan su estado vital y nos hace reflexionar sobre nuestro temporáneo pasar por la tierra, mientras en silencio estos vestigios se mantienen solicitando nuestro cuidado.
Las palabras de inauguración estuvieron a cargo del Director, el diplomático Hernando Torres-Fernández quien destacó el trabajo de Felipe Cortazar pues no es la primera vez que expone en el Centro Cultural, pero, en este caso destacó que esta es “una Exposición de fotografía documental, está el ojo del fotógrafo, Felipe Cortazar es un fotógrafo con una inagotable curiosidad, “donde pone el ojo, pone la bala”. En este caso, él hace una crítica constructiva o una autocrítica sobre la conservación de los Monumentos que tenemos en Lima, tenemos más de 500 huacas, una mezcla de Centro ceremonial, de cementerio, de oráculo, existen una serie de teorías sobre la existencia de estos monumentos. Esta es una de las Huacas más grande que hay en Lima, 160,000 m2, se encuentra en Pueblo Libre. Tiene un nombre histórico, Matheus Salade, un luterano francés que combatía al Clero católico de entonces, fueron 80 los condenados a la hoguera, la Inquisición aquí funcionó, no en las dimensiones de España, por ejemplo, aquí él fue uno de los que murió en la hoguera. Él se refugiaba en la Huaca que ahora lleva su nombre. Lo que hace Felipe Cortazar es mostrarnos cómo está la Huaca actualmente y cada fotografía es muy reveladora” destacó que “en la última sala hay una fotografía con un muro de adobe que debe tener dos mil años con un grafiti que se ha convertido en parte del paisaje urbano, me preguntaba si no se puede quitar ese grafiti, si no se puede raspar para que el adobe quede original, pero ya hace parte del paisaje urbano, como nos explica Juan Villacorta, el curador de la Muestra, se queda así como muestra del diálogo entre la modernidad y lo antiguo”.
Para Juan Villacorta, curador, la Exposición «es un documental artístico, él mismo, Felipe Cortazar, habla de su visión de las cosas que nos invita a compartir, es la interpretación fotográfica que toma cuerpo y nos permite reconocer más claramente las cosas. Es muy importante destacar cómo es un proceso fotográfico como el de Felipe, porque hay una motivación inicial y hay un empeño en registrar fotográficamente, eso se ha visto acompañado por un proceso que pasó de mil imágenes a 300, luego a 150 y luego a 80. Con este número iniciamos a conversar. El curador, en mi caso, lo que hace es indicar qué faceta del diamante, que ya está en talla, puede ser afinada o pulida de una manera más neta y en ese sentido el trabajo es de una conversación que estamos hablando de puntos y comas, pero el texto ya está escrito. El texto de Felipe es un documental artístico en la ciudad de Lima, en la actualidad, el título se ajusta a su visión. Él actúa como un testigo, pero es un testigo que tiene una posición tomada, trabaja con el color porque le interesa los colores que Mateo Salgado ofrece de día, como de noche, en la actualidad, es una mirada en la que se recoge el sentir frente al olvido y a la falta de respeto hacia lo precolombino, esta posición está siendo asumida por un habitante contemporáneo en Lima, entonces a él no le interesa el tiempo, ni hacer que el tiempo se detenga, a él le interesa, como ciudadano, acercarse a un hito que es parte del tejido urbano pero al mismo tiempo no está integrado en el imaginario de esta ciudad, porque tal vez sea el sentido mayor, uno puede notar la presencia de Huacas, pero de ahí a integrarlas en el tejido vivo cultural de Lima, esa es otra historia. Él está viendo la Huaca, tanto de día, como de noche y está viendo de qué manera hay distintas iniciativas que hacen que la Huaca viva. En ese sentido, él se interroga y explora su pensamiento sobre cuál es nuestra relación con el pasado y él apuesta por la vida. Entonces, en esa afirmación visual, porque es una afirmación fotográfica-artística, recién tomó peso «HUACA. Umbral entre los Tiempos». Concluyendo señaló «la visión de los artistas es una visión que siempre nos avanza en el tiempo y creo que, en ese sentido, es muy importante que podamos confrontarnos frecuentemente con la visión de artistas, máxime, si se trata de artistas de la fotografía porque, este, es un país de fotógrafos».
Encontramos a Felipe Cortazar, nos explica que «la intención es darle una mirada contemporánea a la Huaca, cuando fui a ver la Huaca, no encontré un solo escenario, encontré múltiples facetas de la Huaca. Es un monumento donde se encontraban lugares sagrados, de ceremonias, donde vivían las autoridades, tenían varias funciones pero más que nada encuentras varios escenarios. Yo hago ver la belleza del material o alguna alegoría «que nosotros estamos de paso y que la Huaca se mantiene», hay varios discursos, hay una parte que hace alusión a que la Huaca ha sido olvidada, por siglos, hay cicatrices pero también tiene una parte de noche, nos hace ver cómo se vincula con el público, a partir de la recuperación, de la puesta en valor, con luces, recordando que la Huaca tenía colores, ahora está en adobe. Se realizan actividades para vincular a la Huaca con la comunidad, para apropiarnos de ella.
La parte final es la pregunta ¿qué vamos a hacer como sociedad por la Huaca? ¿cuál es su futuro? Porque toda civilización quiere tener bien puestos los pies en el presente, quiere mirar al futuro, pero debe tener el respaldo de su pasado. Ese es el mensaje de todo, la motivación fue esa, las múltiples facetas, son varios temas que me atrajeron. El futuro de la Huaca depende de nosotros, no solamente de las autoridades, es un trabajo de sensibilización, no ignorarlas, debemos valorarlas, saber que fue nuestro pasado pre-hispánico. Lima no tiene sólo un pasado colonial, sino tiene un pasado pre-hispánico y debemos defenderla. No hemos dado importancia a nuestro pasado, que se fue deteriorando no sólo ahora, esto viene desde la Colonia».
Fue reconocido el apreciado trabajo de la Curadora del Centro Cultural Inca Garcilaso, la dra. Gredna Landolt Pardo, quien nos explicó que tienen calendarizadas Muestras y Exposiciones hasta 2027. El trabajo del Centro Cultural es imparable y de gran calidad.
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