Los ministros de Agricultura del G20 se comprometieron a “trabajar en conjunto para alcanzar las metas de terminar con el hambre y promover la agricultura sostenible, a fin de lograr un futuro alimentario sostenible”, una de las tres prioridades definidas por la presidencia argentina del grupo:

Liberar el potencial de las personas

Las nuevas tecnologías están cambiando las estructuras tradicionales del trabajo. El sistema educativo también tiene que cambiar para capacitar a las personas para la vida y el trabajo en el siglo XXI.

El cambio tecnológico es extraordinario en su magnitud y en su velocidad. El surgimiento de nuevas tecnologías ha dado lugar al desarrollo de nuevas formas de trabajo que están cambiando rápidamente los procesos de producción en todo el mundo. Esto ofrece enormes oportunidades para alcanzar un desarrollo equitativo y sostenible, pero también presenta desafíos que están ejerciendo presión sobre la agenda del empleo, la protección social y la educación.

Las respuestas de política deben asegurar que la adopción de los cambios tecnológicos no generen exclusión, desintegración social o reacciones adversas. Proveer estas respuestas en forma coordinada también contribuirá a prevenir brechas excesivas en la adopción de tecnología entre países y una creciente desigualdad entre ellos.

Es necesario crear las condiciones para más y mejores empleos. Debemos proveer las herramientas y las habilidades para quienes están buscando un empleo, o para aquellos cuyos empleos están en riesgo de ser reemplazados por la automatización. Deberíamos explorar iniciativas globales que aseguren que todos tienen la oportunidad de desarrollar todo su potencial para beneficiarse de la nueva era tecnológica.

Intentaremos precisar los impactos que el cambio tecnológico está teniendo en la productividad, el crecimiento, el empleo y la desigualdad. Luego de una fase de diagnóstico, exploraremos las políticas necesarias para aprovechar las oportunidades y enfrentar los desafíos que presenta la tecnología.

La educación está en el centro de este debate. La educación empodera a las personas para forjar su propio futuro. Permite que puedan crear sus propias iniciativas y formar parte de una ciudadanía activa capaz de contribuir al desarrollo de un mundo que sea a la vez más equitativo y más sostenible.

Hacer que la nueva ola de avances tecnológicos sea lo más inclusiva posible requerirá una considerable inversión en capacitación y actualización de habilidades para la vida y el trabajo. También podrá requerir una adaptación en nuestras políticas fiscales o reformas estructurales.  Este es el momento para forjar las oportunidades y las habilidades que prepararán a nuestros ciudadanos para el cambio.

La declaración final de la reunión en Buenos Aires, alcanzada después de dos días de deliberaciones, reconoce el papel central de los países del foro en el sistema alimentario global y “la responsabilidad de contribuir de manera activa para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional mundial mediante el aumento de la productividad y de los ingresos agrícolas, y la promoción de un manejo sostenible de los recursos naturales”.

Preocupados por un freno en la disminución del hambre a nivel mundial —que afecta a 815 millones de personas—, los ministros afirmaron que la lucha contra este flagelo y la desnutrición “en todas sus formas solo puede abordarse de manera colaborativa, compartiendo opiniones y experiencias al respecto, coordinando acciones y sumando los esfuerzos de todos los actores nacionales e internacionales”.

El documento, consensuado por todos los países miembro, subraya asimismo la importancia de la innovación: “El desarrollo agrícola, la inversión y el comercio, así como el uso de los avances tecnológicos, han sido motores esenciales del extraordinario progreso humano en las últimas décadas y de la mejora en las condiciones de vida de millones de personas”. En este sentido, llama a “fomentar el uso de prácticas agrícolas innovadoras y tecnologías que mejoren la productividad y la sostenibilidad de la agricultura”.

Los ministros reafirmaron también la importancia de los suelos sanos para fortalecer el rol de la agricultura en el desarrollo humano y de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para fortalecer la productividad y la seguridad alimentaria, para promover una agricultura sostenible.

La declaración finalmente dedica una sección a la pérdida y desperdicio de alimentos. Reducir el impacto de esta realidad, sostiene el documento, “representa una triple victoria: aumentar la seguridad alimentaria; reducir la dependencia en los recursos hídricos, terrestres y climáticos, y mejorar los ingresos de los productores y de las empresas agropecuarias”.