“La tragedia ocurrida el 8 de agosto de 1956 en la mina Bois du Cazier en Marcinelle (Bélgica) dejó una huella imborrable en la historia nacional y europea.
Italia pagó el precio más alto: 136 de 262 mineros eran compatriotas nuestros. Italianos que habían decidido, con sufrimiento y dolor, abandonar su tierra para sostener, con dignidad y espíritu de servicio, a la nación que los había acogido. Sin pretensiones, pero con humildad y dedicación. La oscuridad de una mina a miles de kilómetros de sus lugares de origen ha envuelto sus vidas, pero el recuerdo de estos hijos de Italia sigue vivo en el agradecimiento de la comunidad nacional.
De hecho, hoy Italia celebra el «Día del Sacrificio del Trabajo Italiano en el Mundo»: un aniversario instituido en 2001 por el inolvidable Ministro Mirko Tremaglia para recordar a los trabajadores italianos caídos en todos los continentes y rendir homenaje a su contribución a la el desarrollo de las Naciones que la han elegido como ‘segunda patria’.
Marcinelle es una de las páginas más dramáticas de la gran historia de la emigración italiana. Una historia de derrotas, sacrificios, privaciones pero también de éxitos brillantes, de batallas ganadas y de resultados extraordinarios. En este día honramos también esta gran historia y renovamos el vínculo con nuestros compatriotas en el extranjero, hombres y mujeres que aman a Italia y que contribuyen a hacer que nuestra patria sea amada y apreciada en el mundo.” Giorgia Meloni
Estas palabras recuerdan, este 2024, cuánto sucedió en 1956 en Marcinelle, Bélgica cuando la vida de 136 familias italianas migrantes en Bélgica fueron sacudidas por la muerte en la mina de Marcinelle. Desde hace más de veinte años este día significa en Italia “seguridad en el trabajo”.
En Bélgica tampoco se olvida la tragedia, centenares de personas asistieron en Marcinelle a la 68ª conmemoración de la catástrofe del Bois du Cazier, ocurrida el 8 de agosto de 1956. Entre ellos se encontraban familiares, delegaciones de trabajadores, representantes políticos y sindicales, pero también ciudadanos. Los responsables del Bois du Cazier han elegido honrar de una manera sin precedentes a los trece supervivientes de la catástrofe, trabajadores que, el día de la tragedia, lograron volver a subir o se salvaron unas horas más tarde.
Es también considerada la fecha de “la integración”, uno por todos Elio de Rupo, quien perdió a su padre cuando tenía 5 años. Venía de una Italia muy pobre, cuya única habilidad era la fuerza de sus manos, su padre entró a trabajar en la mina de carbón Bois du Cazier, un pozo que funcionaba desde 1830 cuya profundidad aumentaba conforme se extraía el carbón habiendo llegado a 1,035 metros bajo tierra.
No olvidemos que Italia era el país perdedor de la guerra y Bélgica, la guerra, la había ganado. El primer ministro De Gasperi, ante el aumento del hambre, la falta de trabajo, de recursos naturales decia a los italianos “aprendan las lenguas y busquen trabajo en el extranjero”. Así fue.
Bélgica un país rico en recursos naturales, en particular de carbón, sus hombres no querían trabajar en ese arriesgado trabajo. Italia sin recursos naturales, abundaba en recursos humanos que era proporcional a sus necesidades económicas. De Gasperi suscribe un Acuerdo con Bélgica. Cada semana parten mil italianoss hacía Bélgica, de toda Italia llegan a Milán, parten en tren a Charleroi. Trenes con ventanas y puertas bloqueadas cruzan Suiza, no se puede correr el riesgo que alguno escape. A cambio Italia podía comprar carbón a precio rebajado, esto nunca se realizó porque cuando Italia pudo comprar el carbón belga ya había subido demasiado de precio. Fue una importante donación de carbón de parte de los Estados Unidos que permitió poner a funcionar las fabricas italianas.
La vida en Bélgica para los italianos no fue fácil. Para los belgas, los italianos habían perdido la guerra y llegaban a realizar trabajos que ellos rechazaban. Para las belgas, llegaban hombres que, si eran mineros durante la semana, el fin de semana se vestían bien y tenían deseos de divertirse, eran muy bien acogidos y apreciados, lo cual aumentaba el resentimiento masculino belga. No obstante el deseo de muchos italianos de volver a su tierra, no lo hacían por orgullo y otros por impedimento legal, habían firmado un contrato que los obligaba a trabajar obligatoriamente un año, por ello los encarcelaban, sin comida, para que decidan, por hambre, volver al trabajo.
De Gasperi primer ministro italiano y Fanfani ministro del trabajo logran un acuerdo que iguala la asistencia social belga a los italianos, esto da lugar a la “reunión familiar”, llegan las familias italianas, compuesta de cuatro, cinco hijos. Los hijos, desde 14 años entraron a trabajar en la mina de carbón, algunos padres de oponen, es el caso de Salvatore Adamo. Dal ’46 al ‘58 murieron en la mina 780 italianos, sin tomar en cuenta los que murieron en superficie por accidente o enfermedades derivadas de la vida bajo tierra.
A pesar de poder dejar de trabajar en la mina después de cinco años, la mayoría se quedó trabajando en las más de cien minas belgas. La educación gratuita, la positiva seguridad social, además, los italianos se destacan en el estudio, las puertas de la educación se abren. Inicia también el relance en patria con “el boom económico”, gracias al espacio dejado por esos miles de italianos expatriados por el hambre, las oportunidades en patria aumentan. En Bélgica, el fútbol se enriquece con Scifo, la musica con Adamo y la política con Di Rupo quien llega a ser primer ministro. No todos fueron gratificados, más de tres mil italianos murieron por Silicosi, que significa un pulmón que respira al 55%, además de la impotencia sexual. Luego la Silicosi fue reconocida como enfermedad del trabajo. Hasta que los vagones hacia Bélgica dejan de partir, inicia la migración española y greca hacia las minas belgas.
El punto que cambia la historia italiana es el incendio de la mina 1 con 260 hombres bajo tierra, tratan de salvarlos, hasta 775 metros bajo tierra estaba incendiado. El origen se debe al malentendido entre un minero italiano que se expresa mal, con un belga que entiende que deben subir el ascensor, lo hace bruscamente, el ascensor rompe una tubo metálico que choca con un tubo de aceite y rompe un cable eléctrico de un ventilador que desencadena un incendio alimentado por las vigas de madera. Tres semanas dura la tragedia, se mantenía la esperanza de encontrar algún sobreviviente, siempre se buscaba más abajo, tal vez a 1,035 metros, donde encontraron 50 muertos, aquellos que se refugiaron en la base.
Se realizaron funerales en Marcinelle y en la tierra de origen de aquellos que esperaban volver a casa vivos o muertos. La ayuda económica llega a las familias de parte de Bélgica y de las donaciones italianas. Para los belgas fue un gran impacto al tomar conciencia que por diez años mineros italianos habían trabajado 24/24 horas 3 horas de trabajo 3 de descanso, todos bajo tierra. Esa toma de conciencia cambia la percepción belga hacia la cultura italiana, hacia la comida italiana, en el ’59 se casa el Rey Alberto con Paola Ruffo di Calabria. Si el Rey Baldovino asiste a la desgracia de Marcinelle renunciara luego para dejar el reinado en manos de su hermano Alberto. Acaban de cumplir 65 años de matrimonio, no obstante, el reconocimiento de la hija fuera del matrimonio de Alberto y el perdón de Paola.
Los primeros pasos para la creación de la Unión europea fueron dados con la creación de la Comunidad del Carbón y del Acero en 1952, no fueron indiferentes ante esta dramática situación, el objetivo era dar seguridad a los trabajadores en las minas. El 1 octubre de 1959 los administradores y dueños de la minera fueron absueltos, en 1960 luego del apelo, será condenado el responsable belga de los trabajos en la mina.
Dura época para Europa, para Italia, de pasar de luchar en la guerra, a migrantes que trabajan en la mina de carbón, la desgracia de Marcinelle es un recuerdo inolvidable para Italia, determinó cambios sociales y la revaluación del ser italiano.
Volviendo a Elio Di Rupo quien quedó huérfano a 5 años, con una Mamá analfabeta que supo darle tanto amor e hizo de él un niño feliz. A los 17 años recibió una frase que le cambió la vida “Di Rupo vales algo: ponte a trabajar” le dijo su profesor, él recuerda que fue la primera vez que alguien lo trató de adulto, desde ese día inicio a trabajar y nunca paró hasta la actualidad. Con toda la adversidad encima, apellido italiano, hijo de Marcinelle, con su inmutable corbata michi encontró mucha resistencia hacia su capacidad de avanzar en la política. Dice que su fuerza nace de sus entrañas por ayudar a los demás, como una vocación. Como él sostiene en la vida todos tenemos necesidad de tener un reto, no cuenta qué has hecho ayer o qué cosa estás haciendo ahora. Lo que cuenta es lo que harás mañana, dentro de un año, dentro de diez años.