Después de Francisco: El Papa que el mundo espera, y que la Iglesia necesita. Por Martín Eduardo Botero Artículo especial – Abril 2025

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Francisco ha partido.
Y con él se cierra una era de la Iglesia marcada por el gesto, la humildad, la cercanía a los pobres y —no sin dolor— por ciertas omisiones difíciles de olvidar.
Fue el Papa del sur, pero no siempre el defensor del Sur.
Fue el Papa de los gestos, pero no de las definiciones.
Fue el Papa que prefirió bajar del trono antes que asumir la cruz de algunas verdades incómodas.

Ahora, el mundo vuelve los ojos a Roma.
Y sobre los muros milenarios del Vaticano se posa una sola pregunta, brutal y urgente:
¿Quién podrá sucederlo en este tiempo sin brújula ni ancla?

Porque no se trata solo de elegir un nuevo Pontífice.
Se trata de comprender que la Iglesia está en una encrucijada teológica, moral, geopolítica y espiritual.
Y que de la elección de este nuevo sucesor de Pedro dependerá no solo el rumbo de la fe católica, sino el equilibrio mismo entre civilización y barbarie.

I. El mundo no necesita un Papa viral. Necesita un faro.

En la era de las redes, de los escándalos fabricados y del culto a la imagen, la tentación será elegir un Papa mediático, simpático, contemporizador.
Sería un error.

El mundo no necesita un influencer en sotana.
Necesita un profeta con autoridad moral.
Uno que no pida perdón por existir, sino que sepa recordarle al mundo que hay un orden superior al capricho político o la agenda del poder.

II. La Iglesia no necesita ambigüedad. Necesita verdad.

Francisco, con su bondad pastoral, abrió debates que la Iglesia aún no ha sabido cerrar.
Dejó abiertas puertas sin definir senderos.
El próximo Papa debe volver a hablar con claridad doctrinal, sin miedo a las lágrimas de los medios ni al juicio de las encuestas.

No para castigar, sino para sanar.
No para excluir, sino para reafirmar.

La verdad no divide si es proclamada con caridad.
Pero la ambigüedad sí fragmenta, y ha dejado a muchos fieles sumidos en la confusión.

III. Un Papa que mire al mundo, pero que recuerde quién es.

La diplomacia vaticana es necesaria, pero no puede convertirse en un altar del relativismo.
El próximo Papa deberá recordar que no hay diálogo auténtico con quienes oprimen, torturan o asesinan en nombre de una ideología.

No más silencios ante Cuba.
No más neutralidades ante Venezuela, Nicaragua o la persecución religiosa en China.
La Iglesia no está llamada a ser funcional al globalismo ni al progresismo político.
Está llamada a ser contracultura, conciencia viva, testigo incómodo.

IV. ¿Y si volviera un Papa europeo?

O africano. O asiático.
La nacionalidad no es el problema.
El problema es la fidelidad. La verticalidad moral. El coraje para decir no.

El próximo Papa debe ser un padre, no un gestor.
Un mártir potencial, no un moderador institucional.
Alguien que vuelva a recordarnos que el mundo no necesita una Iglesia adaptada, sino una Iglesia que transforme.

V. Conclusión: el Pedro que necesitamos

Francisco nos enseñó a mirar el rostro del pobre.
Ahora necesitamos un Papa que nos recuerde el rostro de Cristo, con toda su ternura… y toda su verdad.

Que predique el perdón, pero también el arrepentimiento.
Que hable de amor, pero sin callar la justicia.
Que no tenga miedo de las lágrimas del mundo, ni de la cruz del Evangelio.

Un Papa que no sea moderno, sino eterno.
Porque solo desde la eternidad se puede responder a un mundo que ha olvidado quién es.

Martín Eduardo Botero
Abogado, escritor y observador de la historia sagrada

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Martín Eduardo Botero, colombiano de nacimiento. Abogado Europeo inscrito en el Conseil des Barreaux Europèens Brussels. Titular de Botero & Asociados, Bufete Legal Europeo e Internacional con sede en Italia, España y México. Letrado del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Presidente y fundador de European Center for Transitional justice y vicepresidente en la Unión Europea de la Organización Mundial de Abogados. Graduado en Jurisprudencia por la Universidad de Siena (Italia) con Beca de Honor del Ministerio de los Asuntos Exteriores italiano.  PhD en Derecho Constitucional Europeo por la Universidad de Bolonia con Beca de estudio del Ministerio de los Asuntos Exteriores italiano y la Unión Europea.  Su último libro lleva por titulo “Manual para la Lucha contra la Corrupción: Estrategia Global: Ejemplos y Buenas prácticas”.