BOZAR de Bruselas ha invitado al escritor somalí Nuruddin Farah, este 10 de mayo del año en curso en el Palacio de Bellas Artes donde será entrevistado por la periodista del diario belga flamenco De Morgen, Catherine Vuylsteke. Uno de los mayores escritores africanos contemporáneos, como lo define Salman Rushdie, el legendario autor somalí es un posible candidato para el Premio Nobel de este año. Exiliado desde los años setenta en varios países africanos y en los EEUU, Nuruddin Farah permanece constantemente en contacto con su país que se encuentra en todas sus obras literarias. Escribir, para él, es una manera de mantener vivo su país. Su obra es una de las más importantes de la literature africana anglofona, incluso de la literatura contemporánea inglés. Sus novelas han sido traducidas en quince idiomas.
La historia contemporánea de Somalia es trágica. En sus novelas, sin embargo, Farah describe la fuerza interior de las personas y su resistencia a una situación de horror que han soportado durante más de treinta años. Está involucrado en la política de su país, pero sin éxito, no pertenece a ningún partido político, actuando politicamente en su propio nombre. Lo que quiere hacer es promover un proceso de paz.
Crítico de las diferentes dictaduras en Somalia, no obstante, tiene su país de origen como tema de su escritura a fin de valorar lo mejor a través de sus novelas. «Este país, dice, ha cuidado de mi durante largo tiempo. Hoy tengo que cuidar de él, como lo hace un niño con sus padres».
Las mujeres predominan en su obra. Farah siente un gran pesimismo respecto a los hombres porque son responsables de la destrucción del país, han mal administrado el Estado. Las mujeres han sido y siguen siendo las principales víctimas de esta situación. Farah pone en ellas la esperanza de que la nación será salvada por ellas. Desde el inicio de las varias y continuas crisis en Somalia, la mujeres han logrado preservar los lazos familiares y se encargan de los niños, lo que representa una alternativa pacífica a la autodestrucción, obra de los hombres que se involucran en disputas políticas innecesarias, masticando khat todo el día y comprando armas que destruyen el país.
Siendo niño, Farah disfrutó de un trato preferencial en su familia. Fue enviado a la escuela, mientras que su hermana se quedó en casa «como sirviente,» dice. Y continúa describiendo la injusticia hecha a las mujeres: «nos sirvieron, a los hombres de la familia, los mejores platos. Nuestra ropa estaba lavada y planchada por las mujeres; nos daban, a los hombres de la familia, las piezas de carne más suculentas. Las mujeres comían los restos. Y mucho más. Mi madre era una poeta, pero no podía dedicarse a la poesía, si no a sus diez hijos, de lo contrario habría sido una poeta reconocida. »
Acerca de los refugiados, que, él mismo, como exiliado, abordó este tema en su obra «Yesterday, Today : voices from the Somali Diaspora ( Ayer, hoy: Las voces de la diáspora somalí)». Este libro describe la situación de los somalíes en la diáspora en el mundo y es una reflexión sobre la condición de refugiado, sobre la nación, la identidad y la creación.
Se trata, en una entrevista con el Wall Street Journal en 2011, de la piratería en Somalia. Las mentiras se perpetúan, en la prensa, en la televisión y en la radio, dice. Farah continúa su análisis: de hecho, los piratas no viven una vida de lujo, como imaginamos. No reciben grandes sumas de dinero procediendo de los rescates percibidos. De hecho, gran parte de este dinero se queda en los bancos en Abu Dabi o en Londres. El Estado somalí no está funcionando pero tampoco es el origen de la piratería. La piratería, segun Farah, se inició en respuesta al saqueo de los recursos en las aguas territoriales de Somalia por buques europeos y asiáticos, con banderas de todas las nacionalidades. Los barcos llegan en aguas somalíes armados y listos para la batalla, acompañados por lanchas rápidas que utilizan métodos de pesca prohibidos en otros lugares. A veces se vierten los residuos nucleares o químicos tóxicos en el mar, mientras que abren el fuego contra los barcos pesqueros somalíes en la proximidad.
Según Farah, la comunidad internacional no puede ayudar a Somalia (en referencia a la operación de Estados Unidos de intervención humanitaria ‘Restore Hope’ en los años noventa). Son los mismos somalís que tienen que resolver su suerte, porque ellos sólo son responsables de la situación actual.