Buen día, desde el Vaticano reciban un cordial saludo, soy el Padre Carlos Javier Díaz V.
La mañana de este domingo 20 de mayo, el Papa Francisco celebró la Santa Misa en la Basílica de San Pedro en la solemnidad de Pentecostés. 50 días después de la celebración de la Resurrección de Cristo, la Iglesia celebra que el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles y María Santísima.
En su homilía, el Santo Padre subrayó que el Espíritu Santo es la fuerza divina que cambia el mundo, cambiando los corazones y cambiando los acontecimientos. El Espíritu Santo “vence las resistencias; a quien se conforma con medias tintas, le ofrece ímpetus de entrega… hace caminar al que cree que ya ha llegado”. El Papa Francisco clamó por una renovación verdadera… “tantos prometen períodos de cambio, nuevos inicios, renovaciones portentosas, dijo el Papa, pero la experiencia enseña que estos cambios no satisfacen plenamente el corazón del hombre”. “El cambio del Espíritu es diferente, no nos libra repentinamente de los problemas, sino que nos libera desde dentro para afrontarlos… hace que no nos cansemos jamás de la vida”.
“Espíritu Santo – imploró el Santo Padre –, sopla sobre nosotros, haznos respirar la ternura del Padre. Sopla sobre la Iglesia, sopla sobre el mundo. Ven Espíritu Santo, cámbianos por dentro y renueva la faz de la tierra. Amén.”
Después de la Misa, al mediodía desde la ventana de los Palacios Apostólicos, el Papa minutos antes del rezo del Regina Coeli, indicó que con la solemnidad de Pentecostés termina el tiempo pascual. El día de la efusión del Espíritu Santo “inició la historia de la santidad cristiana, porque el Espíritu Santo es la fuente de la santidad”. La santidad es vocación de todos, no privilegio de pocos, recordó el Santo Padre. Además, el Papa Francisco citó las palabras del Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática Lumen Gentium: “Dios quiere santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente”. En su alocución el Papa se sirvió también de sendos pasajes de los profetas Ezequiel y Joel donde se demuestra que el Señor anunciaba al pueblo el designio de salvación a través del Espíritu. La exhortación del Sumo Pontífice, pues, fue a ser dóciles a la acción del Espíritu Santo, pues Él nos hace experimentar la alegría plena y favorece la madurez interior en la relación con Dios y con el prójimo. Asimismo, el Papa recordó los frutos del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí. “Por eso, dijo el Sumo Pontífice, hoy festejamos esta riqueza que el Padre nos regala”.
Y la súplica a María Santísima, de la que este lunes después de Pentecostés celebramos por primera vez la memoria litúrgica de Madre de la Iglesia, la súplica fue para que “obtenga a la Iglesia un renovado Pentecostés, una renovada jovialidad que nos dé la alegría de vivir y testimoniar el Evangelio”
En cambio, al terminar la oración mariana, el Papa Francisco, como en la Misa, volvió a invocar la paz para la Ciudad Santa de Jerusalén donde el día anterior se había llevado a cabo una vigilia de oración: “El Espíritu Santo suscite voluntad y gestos de diálogo y de reconciliación”. Por otra parte, el Santo Padre hizo un llamado para que termine la violencia en Venezuela, querido país golpeado por unas crisis social y económica terribles; la oración del Papa fue para que “el Espíritu Santo dé a todo el pueblo venezolano, gobernantes y ciudadanos, la sabiduría para encontrar el camino de la paz y de la unidad”. Además el Papa recordó a los miles de fieles que la Obra de la Infancia y Adolescencia Misionera cumplió 175 años; esta Obra, dijo el Papa, pone a los niños como protagonistas de la misión y agradeció a todos los niños comprometidos en la difusión del Evangelio mediante la oración y los gestos cotidianos de amor y de servicio.
Por último, el Papa anunció que el 29 de junio próximo, fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo, se llevará a cabo un consistorio para la creación de 14 nuevos Cardenales, “su proveniencia, dijo el Santo Padre, expresa la universalidad de la Iglesia que sigue anunciando el amor misericordioso de Dios a todos los hombres de la tierra”. Entre los nuevos cardenales se encuentran el arzobispo peruano Mons. Pedro Barreto, el arzobispo emérito mexicano Mons. Sergio Obeso Rivera y el prelado emérito boliviano Mons. Toribio Ticona, además el Patriarca caldeo de Bagdad en Irak, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el número tres del Vaticano, el Limosnero Pontificio y el obispo de Fátima Portugal, entre otros.
Gracias por la atención. Feliz semana para todos. Dios los bendiga.








