Por: P. Carlos Javier Díaz Vega

“Dar lo mejor de uno mismo”, es una expresión que el Papa Francisco usó en el Pre-Sínodo de los Jóvenes y en la exhortación apostólica sobre la santidad Gaudete et exultate donde el Santo Padre afirmaba que: “lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él” (n. 11).

El documento “Dar lo mejor de uno mismo”, publicado el pasado 1º de junio de 2018, afirma que el deporte es un instrumento de encuentro, de formación, de misión y santificación. En una sociedad dominada por el individualismo, el deporte, entonces, es un ámbito que se debe privilegiar.

Este documento está dirigido a todos los que aman el deporte. Particularmente a los deportistas y agentes de pastoral que se reconocen en el “gran equipo” del Señor Jesús, es decir, a los obispos, sacerdotes, pero especialmente a los laicos y de entre estos, por supuesto que a los jóvenes, ellas y ellos.

El mismo documento afirma que el Papa Francisco no es el primer Pontífice que se ocupa del tema del deporte, ya san Juan Pablo II lo hizo de mil maneras, pero también los Papas Pío XII, Pablo VI y Benedicto XVI.

Las virtudes en el deporte

Las virtudes del deporte que el documento “Dar lo mejor de uno mismo” subraya son: generosidad, humildad, sacrificio, constancia, alegría, espíritu de equipo, el respeto, la competitividad y la solidaridad.

El deporte no sólo abarca a los compañeros de equipo, sino también a los contrincantes, al entrenador, los aficionados, la familia. Todos ellos ayudan a “dar lo mejor de uno mismo”. Si un padre de familia juega con sus hijos, si los muchachos juegan en el parque o en la escuela, cuando el profesional celebra la victoria con los aficionados: todo eso es deporte.

Afirmación interesante del documento es que el deporte, además, puede abrir el camino a Cristo. Los millones de creyentes que lo practican están llamados a aspirar a la santidad, puesto que el deporte encamina hacia la plenitud de vida.

Estructura del documento

El documento consta de cinco capítulos: Capítulo 1 se titula Motivos y propósitos. Capítulo 2, El fenómeno del deporte (es decir, la realidad histórica del deporte). Capítulo 3, El sentido del deporte para el ser humano (comprensión antropológica del deporte). Capítulo 4, Desafíos a la luz del Evangelio (atentos con la degradación del cuerpo, el dopaje, la corrupción, el mal comportamiento de aficionados y espectadores). Capítulo 5, La Iglesia como protagonista (se refiere a los continuos esfuerzos que ella hace para la humanización de los deportes).

La Iglesia y el deporte

La Iglesia se acerca al deporte porque desea contribuir precisamente a la construcción de un deporte más auténtico y más humano. La Iglesia se interesa del deporte porque le interesa el hombre, todo el hombre. El deporte es un aspecto más de la cultura y a la Iglesia le interesa de igual manera como respeta y estima la ciencia, el aprendizaje, el trabajo, el arte, el amor, los compromisos sociales y políticos.

En cuanto a la atención pastoral, el documento afirma que dado que la Iglesia en sus parroquias, colegios, asociaciones, seminarios y miles de iniciativas realizaba de facto un diálogo entre fe y deporte, fue el Papa san Juan Pablo II quien, por primera vez, abrió en la Santa Sede una oficina dedicada a esta relación entre Iglesia y deporte, y esto ha sido un ejemplo para muchas diócesis.

El documento “Dar lo mejor de uno mismo”, aclara una cosa: no se trata de “crear” un deporte cristiano, sino de proponer una visión cristiana del deporte. Ninguno puede decir “este deporte es cristiano y es bueno; en cambio, aquél deporte no es cristiano y, por ende, es malo”.

La Iglesia está al servicio del deporte porque está al servicio de la humanidad. La Iglesia quiere salvaguardarlo de las situaciones que lo amenazan todos los días, en particular del engaño, las manipulaciones y el abuso comercial. Que no se olvide que el deporte es la alegría de vivir, de jugar, de divertirse; cuando se olvida esto entonces hay que redimirlo. La Iglesia está, pues, al servicio de todos los que trabajan en el deporte: atletas, voluntarios, remunerados, funcionarios, entrenadores, profesores, dirigentes, padres de familia, etc.

¿Qué es el deporte?

El documento no da una definición, pero sí una descripción: el deporte se asocia con el cuerpo humano en movimiento, es una actividad lúdica (perfeccionar un gesto particular, sobrepasar los propios logros o los logros de otro, jugar en equipo), además se sujeta a ciertas reglas y posee un carácter competitivo; asimismo en el deporte se debe garantizar la igualdad de oportunidades.

Personalmente me gustaron dos frases del documento: “En el deporte, la Iglesia está en su casa” y “En la Iglesia, el deporte está en su casa”. Padres de familia, parroquias, colegios y universidades, asociaciones y clubes deportivos, deporte profesional, medios de comunicación, ciencias especializadas y, por supuesto, la Iglesia tienen mucho que aportar para abrillantar la belleza y nobleza del mundo deportivo.

Por último, la Iglesia recuerda que el deporte necesita educadores y no simplemente proveedores de servicios, y aboga por un pacto educativo, por la no exclusión y por una visión ecológica del deporte.

Fotos: ©Panorámica