Tres mujeres: Lucia Annibali, Carla Fracci y Teresa De Sio se dieron cita en el Teatro Grassi con las lectoras del periódico milanés Corriere della Sera. El tema era la fuerza.
Lucia Annibali una joven abogada italiana que ha demostrado un gran valor, ha sido victima de un ataque físico, sus sufrimientos aún no terminan. Nos ha dicho que ha descubierto una fuerza que tiene su origen en el corazón y ayuda a la mente, corazón y mente se unen para mantener fuerte el cuerpo. Para ella el miedo sigue siendo un rumor que le recuerda cuanto ha vivido, volviendo a su casa una noche encontró en su puerta a los dos sicarios mandados por su ex-novio, tenían que matarla en cambio la han desfigurado.
Ha vivido un dolor insoportable, tanto que tuvo que trabajar sobre ella misma para engañar sus sentidos, imaginar encontrarse en un parque, ha sentido la desesperación y donde ésta te puede llevar si la sigues. Lucia no ha querido seguir esa línea negra. Se ha vuelto fuerte, tal vez ya lo era, pero se ha enriquecido aprendiendo a no sentirse victima, no se siente el abogado desfigurado, se siente Lucia, considera que volver a vivir y caminar con sus piernas hace de ella una vencedora. Recuerda cuando tuvo que ir a la Audiencia del Tribunal, encontrándose a los delincuentes, bien vestidos, peinados, mientras ella sufría. No, decidió pasar de la última fila a la primera y hacerse ver muy bien, ella hizo ver a quien tenía que juzgar el desastre que aquella gente le había generado. Es difícil entender su fuerza, seguramente Dios da la fuerza a cada uno en la medida de la prueba. Ella nos explica que para un quemado por el ácido la parte más compleja es la identidad, ser otra persona, una cara diferente, una nariz reconstruida, cambiada la forma de los ojos, es más difícil cuando encuentras personas que has conocido anteriormente.
El mensaje que ella nos da a nosotras las mujeres es: elijan bien, elijan lo mejor para ustedes, para realizar sus sueños, crear la empática con el otro, ser generosas con los demás. Y sobre todo, ser ustedes mismas para vivir la vida que se desea. Ser uno misma.
Para tener fuerza física se debe tener también fuerza mental sostiene Carla Fracci. Su fuerza le viene de su abuela, viuda, madre de seis hijos. Desde cuando ella era pequeña su maravillosa carrera ha estado acompañada de mucho esfuerzo, al inicio de la escuela para ella era como estar en la cárcel, nos cuenta que por un dolor al pie quiso dejar la danza pero fue su maestra quien le aconsejó hacerse un tratamiento en el pié por un mes, luego de ello, Carla Fracci se reincorporó volviendo a danzar, convirtiéndose en un ejemplo para las niñas.
Recuerda que su fuerza ha sido también la determinación de triunfar. Tenía que sustituir a una bailarina, pero le dijeron que era demasiado joven, que nunca había enfrentado un papel similar. Ella fue a la dirección e hizo presente que ella era la sustituta de dicha bailarina, que se había preparado para ser la bailarina sustituta, si no la habrían puesto a la prueba nunca habría podido demostrar su capacidad. Ese fue el inicio de su brillante carrera. Tiene un marido que siempre la ha ayudado, hijos, una familia construida junto a su carrera reconocida a nivel mundial.
Concluyó Teresa Di Sio, una cantante que ha tenido un importante éxito desde el inicio de su carrera para dejar de improviso todo para hacer cuanto ella se sentía llamada a hacer, escribir canciones, ser una cantante–autora. Como ella cuenta, en Italia está bien que la mujer cante pero no está bien que escriba letras de canciones para manifestar sus ideas.
No obstante todas las criticas ella siguió adelante, se siente satisfecha, nos cantó una canción en napolitano, la mujer pescado. La mujer pescado se encontraba en el mercado, llego un hombre, la pago y se la llevo a su casa, la estaba comenzando a freir y ella que estaba tan feliz de estar con su hombre, se dio cuenta que la estaba matando. Quiso huir pero no podía, entonces abrió su boca y se comió al hombre. Un final feliz, que proporcionó mucha fuerza a todas las mujeres que se encontraban en el Teatro.
