Palazzo Reale «Andrea Appiani. Il Neoclásico

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La “ante prima” de la Muestra “Andrea Appiani. Il Neoclassico”, en el Palazzo Reale de Milán nos ha hecho conocer un periodo de la historia europea. La exposición estará abierta al público desde mañana, 22 de septiembre hasta enero de 2026.

El contexto de Appiani y la Sala delle Cariatidi

A finales del siglo XVIII, Europa vivía una transformación profunda. La Revolución Francesa había sacudido el antiguo orden, y con Napoleón Bonaparte el continente entró en una nueva etapa marcada por guerras, conquistas y la redefinición de fronteras.

Milán, hasta entonces bajo la órbita austríaca, se convirtió en capital del Reino de Italia napoleónico en 1805. La ciudad dejó de ser una periferia imperial para convertirse en centro político y cultural de un proyecto europeo bajo influencia francesa. En ese contexto, Andrea Appiani fue nombrado pintor oficial del Reino. Sus frescos, encargados para el Palazzo Reale, celebraban la grandeza de Napoleón y la promesa de una Italia moderna, integrada en el concierto de Europa.

La Sala delle Cariatidi, concebida como salón de representación, fue emblema de este poder. Sus muros y esculturas hablaban de ambición, prestigio y de la voluntad de situar a Milán al mismo nivel que París.

Pero la historia europea avanzaba con rapidez. La derrota de Napoleón y el Congreso de Viena en 1815 devolvieron Milán al control austríaco. La ciudad volvió a ser frontera, ya no capital, y el proyecto de unidad italiana quedó en suspenso. Lo que había nacido como símbolo de un poder europeo se transformó en un recuerdo incómodo en tiempos de restauración.

Más de un siglo después, en agosto de 1943, la guerra volvió a golpear Milán. Los bombardeos destruyeron gran parte del Palazzo Reale y redujeron la Sala delle Cariatidi a ruinas. En la posguerra, mientras la ciudad luchaba por reconstruir viviendas, fábricas y servicios, el Palazzo quedó relegado. Se decidió no restaurar la sala a su esplendor original: las Cariatidi mutiladas permanecieron como cicatriz abierta, testimonio de la violencia de la guerra y advertencia contra la ilusión de borrar el pasado.

Hoy, la muestra dedicada a Appiani no solo redescubre el talento de un pintor clave del neoclasicismo italiano, sino que también invita a mirar la historia europea con ojos críticos: un continente donde arte y poder, ambición y destrucción, han estado siempre entrelazados.