
1°de noviembre, es el Día de todos los Santos, una solemnidad católica, que conmemora a los mártires cristianos de las persecusiones romanas, en especial del periodo Dioclesiano; también a los Santos venerados en muchas partes, como nuestra Santa Rosita de Lima, y San Martín de Porres; igualmente a quienes ya alcanzaron la Gracia, luego de haber pasado una temporada en el Purgatorio, y a los niños fallecidos; el Papa Gregorio III (731-741 DC), fijó esta fecha para contrarrestar una celebración pagana germana, muy popular.
En Sudamérica, las manifestaciones culturales sobre el tema son ricas y variadas. En los Andes, desde Colombia hasta el norte de Chile, se expresan en un pan dulce llamado Tantawawa (de las voces quechua tanta=pan y wawa=bebé) en forma de bebé envuelto en una manta, decorado con una carita de yeso colorido, grageas, pasas, anís o glacé real.
También los hay de otras formas, dependiendo las regiones. El tema es, que sirve para obsequiar y reunir a las familias, reforzar la amistad, el compadrazgo, la reciprocidad y el compromiso. Me encanta esta fiesta andina, tan alegre y colorida, porque celebra la vida después de la muerte, lo dulce para contrarrestar la amargura, y el triunfo de la esperanza por encima de la derrota.








