En un mundo, en el cual existe una importante interconexión económica global, el comercio internacional continúa convirtiéndose en una pieza fundamental para el desarrollo de las naciones. Sin embargo, las proyecciones actuales indican un panorama desafiante para los próximos años, con implicaciones significativas para América Latina.
De acuerdo a la Organización Mundial del Comercio (OMC), las perspectivas para el comercio y el crecimiento económico global durante 2023 y 2024 están señaladas por la incertidumbre y la influencia de diversos factores. En el caso específico del comercio mundial, se estima que, en 2023 y 2024, el volumen de comercio de mercancías aumente en 1.7% y 3.2%, respectivamente.
El comercio mundial de mercancías experimentó una expansión del 2.7% en el 2022, pero se prevé que este crecimiento disminuya a 1.7% en el 2023. Este descenso se debe en parte a una serie de desafíos que han afectado la economía global, incluyendo la persistente presencia de la pandemia del COVID-19, las tensiones geopolíticas y perturbaciones en la cadena de suministro.
Si observamos lo que podría ocurrir en el 2024, se espera que el crecimiento del comercio alcance un 3.2%. Sin embargo, esta estimación viene acompañada de una mayor incertidumbre debido a la presencia de riesgos como, por ejemplo, tensiones geopolíticas, interrupciones en el suministro de alimentos y las posibles consecuencias imprevistas del endurecimiento de la política monetaria que podrían afectar negativamente estas previsiones.
América Latina se encuentra particularmente atenta a estas tendencias, ya que la región tiene una fuerte dependencia de sus exportaciones y al acceso a los mercados internacionales. El crecimiento moderado del comercio mundial para el 2023 y el 2024, podrían tener un efecto directo en las economías latinoamericanas, ya que un menor crecimiento de las exportaciones podría limitar las oportunidades de ingresos y el desarrollo económico.