Orden en medio del Océano Índico

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Los distintos presidentes que han gobernado Seychelles han buscado rentabilizar al máximo sus recursos naturales. El mar, la arena y la costa que rodea cada isla del archipiélago se han convertido en fuente de ingreso. Desde los años 80, el turismo ha traído Inversiones Extranjeras Directas (IED) mediante la concesión de terrenos con playas exclusivas y la construcción de infraestructura hotelera.

Esta apertura se consolidó durante el gobierno de Wavel Ramkalawan (2020–2025), del partido Linyon Demokratik Seselwa (LDS). Su reforma institucional y la liberalización del sector privado impulsaron un modelo económico donde el turismo representa entre el 60% y el 65% del PIB, convirtiéndose en el principal motor del país. Más del 45% de las divisas que ingresan a Seychelles provienen de actividades turísticas: alojamiento, gastronomía, transporte y servicios asociados.

Solo hasta noviembre de 2025, el país recibió 327,857 turistas, un 11% más que en 2024. Su mercado principal es europeo: el 67.2% de las llegadas provienen de Francia, Alemania, Reino Unido e Italia. La mañana en que aterricé, ya habían llegado siete aviones europeos cargados de turistas.

¿Quiénes han invertido en el turismo de Seychelles?
Si trazamos una cronología de las IED, vemos que en los años 90 se construyeron los primeros resorts con capital europeo, especialmente francés e italiano. Entre 2005 y 2010, se vivió un auge de inversiones provenientes de los Emiratos Árabes Unidos y Sudáfrica. De 2015 a 2020, se expandieron las cadenas internacionales y surgieron las boutiques hoteleras: el mercado se diversificó.

Actualmente, Seychelles cuenta con 780 alojamientos turísticos registrados:
  43% son self-caterings (casas, villas, B&B).
  El resto incluye hoteles, resorts y guesthouses.
Algunos hoteles emblemáticos construidos con IED:
  Constance Ephelia (Mahé)
  Four Seasons Resort Seychelles (Petite Anse)
  Raffles Seychelles (Praslin)
  Hilton Seychelles Northolme Resort & Spa
  Eden Bleu Hotel (Eden Island)

Fue bajo el gobierno de Ramkalawan que se profundizó la reforma institucional y la apertura al capital privado, tema al que volveremos más adelante.

Una mirada al origen
Es importante remarcar que el turismo, y la vida que lo rodea, no nace del residente seychellense. Una mirada al pasado revela que, antes de la llegada de piratas y esclavos, Seychelles no tenía una cultura ancestral: todos llegaron juntos. No hubo fundador.

Aunque los franceses tomaron posesión del archipiélago en 1756, su asentamiento real comenzó en 1770. En esos años, el mundo vivía bajo el brutal sistema de esclavitud, que duró 65 años y fue abolido recién en 1835. Como señala Odile de Comarmond, es una herida «que el pueblo de Seychelles no ha querido enfrentar.» La han sepultado en lo profundo de sus recuerdos. No hay pruebas escritas: nadie sabía leer ni escribir. Muchos han borrado ese episodio de sus vidas. Ellos, los esclavos, trabajaban la tierra.

Fue bajo la administración francesa que se desarrolló la agricultura como eje económico. En 1796 se cultivó algodón en 3,000 acres, produciendo 6,147 fardos destinados al mercado europeo. En 1840 fue el turno del coco: se exportaron 722,580 unidades y hasta 1’899,300 litros de agua de coco. En 1845 llegó el guano, con 12,774 toneladas exportadas entre 1895 y 1901. Seychelles inició enviando a Mauricio para fertilizar la caña de azúcar. Entre 1907 y 1960, se exportaron 687,453 toneladas.

Dos productos introducidos por los franceses, la vainilla en 1877 y la canela en 1908, respondieron generosamente al suelo y al clima. Aún hoy constituyen un potente rubro de exportación. La goma, plantada en 1902, dio frutos en 1911 y comenzó a exportarse en 1915. Finalmente, el patchouli, descubierto en 1901, fue cultivado para su comercialización y desde 1920 se exporta, representando un ingreso notable al PIB de Seychelles.

Inicia a destacarse la empresa privada
El espíritu empresarial francés se hizo visible hace más de dos siglos, en una gran sede frente al plácido mar índico. Cultivaban especias tropicales en la histórica finca La Plaine St André, en la isla de Mahé: canela, nuez moscada y otros cultivos valiosos, adaptados al clima generoso de Seychelles.

Fue allí donde la familia Jorre de St. Jorre estableció una plantación en 1792, cultivando productos exóticos que alimentaron la economía naciente del archipiélago. A finales del siglo XIX, la caña de azúcar se sumó al paisaje, sentando las bases de lo que más tarde sería el ron Takamaka.

Fundada en 2002 por los hermanos Richard y Bernard d’Offrey, la Casa Takamaka encarna el legado y el saber hacer secular de Seychelles en la producción de ron. En 2008, los hermanos decidieron restaurar este sitio emblemático, dándole nueva vida como la destilería Trois Frères, donde nació el ron Takamaka.

La familia d’Offay fue una de las primeras en establecerse en Mahé. Pierre Louis Fourier d’Offay de Rieux, un noble francés, había servido junto a Jean-Baptiste Quéau de Quinssy, el décimo comandante de Seychelles, en el Regimiento Pondichéry, tanto en la India como en Mauricio, antes de trasladarse a Seychelles. El hijo de Fourier, Marie, comenzó a cultivar la tierra para obtener alimentos y madera en sus 60 hectáreas.

Visitar la Villa Takamaka abre un escenario amable de la vida seychellense: catas especializadas, cócteles, gastronomía local, todo degustado en un jardín amplio, rodeado por la omnipresente vegetación tropical. La destilería tradicional convive con la moderna. Una sala narra la historia de la Casa, de la destilería, de la familia y de los empresarios actuales, que hoy exportan a 16 países.

La tienda de recuerdos despliega el universo Takamaka: medias, abanicos, polos, toallas, ropa de playa. Todo bajo una misma marca, todo en 360 grados Takamaka.

La Blue Economy en Seychelles
La Blue Economy fue oficialmente lanzada en Seychelles en 2015, bajo la presidencia de James Michel (2004–2016). Con una Zona Económica Exclusiva (ZEE) de 1,37 millones de km² frente a una superficie terrestre de apenas 455 km² y una población de 94,000 habitantes concentrada en Mahé, Praslin y La Digue, el futuro del país está íntimamente ligado al mar. Pesca y turismo constituyen los dos pilares de su economía, su PIB y su empleo.

Ese mismo año, Seychelles alcanzó el estatus de país de altos ingresos, impulsado por el auge turístico y una sólida reforma macroeconómica tras la crisis de 2008. El país ofrece servicios sociales integrales —sanidad y educación gratuitas, apoyo a la vivienda, agua y gestión de residuos— y figura entre los primeros puestos de África en los indicadores globales de desarrollo humano.

El Marco Estratégico y la Hoja de Ruta de la Economía Azul, aprobada el 31 de enero de 2018, proponen un enfoque integrado de desarrollo sostenible basado en los océanos. Esta estrategia articula la “Marca de Economía Azul” como ventaja comparativa, apoyada en marcos legales nacionales e internacionales, planificación espacial marina y mecanismos de financiación innovadora. Está alineada con la Agenda 2030, la Meta 11 de Aichi y el Acuerdo de París. Como afirmaba el expresidente Michel: “El océano es nuestro futuro” .

En las 200 millas náuticas de su ZEE se capturan especies pelágicas como atún, marlin, pez vela, wahoo, dorado y barracuda, así como peces de arrecife como pargo, mero y emperador. Esta riqueza se debe a su ubicación geográfica, con aguas cálidas y corrientes migratorias que atraen peces de gran tamaño. Los fondos marinos incluyen bancos, atolones y canales profundos, ideales para la pesca comercial y deportiva.

La pesca está regulada por el Seychelles Fishing Authority (SFA), que otorga licencias según criterios técnicos, ambientales y económicos. Existen tres tipos principales:
  Industrial tuna fishing (la más común, para flotas extranjeras)
  Scientific fishing (con fines de investigación)
  Sport fishing (no comercial)

Las licencias industriales no se otorgan por convocatoria abierta, sino mediante vínculos diplomáticos o comerciales. La participación local en este sector es escasa: los residentes se dedican mayoritariamente a la pesca artesanal o a labores menores.

Las principales flotas extranjeras que operan en aguas seychellenses provienen de España, Francia, Japón, Taiwán y Corea del Sur. Pescan bajo acuerdos bilaterales y pagan tarifas variables según el tipo de pesca, tonelaje y duración de la licencia.

Principales países y empresas involucradas

  España y Francia operan bajo el acuerdo de pesca entre Seychelles y la Unión Europea. Empresas como Echebastar, Société Armement Réunionnais y Compagnie Française du Thon Océanique son habituales.
  Japón y Taiwán mantienen acuerdos bilaterales y operan flotas de palangre para la pesca de atún y pez espada.
  Corea del Sur participa con flotas industriales en el Océano Índico.
  Mauricio, aunque vecino, también opera embarcaciones registradas bajo bandera seychellense.

Las tarifas no son públicas en detalle, pero se sabe que:

  El acuerdo con la UE incluye pagos anuales superiores a €5 millones, además de contribuciones por tonelada pescada.
  Las licencias individuales oscilan entre USD 15,000 y USD 100,000 por barco, según tipo de pesca y duración.
  Las empresas deben cubrir tasas de monitoreo, seguros y contribuciones ambientales.
El acceso no se realiza por convocatoria abierta, sino mediante acuerdos diplomáticos.

Más que territorio: una nación oceánica
Seychelles posee 1.3 millones de km² de mar: su Zona Económica Exclusiva es una de las más extensas del mundo en proporción a su tierra. Son 200 islas dispersas, pero un solo cuerpo marítimo las une.

La Blue Economy no es solo un modelo económico: es una forma de existencia. Seychelles tiene más mar que tierra. El océano es su verdadera geografía.

China: una entrada negociada
Desde agosto de 2025, China está presente en las aguas de Seychelles tras firmar un acuerdo de pesca sostenible con la China Overseas Fisheries Association (COFA). Antes no tenía licencias activas, por falta de acuerdos bilaterales y por la preferencia de Seychelles por socios con historial de pesca responsable, como la UE. Ahora China accede bajo condiciones: cuotas, monitoreo y respeto por zonas protegidas. Muy distinto a su actuación en el mar peruano.

En 2024, Perú perdió USD 300 millones por pesca ilegal atribuida a flotas chinas que operan al margen de la ley, generando pérdidas económicas y tensiones diplomáticas. Seychelles negocia. En Perú, se invade.

Nueva legislación para extranjeros
La normativa revisada de 2025 permite ahora a los no seychellenses adquirir propiedades residenciales de alta gama, siempre que superen un valor mínimo de 10 millones de rupias seychellenses (SCR). Esta medida busca atraer inversión extranjera sin comprometer el acceso a vivienda asequible para los residentes locales.

Entre las transacciones destacadas de este período figuran la venta de un hotel con más de 60 habitaciones en Praslin y varias transferencias de propiedades residenciales de alto valor. La inflación ha elevado los costos de construcción, lo que ha llevado a los promotores a reducir el tamaño de los edificios y priorizar proyectos de condominios.

Las tecnologías disruptivas aún no han transformado el mercado inmobiliario local, lo que contribuye a un entorno de inversión estable, sostenido por el crecimiento del PIB, impulsado principalmente por el turismo y la pesca. Con un sector comercial reducido y una economía centrada en el turismo, la reconversión de oficinas es limitada. En cambio, los desarrollos de uso mixto se han convertido en el modelo dominante.

 

La legislación advierte: “Las autoridades deben mantenerse vigilantes ante la creciente regulación excesiva y el riesgo de un aumento en los tiempos y costos para los inversores. Una mejor coordinación entre las partes interesadas y los organismos reguladores es clave para mejorar el flujo de transacciones.”

No fue invención de Trump exigir un millón de dólares a quienes desean residir en Estados Unidos. Seychelles ya lo había implantado: aquí, la residencia de lujo tiene precio y residencia.