Se prevé que el crecimiento del PIB del Perú se sitúe en el 0% este año, y que repunte gradualmente hasta el 2,3% en 2024 y hasta el 2,7% en 2025. Las elevadas tasas de interés e inflación, la incertidumbre política y el impacto del Niño están limitando la demanda doméstica. Los esfuerzos del Gobierno por fomentar la inversión en infraestructura impulsarán la inversión, a pesar de las elevadas tasas de interés y los desafíos de implementación. El turismo y la producción de cobre se recuperan e impulsan las exportaciones. Se espera que la inflación siga ralentizándose y alcance el rango objetivo del 1-3% a principios de 2024, apoyando así el consumo privado. Hay margen para continuar gradualmente bajando la tasa de interés de política monetaria, ya que la inflación y las expectativas inflacionarias están convergiendo al rango objetivo. La reducción gradual del déficit presupuestario prevista para los próximos años debería llevarse a cabo respetando las reglas fiscales para mantener un bajo nivel de deuda pública y reconstituir los amortiguadores fiscales. Es necesario adoptar una reforma fiscal que aumente los ingresos públicos y la eficiencia del gasto para hacer frente a las necesidades sociales y de infraestructuras. La adopción de una estrategia integral para combatir la informalidad, que incluya la reducción de los costos laborales no salariales y la mejora de las competencias, impulsaría la productividad y la equidad. El Niño lastra la actividad económica Tras un primer trimestre afectada por las protestas sociales, la actividad económica continúo cayendo en el segundo y tercer trimestres del año debido a los efectos negativos de El Niño en la pesca, la agricultura y las industrias relacionadas. El PIB cayó 0,6% entre enero y septiembre respecto al mismo periodo del año anterior. La minería ha sostenido el crecimiento, recuperándose al disiparse las tensiones sociales y al comenzar a funcionar una nueva mina de cobre, lo que ha apoyado las exportaciones y ha reducido el déficit por cuenta corriente. Sin embargo, no ha sido suficiente para compensar la debilidad del consumo privado y la inversión. La confianza empresarial ha mejorado ligeramente, pero sigue siendo muy débil. El aumento de la inversión pública por parte del gobierno central ha contribuido a mitigar la ralentización económica, a pesar del descenso de la inversión de los gobiernos subnacionales.
La inflación medida por el IPC ha disminuido, pero se mantiene por encima del rango objetivo. La inflación subyacente también ha descendido, al igual que ha sucedido con los precios de los bienes y los servicios. Si bien las precios de la energía han disminuido bruscamente, en el caso de los alimentos este descenso ha sido más gradual, debido a los precios aún elevados de los fertilizantes y a las condiciones meteorológicas extremas. Los aumentos salariales han sido contenidos y los salarios reales se sitúan un 7% por debajo de su nivel en 2019. El banco central inició el ciclo de normalización en septiembre recortando la tasa de interés oficial en tres reuniones consecutivas por un total de 75 puntos básicos ante el descenso de las expectativas inflacionarias y la debilidad de la economía. Los riesgos asociados a la volatilidad de las condiciones financieras mundiales se ven mitigados por grandes reservas de divisas y una baja deuda pública.
La planificada consolidación fiscal debe continuar El déficit fiscal va camino de alcanzar el límite previsto en la regla fiscal, lo que implica un impulso fiscal moderado este año. Esto refleja los esfuerzos por estimular la economía en un contexto de tensiones sociales y condiciones meteorológicas adversas. Las ayudas excepcionales aprobadas para mitigar la emergencia climática se limitan a 2023 y 2024. Sin embargo, ingresos tributarios menores a los previstas derivados de la desaceleración económica, junto con gastos de emergencia climática superiores a los previstos, podrían desafiar el cumplimiento de las reglas fiscales. Para mantener la sostenibilidad de la deuda pública y reconstituir los amortiguadores fiscales es fundamental continuar con la estrategia de aplicar una política fiscal más restrictiva y reducir gradualmente el déficit fiscal en los próximos tres años como previsto. Estos planes estabilizarían el ratio deuda pública/PIB ligeramente por debajo de la regla de deuda del 30% del PIB. A medida que las expectativas de inflación vuelvan al objetivo y se disipa el Niño, se prevé que las autoridades monetarias sigan reduciendo la tasa de interés oficial, de manera que la política monetaria sea neutral para 2025 con las tasas de interés oficiales descendiendo al 4%. Se espera que el banco central mantenga cautela debido a los riesgos de inflación al alza asociados al fenómeno meteorológico El Niño. El crecimiento del PIB repuntará a medida que se disipa el Niño Se espera que el crecimiento repunte a medida que el impacto del Niño se disipa a partir del segundo trimestre de 2024. Se prevé que la inflación alcance el rango objetivo en el segundo trimestre de 2024, una vez que disminuya el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos sobre el precio de los alimentos, y que la inflación subyacente entre en el rango objetivo en el primer trimestre de 2024. El descenso de la inflación, la relajación de las condiciones financieras y la mejora de la confianza de empresas y consumidores respaldarán la demanda interna. La inversión se verá reforzada por las medidas gubernamentales incluidas en el plan Unidos para impulsar la inversión pública y privada y las asociaciones público-privadas, al tiempo que las exportaciones se beneficiarán del rebote en la minería y el turismo. Sin embargo, los riesgos internos y externos son inusualmente elevados. Una recuperación más lenta de lo previsto en China —principal socio comercial de Perú— y una caída en los precios del cobre tendrían un efecto perjudicial en las exportaciones, los ingresos tributarios y las perspectivas de inversión. El carácter imprevisible del fenómeno meteorológico El Niño plantea riesgos que podrían provocar retrocesos en la economía y repuntes de la inflación. La subida de los precios mundiales del petróleo también podría añadir presiones inflacionistas. La incertidumbre política y el recrudecimiento de las tensiones sociales siguen siendo riesgos importantes. Se necesita una mayor eficiencia del gasto y recaudación tributaria Será necesario aplicar una mayor eficiencia en el gasto y aumentar los ingresos tributarios para mantener la sostenibilidad fiscal y crear el margen necesario para hacer frente a las crecientes necesidades sociales y de infraestructuras. Una mayor eficiencia en el gasto requerirá mejorar las capacidades de los gobiernos locales a la hora de implantar proyectos de inversión y definir claramente las responsabilidades de gasto de los gobiernos nacionales y subnacionales, al tiempo que se otorgan gradualmente más competencias tributarias a las regiones y se mejora la capacidad de recaudación de impuestos de los gobiernos locales. Mayor recaudación tributaria se puede generar reforzando la administración tributaria, reduciendo los gastos tributarios, completando y actualizando el catastro y simplificando los regímenes de los impuestos corporativos. La adopción de una estrategia integral que fomente la formalización e incluya la reducción de los costos laborales no salariales, una regulación del empleo más flexible, mayores oportunidades de mejora de las competencias y una fiscalización más estricta de la legislación tributaria y laboral, promovería la reducción de la pobreza, reduciría las desigualdades e impulsaría la productividad y la recaudación tributaria. Asimismo, es necesario reformar el sistema de pensiones para mejorar su cobertura, que es tremendamente reducida.