OTCA – Discurso del presidente Petro

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Bogotá, 22 de agosto de 2025
Ayer tuvimos un día difícil en Colombia, derivado básicamente de la acción armada del narcotráfico. Tema que, en mi opinión tiene un papel de discusión.
Un tema de discusión en esta reunión, porque en el caso colombiano, el principal enemigo de la Amazonía hoy –después del calentamiento global que implica una mayor temperatura de las aguas, de los ríos y por tanto la afectación de especies de todo tipo en esas aguas, incluida la muerte de los famosos delfines rosados en masa, y que puede, a través de la madera seca que cae y queda allí acumulada, quemar cada vez más rápidamente y más extensamente la selva, después de ese enemigo que es propio del calentamiento global–, el segundo enemigo que hay en Colombia se llama narcotráfico.
Mafias dedicadas, o al transporte de cocaína, o al transporte de marihuana –que ya debería ser legal en América Latina– lo mismo que la hoja de coca, presidente (de Bolivia, Luis)    Arce, la hoja –no dijimos lo demás– y el oro, y cierta minería extraída ilícitamente en las grandes extensiones de la selva.
Yo hablé en pasada ocasión del señor Carbono, el señor ‘C’, un poco para hacerme entender, porque estos temas, aunque se conocen en fuerzas sociales, ONGs, funcionarios públicos, de manera relativamente profunda. No en el conjunto de la sociedad y de la humanidad.
Y esa ignorancia es la que permite peligrosamente que nos acerquemos al final. La selva amazónica vio, de acuerdo con las investigaciones antropológicas, florecer una civilización, incluso, antes de la selva, usando el río Amazonas y sus afluentes.
Aquí en Colombia, cerca de San José del Guaviare, en un sitio que se llama Chiribiquete, rodeado de selva todavía, de enormes cantidades de pájaros de todos los colores, y flores de todos los colores, hay una formación geológica del escudo guyanés que tiene, quizás, un lienzo de los más grandes de piedra que se puedan encontrar en el mundo, kilómetros y kilómetros de arte rupestre.
El cálculo hecho por los científicos de la antigüedad de esas pinturas que calcan escenas de caza, creo que estas eran diurnas, de manos de generaciones enteras, que iban trasladando su arte y, entonces, hacen del mural, un collage, incluso, durante siglos, construido allí, data de 20.000 años antes de Cristo.
Y sabemos, porque esta investigación logró conectarse con otra en Brasil, a lo largo del río Amazonas también, allá cerca de su desembocadura, que encuentra una actividad igual artística, arte, de hace 33.000 años, es decir, antes de era la nuestra.
Quizás, los ríos fueron trasladando el arte a través de praderas, quizás no se encuentra en los murales la existencia de la selva, si de grandes animales y de casas colectivas, en donde encontramos, en primerísimo lugar, que la humanidad sólo se ha sostenido en el planeta a partir de ayudarse entre sí.
Yo le llamo a eso amor, inventé un concepto que es la política del amor. Ayudarse entre sí es lo único que permite a la humanidad estar aquí. Al principio, a partir de la fuerza muscular colectiva dirigida por el cerebro y, ahora, quizás, cada vez más por el cerebro.
Pero si rompemos los lazos de la ayuda, de la cooperación, del encontrarnos, es decir, del amor, no queda humanidad en la tierra. Compitiendo entre sí, simplemente perecemos.
Y por eso está pasando una época, y quisiera hablar un poquito de esa época que se va y, quizás, de una nueva época que venga.
Si no viene esa nueva época y no se puede construir ahora, lo que llega. Como decía (Antonio Francesco) Gramsci (intelectual, filósofo, teórico marxista, político, sociólogo y periodista italiano), es un monstruo que nos va a devorar en todos los rincones del planeta como civilización, como cultura.
Y ahí tiene que ver el señor ‘C’. El señor ‘C’ es básico en la vida, carbono, es el elemento químico de todos nosotros al lado del agua, somos carbono y agua.
En el agua, de algún momento, hace millones de años, ese carbono que estaba en la atmósfera construyó los primeros elementos de la vida.
No es posible la vida toda, la que vemos vegetal, la que vemos animal, la que vemos microscópica, o nosotros mismos, con 14 grados centígrados promedio en la superficie del planeta, 14. La luna tiene menos 18 (grados centígrados), por allá no existe nada.
Qué diferencia, en tan corta distancia, una atmósfera que contiene el señor ‘C’ en una cantidad adecuada, un nivel adecuado de carbono en la atmósfera y lo que hizo el capitalismo, compañeros presidentes, vicepresidentes y vicepresidentas y cancilleres.
Lo que hizo el capitalismo fue elevar el nivel de carbono a un punto cada vez mayor, porque es simplemente el reflejo en la atmósfera de la acumulación de capital y ganancia, y la acumulación de capital y ganancia no es más, en nuestro lenguaje sencillo, que codicia.
La codicia está aumentando al señor ‘C’ en la atmósfera, simplemente, porque la energía que permite acumular capital, máquinas, fuerza de trabajo, mercancías y cada vez más mercancías, es fósil.
Cuando decimos energía fósil nos referimos otra vez al señor ‘C’, carbono, carbón, petróleo, gas. Compañero Arce, gas también.
Tiene ‘C’, sus moléculas son ‘C’ o no sé qué, ‘C’, ‘H’, si, si, cuando ‘C’, ‘H’, si, si, cuando, ‘C’ y ‘H’ configuran alcoholes, y configuran estos derivados del carbono, y al usarse en la gran maquinaria del capitalismo, que demanda cada vez más energía, que se expulsa oxidado a la atmósfera en forma de gas CO2, pues nos calienta el planeta, porque es un gas efecto invernadero.
Y al calentar un poquitico de 14 grados centígrados hacia arriba, se acaba todo lo vive en cadena, incluido nosotros. Ese es el punto de no retorno.
Entonces, si vamos a los puntos de no retorno, que es lo que nos congrega aquí, hay un punto de no retorno de ciertos pilares climáticos que al pasarlos desencadena ya no una crisis climática como la que vemos, sino un colapso climático.
Y eso, uno de esos puntos de no retorno, de enorme importancia planetaria, es precisamente allí donde por los ríos navegaban los primeros artistas quizás del mundo, los de Chiribiquete y los de Brasil, que no se llamaba ni Chiribiquete ni Colombia ni Brasil, pero es el primer arte de la humanidad.
Ahí moriría también, ya no sólo el primer arte de la humanidad, sino el arte, porque sus inventores e inventoras no estarían en este planeta.
Punto de no retorno es que se queme la selva amazónica. Se quema por el calor, simplemente. Hay quemadores que quieren sembrar allí algunas mercancías, que quieren poner vacas, como en Colombia, vacas que vienen de Venezuela, entre otras cosas, un sistema de lavado de dólares, producto del bloqueo, porque aquí hay que decir las cosas de verdad.
Si no entran dólares por petróleo, que es parte del señor ‘C’ en Venezuela, entonces se consigue los dolores vendiendo el ganado.
Y el ganado va a la selva amazónica sin árboles, se vuelve potrero y tenemos un mecanismo perverso de destrucción de la selva amazónica sólo por el bloqueo.
Otras partes de Latinoamérica, pues sufren otras consecuencias y por eso aquí tenemos que encontrarnos para coordinar la forma de salvar la selva amazónica del calor de la atmósfera que cada vez es más creciente.
El Río de la Plata que llega a las grandes ciudades suramericanas, en el cono sur, Buenos Aires, Montevideo, que tiene implicaciones alrededor de Iguazú, quizás, la más grande generadora eléctrica en este momento, y las ciudades del sur de Brasil, ese Río de la Plata sólo tiene agua, porque existen los ríos voladores de la selva amazónica.
Y al norte de Suramérica, esta ciudad, Bogotá y sus alrededores, nueve millones de habitantes, sólo tiene agua por los ríos voladores de la selva amazónica. Y aquí tenemos unos debates internos, pero creer que Chingaza se resuelve –Chingaza es de donde sale el agua de Bogotá en un 70%, allá en los páramos que dan hacia la Altillanura y la selva, por otro páramo, un poquito más al norte, que es donde sale el río Bogotá– pensar que allí está la solución, es solución de corto plazo, porque los ríos voladores son los que llevan el agua de la selva amazónica hacia Chingaza y hacia (el páramo de) Guacheneque, que es de donde nace el río Bogotá.
Sin selva no hay agua en esta ciudad y tendríamos que irnos. De hecho, una investigación científica habla de una migración de tres mil millones de habitantes, toda Colombia incluida allí, en el 2070, toda Venezuela incluida allí, toda Guyana y toda la zona tórrida.
Llegar a ese punto de no retorno es el desastre, porque en el norte no nos quieren, y menos si somos tres mil millones de habitantes.
Lo que habría no sólo es un colapso climático, sino un colapso social y político. Luego, yo estoy de acuerdo en que el señor ‘C’ no puede aumentar en la atmósfera, ni siquiera mañana, porque nuestra mente nos hace aletargar las soluciones.
Cuando ya llegue el punto de no retorno nada que haga el ser humano, ni siquiera apagar toda la economía en el mundo, podrá detener el colapso y su consecuencia homicida, la muerte de todo.
Luego, es que mañana no debería aumentar ‘C’ en la atmósfera. Y sólo hay una manera real, después de tanta búsqueda ilusa, dejar de consumir petróleo, carbón y gas. Y entonces tenemos una vieja época que se muere.
A esa época la voy a bautizar como fósil. Hubo un capitalismo fósil, hubo un socialismo fósil. La nueva época es descarbonizada, sin ‘C’ en la economía, para mantener el nivel de ‘C’ en la atmósfera que permita vivir.
Y yo sé la implicación, lo que eso implica en la política latinoamericana, incluso progresista. Se es progresista si se acata a la ciencia. Se es de extremas derechas si se niega a la ciencia. Hoy la ciencia nos dice, imperativamente, que debemos detener ‘C’ en la atmósfera.
Luego, un progresismo en Latinoamérica debe abanderar el que salgamos de las economías fósiles, es decir, las que se sustentan sobre el carbón, el petróleo y el gas.
La bioeconomía, dentro de la nueva época, será la cuarta rama mundial económica del mundo. Y el poder de la bioeconomía es donde está la mayor biodiversidad, es decir, en nuestros países.
Tenemos una oportunidad enorme en una nueva época descarbonizada, pero pasar de la vieja a la nueva depende de la audacia y rapidez con que reemplacemos ‘C’ en la economía.
Luego, como presidente de Colombia, soy absolutamente solidario con el planteamiento de las comunidades indígenas amazónicas en el sentido de que no puede haber explotación de hidrocarburos y extracción en la selva amazónica, porque, si no, estamos es evadiendo el problema y condenándonos a la vieja época y la vieja época nos va a aplastar a todos. La época del señor C en la economía.
Hago una propuesta. Este tema no es sólo de conciencia individual, de conciencia comunitaria, de conciencia nacional, diría yo más complejamente, este es un tema militar y aquí no se ha hablado de eso y entiendo porque, pero si hay una afectación a la selva que proviene del narcotráfico.
Como en el caso colombiano, sé que en la triple frontera amazónica: Perú, Colombia, Brasil, se empoderan del territorio mafias de todos los países y de las más poderosas que por el río Putumayo empiezan a surcar sumergibles, que por el río Amazonas llevan cocaína hacia el sur de Suramérica o hacia Europa, que esas bandas son y cada vez más unidades de ejércitos armados por el narcotráfico mundial, que por el río meta llega al Orinoco y sumergibles van por el río Orinoco hasta el océano atlántico.
Y que, entonces, la peligrosidad del narcotráfico contra la selva, porque estas acciones, agrupaciones armadas colocan un control sobre la población y hasta la llevan a quemar la selva ya, no sólo por el calor de la atmósfera, sino por la acción misma del ser humano, y que se está utilizando el narcotráfico como excusa para una invasión militar, es que me parece que es absolutamente esencial que los ministerios de defensa o como se llamen en nuestros diversos países de Suramérica, de Latinoamérica y del Caribe, los ejércitos, las inteligencias policiales se puedan coordinar en la lucha contra los enemigos de la selva amazónica, uno de los cuales es narcotráfico y mafia.
Allá tenemos, doctor Arce, un mafioso que tenía la ruta entre Santacruz de la Sierra y la triple frontera hacia Paraguay y nos mató aquí en Cartagena a un fiscal paraguayo de apellido Pecci, y a esta la dimensión del enemigo es de escala americana y yo diría mundial.
Por eso, presidente (de Brasil, Luiz Inácio) Lula (da Silva), le pediría que nos ayude a construir esta conferencia de seguridad de América del Sur, de América Latina y del Caribe, pensando en la complejidad de problemas, sólo he mencionado uno, narcotráfico, que están pudiendo arrinconar democracias como en Haití, destruir estados o llevarnos a la posibilidad de la destrucción de la selva amazónica con la consecuencia inmediata, el colapso climático.
Y, por tanto, la cercanía del fin del arte en el planeta tierra, por la extinción de quienes los únicos que pueden ser arte en ese planeta, que no es más que la humanidad, luego es cierto que la seguridad de la selva es la seguridad de la humanidad.
Gracias, muy amables.