Como nos lo señala la CEPAL, la actividad económica en Colombia ha demostrado solidez y resiliencia en un contexto de ajuste ante la desaceleración de la demanda externa, la disminución de los ingresos estatales como resultado de la caída de los precios del petróleo, y choques transitorios de oferta interna. Los principales motores de la economía, que creció un 2,0% en 2016, fueron los servicios financieros e inmobiliarios, los servicios sociales, la industria, impulsada por la refinación de petróleo, y la construcción de vivienda y obras civiles. El sector agropecuario resultó afectado por factores climáticos y presentó solo un exiguo crecimiento, al tiempo que el sector del transporte y las comunicaciones decreció y el sector minero sufrió una fuerte contracción. La demanda interna se desaceleró, tanto por el menor ritmo de crecimiento del consumo como por el descenso de la inversión.
En el primer trimestre de 2017 la desaceleración tocó fondo y es posible prever que el año cierre con un crecimiento anual de un 2,1% si se consolidan las tendencias favorables en el sector agropecuario, que creció un 7,7% en este período y se fortalece el ritmo de ejecución de las obras de infraestructura vial. Se espera una recuperación del consumo de los hogares, como parece indicar la tendencia favorable de la confianza del consumidor en los últimos meses.
A finales de 2016 se aprobó un proyecto de reforma tributaria con el objetivo de corregir problemas de la estructura impositiva, en particular la baja progresividad y la informalidad laboral.
El país avanza en un clima de fuerte polarización en la reglamentación del acuerdo de paz firmado por el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016.
Con relación a la política fiscal, en 2016 la sostenibilidad se mantuvo como propósito central de esta política. El desplome de la cotización internacional del petróleo significó una pérdida en los ingresos del gobierno central equivalente al 3% del PIB. Las autoridades enfrentaron esta situación con un programa de ajuste que comprendió, en primer lugar, la búsqueda de recursos que sustituyeran los derivados de la actividad de hidrocarburos, en segundo lugar, la reducción de gastos que no comprometieran los programas principales de política social y, por último, la financiación de un mayor déficit, sin comprometer la sostenibilidad a largo plazo. Al cierre de 2016, el gobierno central presentó un déficit equivalente al 4,0% del PIB, superior en un punto del PIB al resultado de 2015.
La mejora en las perspectivas fiscales de 2017 está muy relacionada con los resultados de la reforma tributaria aprobada en 2016. Con esta reforma se incrementó la tarifa del IVA del 16% al 19%, se unificaron los impuestos a las empresas y se planificó su reducción gradual (entre 2016 y 2019), se introdujo un impuesto progresivo a los dividendos recibidos por las personas naturales, se otorgó carácter de permanente al gravamen a los movimientos financieros (4 por 1.000), se fortaleció el régimen tributario de las entidades sin fines de lucro, se incrementaron los impuestos al consumo de tabaco y se crearon algunos impuestos denominados verdes, como un impuesto específico al carbono y otro al consumo de bolsas plásticas. Se aprobó un régimen abreviado de renta (monotributo) para promover la formalización. Está dirigido a pequeños comerciantes con altos grados de informalidad laboral e ingresos limitados. Otro de los cambios logrados fue la penalización de la evasión. Se espera que esta reforma aumente gradualmente el recaudo tributario, de un monto equivalente al 0,7% del PIB en 2017 a uno del 3,1% del PIB en 2022.
En 2016 la inversión extranjera directa alcanzó los $13.593 millones (4,8% del PIB), impulsada por la venta de la empresa pública generadora de energía, ISAGEN. La inversión extranjera directa aumentó, además de en el sector eléctrico, sobre todo en los sectores financiero y de transporte, almacenamiento y comunicaciones. La inversión de cartera se redujo en 2016 cerca de $900 millones. Sin embargo, destacó la colocación de títulos de deuda pública colombiana de largo plazo en los mercados internacionales.
En 2017 el déficit continuaría reduciéndose y se estima que alcance el 3,7% del PIB al finalizar el año, pero a diferencia de lo que sucedió en 2016 cuando la disminución de los egresos fue la responsable de la reducción del déficit, esta vez serían los ingresos por exportaciones los que contribuirían a ello en mayor medida. De enero a abril de 2017 el valor en dólares de las exportaciones creció un 25,4% con respecto al mismo período del año anterior, gracias a la mejora del precio de los hidrocarburos y a las exportaciones de oro y de productos agropecuarios, liderados por el café. Las importaciones crecieron en los tres primeros meses de 2017 (6,9%), especialmente las de materias primas, vehículos y equipo para telecomunicaciones.
En cuanto a los flujos de capital, en 2017 se espera una reducción de los flujos por inversión extranjera directa, que registraron una caída cercana al 20% en el primer trimestre. Por el contrario, en este mismo período la inversión de cartera ha mantenido un notorio dinamismo.
En 2016 la economía creció un 2,0%, a un ritmo más lento que el de los años anteriores (3,1% en 2015 y 4,4% en 2014). La demanda interna solo creció un 0,3%, como resultado de un avance en el consumo (2,0%) y una reducción de la formación bruta de capital (-4,5%), mientras que en el frente externo se registró una reducción tanto de las importaciones (-6,2%) como de las exportaciones (-0,9%). Desde el punto de vista sectorial, el crecimiento de 2016 fue liderado por el sector financiero (5,0%), la actividad de la construcción (4,1%) y la industria manufacturera (3,0%), impulsada esta última por la reapertura de la Refinería de Cartagena (Reficar).
El consumo de los hogares y del gobierno creció a un ritmo menor, mientras la formación bruta de capital fijo se contrajo por los recortes a la inversión en los sectores extractivos. La inversión en maquinaria y equipo y en equipo de transporte se redujo en todos los trimestres del año, y el dinamismo de la inversión en construcción de edificaciones y obras civiles no logró compensar la caída.
Los bajos niveles de confianza del consumidor y del productor de principios de 2017 se vieron confirmados por un crecimiento trimestral del 1,1%, en comparación con el 2,5% registrado en el mismo período de 2016. Los efectos del incremento de los precios, el aumento de tres puntos del IVA y los efectos rezagados de la política monetaria contractiva del año anterior redundaron en un debilitamiento del consumo de los hogares.
Fuente: CEPAL