El Foro Iberoamérica es una iniciativa nacida en el año 2000 a propuesta de los escritores Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez a raíz del interés de un grupo de líderes de opinión, políticos, empresarios e intelectuales interesados en debatir sobre los problemas y desafíos comunes a los países iberoamericanos.

Acaba de realizarse la XVIII edición en Buenos Aires, el anfitrión ha sido el presidente Mauricio Macri, contó con la presencia del presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, de los ex presidentes de Uruguay, Julio María Sanguinetti, y de Brasil, Fernando Henrique Cardoso; el canciller Jorge Faurie, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, el titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, y el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, entre otras autoridades.

El presidente Macri, ofreció una cena en el magnífico Teatro Colón y en su apertura destacó que era «una buena oportunidad para debatir y reflexionar, que nos tiene que ayudar a encontrar la fusión ideal entre lo local y lo global y entre lo público y lo privado» agregando que «frente a tantos desafíos que nos ofrece el mundo hoy es bueno reconfirmar también valores que nos han costado mucho en Sudamérica, que es nuestro compromiso con la democracia, los derechos humanos, la equidad y la Justicia.»

El Secretario general de la OEA, Luis Almagro, al inaugurar el XVIII Foro Iberoamérica expuso «Construir puentes y derribar todos los muros», señaló que «Las Américas es una región democrática salvo un par de excepciones, casi mil millones de personas viven bajo sistemas donde la apuesta democrática de tender puentes para combatir la intolerancia y la imposición de ideas por la fuerza es definitivamente el camino de construcción de diálogo» sin embargo «no significa que hemos ganado la batalla contra formas autoritarias de ejercer el poder en la región, tenemos mucha discriminación y desigualdades que derribar y mucho por construir para reestabilizar la cultura democrática de convivencia», señaló.

Recalcó que «la OEA representa los principios y valores democráticos que los propios Estados Miembros han hecho suyos en diferentes documentos interamericanos, la prueba más clara es que los Estados negociaron y acordaron voluntariamente la Carta Democrática Interamericana, que es un elemento de identidad regional, una suerte de constitución hemisférica» por ello «la defensa de la democracia se convierte en el mandato central de la institución y el pilar fundacional de la relaciones internacionales en el hemisferio, es decir, la construcción de puentes de diálogo con los que piensan diferente para buscar soluciones a los problemas comunes».

Señaló que «el primer muro quizá esté en nuestra propia conciencia, quizá dentro de nosotros mismos; el muro de la intolerancia puede representarse con algo físico pero fundamentalmente está en nosotros, en nuestros miedos, en las pequeñas miserias humanas, en la discriminación que se tolera o se fomenta.»

Se refirió además a la corrupción que ha afectado la confianza ciudadana y sobre la necesidad de «fomentar la integridad, la transparencia y la rendición de cuentas superando las prácticas clientelistas para profundizar el ejercicio ético de la democracia» agregó que «el delito siempre ha existido lo que no se puede tolerar es la impunidad.»

La democracia como valor fundamental que vive un desencanto «si no damos acceso igualitario construyendo derechos para más gente, no podremos lograr una democracia integral en lo económico, social y político…… los ciudadanos y ciudadanas de las Américas quieren que el terreno de juego no esté siempre desnivelado; quieren que hayan puentes que conecten las rutas de desarrollo para todas las personas sin importar el lugar donde han nacido, ni su condición social, ni su raza, ni género, ni orientación sexual» y se encuentra en la consigna de la OEA “más derechos para más gente”.

Finalmente recordó a Robert Kennedy cuando decía: «Cada vez que alguien se para para defender un ideal o actúa para mejorar la suerte de muchos, emite una pequeña onda de esperanza y esa pequeña onda de esperanza, cruzándose con otros centros de energía genera las corrientes más admirables que pueden barrer las murallas de la opresión.»

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