Secesión, Narcotráfico y Socialismo en el Alto Perú. Por Rolando Descarpontriez

0
1684

Por Rolando Descarpontriez
Analista Política Boliviano

Estamos a finales de 2021 y con una gran expectativa política para el 2022. Pero la expectativa política se da en ambos bandos. 

A estas alturas, lo que esta claro es que el narco socialismo tiene una estructura solida, un plan claro y mucha constancia en su ejecución. Del otro lado, del lado de quienes defienden el estado de derecho, se ve el contraste: Hay una estructura regional apenas incipiente y poco o mal conectada, hasta la fecha no se tiene un plan claro mas allá de “rescatar la democracia” (pero eso aún no saben que van a hacer con la democracia para ofrecer una opción contundente al populismo narco socialista) y ni hablar de la falta de constancia. Cualquier feriado detiene la marcha y los pseudo planes de los defensores de la democracia y del estado de derecho.

Pese a esto, se da un empate tecnico a la fecha. Pero ese empate no se da porque la mal llamada derecha haga las cosas bien, sino porque el narco socialismo comete demasiado errores y su ideología ya empieza a mostrar los síntomas del inevitable desgaste político que sufre la mentira sostenida por dos décadas de ideologización de la región que contrastan con los pésimos resultados de gestión de los gobiernos narco socialistas. Promesas incumplidas, así de simple.

Al final, el socialismo del siglo 21 se puede resumir en una herramienta de ideologización de parte de la población para tener una masa humana que defienda (previa creación de una dependencia económica) el derecho a la corrupción, al narcotráfico y a la impunidad de quienes están ejerciendo el poder político por medio del narco socialismo. En ese sentido, vale la pena adentrarnos y analizar uno de los planes o tareas del narco socialismo para este 2022. Qué iría de la mano de Evo Morales y el actual presidente del Perú, Pedro Castillo.

Dicho plan ha sido bautizado como “plan Atahualpa” y tiene como objetivo final la creación de republiquetas autónomas dentro de Perú y de Bolivia. El Alto Perú, seria parcialmente “unificado” usando a la nación Aimara como escudo ideológico pero con el fin oculto de incentivar y proteger la actividad del narcotráfico, que a su vez incrementaría su capacidad de financiar grupos terroristas y milicias alrededor del globo terráqueo.

En realidad, el financiamiento de grupos terroristas con dinero del narcotráfico no es algo nuevo. Lo que sí es algo relativamente nuevo, es la creación de republiquetas autónomas donde las fuerzas del orden no tengan jurisdicción. Así, el narcotráfico puede descansar en paz y prosperar con relativa facilidad. Las zonas elegidas son el VRAEM (Perú), el Chapare (Bolivia) y parte de la frontera entre Perú y Bolivia.

La consolidación de estos territorios para el narcotráfico, solo puede ser posible con la anuencia (entiéndase complicidad) de los gobiernos de turno en ambos países. Nótese que decimos “gobiernos de turno” y no únicamente “gobiernos socialistas”. Pues ya está hartamente demostrado que en ambos países, la derecha y la izquierda no entran a combatir el narcotráfico sino a “regularlo” y hasta a “administrarlo” de manera descarada. 

Para algunos podrá parecer un plan descabellado el que se permita que cualquier gobierno entregue territorios soberanos al narcotráfico y a la guerrilla. El problema es que ya hay un antecedente en Sudamérica. Y por lo tanto es algo que puede volver a suceder.

Zonas de distensión en Colombia.

Las guerrillas en Colombia tienen una larga historia. Pero nos vamos a centrar en que estas fueron claramente financiadas por dinero sucio desde las décadas de 1980, al menos. Y por dinero sucio entiéndase narcotráfico, secuestros y extorsión. El problema es que cuando las guerrillas vieron el potencial del narcotráfico, su ideología quedo relegada y fue solo una pantalla para proteger al narcotráfico. Posterior a esto y ante la arremetida de las fuerzas armadas de Colombia, se obligo a la creación de “zonas de distención” a favor de la guerrilla. Básicamente en estas zonas no entraban las fuerzas del orden, no había presencia real del estado y por lo tanto; las guerrillas protegen al narcotráfico y se auto-gobiernan en un espacio físico que está dentro de un país que tiene un estado y un gobierno que funcionan. Para llegar a esta situación, el narcotráfico y la guerrilla provocaron mucha violencia como medio de presión a la población y al gobierno para justificar la creación de dichas zonas de distención. Por otro lado, se han tenido que dar el tiempo de crear una falsa oposición que les sea servil a sus planes. Han comprado políticos dentro del gobierno para que apoyen la iniciativa de las zonas de distención.

Zonas de distención – Narco Republiquetas en el Alto Perú.  

De manera similar a lo que se dio en Colombia, ahora el narcotráfico pretende usar al socialismo del siglo 21, y este a su vez al indigenismo Aimara (principal pero no únicamente), para presionar desde el ángulo indigenista hacia la creación de dichas republiquetas. Pero en algún momento tendrán que recurrir al terrorismo como medio para generar violencia masiva y así tener el justificativo de “negociar por el bien de la paz” y dar curso a la creación de “zonas de distención” donde el narcotráfico pueda prosperar. 

Aquí la población juega el rol más importante cual es el de presionar a los gobiernos de y sobre todo a la FALSA OPOSICION. Si a mí me preguntan, me preocupa más la falsa oposición que cualquier gobierno narco socialista.