Letalidad del Covid-19 en el Perú

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Karen Eloa Dávila López
Médico.

Trabaja en el Departamento de Radioterapia del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásticas.
Colaboradora de Panorámica Latinoamericana – UE

Desde la declaración de pandemia por el nuevo coronavirus el 10 de marzo del 2020 por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), muchos países crearon y pusieron en práctica múltiples estrategias para disminuir el riesgo de diseminación de la enfermedad que provocaba este nuevo virus conocida como Covid-19. En el Perú el primer caso fue diagnosticado el 6 de marzo del 2020, en un varón que en las semanas previas se encontraba visitando diversos países europeos, considerándose así el caso 0 en el país, un caso importado de la nueva enfermedad, debido a la rápida diseminación y al no tener un país preparado para una pandemia de la magnitud que posteriormente se vería, el 16 de marzo se declara el Estado de Emergencia Sanitaria con una cuarentena inicial de 15 días a nivel nacional la cual se iría prolongando posteriormente. 

Si bien en un inicio gran parte de la población apoyaba esta medida incluso rindiendo homenaje diariamente a las 8 de la noche al personal de primera línea (personal de salud, personal de limpieza, policías y militares) el estrés por las repercusiones económicas que significaba parar las actividades económicas fue haciéndose presente mediante manifestaciones acentuando la crisis social, económica, y política del país.

A nivel mundial la letalidad por Covid-19 no supera el 2%, sin embargo de acuerdo a la sala situacional que informa el Ministerio de Salud (MINSA), en el Perú la letalidad a nivel nacional es de 3.45% según la información actualizada al 17 de marzo del 2021, un dato alarmante que indicaría que si bien desde un inicio se tomaron medidas para contener la diseminación del virus estas no habrían funcionado tanto por responsabilidad o irresponsabilidad de la población como por la gestión de los órganos ejecutores. Al revisar la situación del Perú, según el MINSA, son ya 1’435,598 de personas que han sido infectadas con una letalidad alarmante y ver su desglose encontramos que dentro de los departamentos los más afectados serían: La Libertad (6.04), Lambayeque (5.50%), Ica (5.49%), Piura (4.63%) y Callao (4.16%). Estos datos sumados a la escasez de recursos vitales como el oxígeno, medicamentos y capacidad de atención por parte de los Centros de salud de diferentes niveles, que vienen trabajando arduamente desde el inicio de la pandemia y que por razones obvias se ha visto rebasado, nos hace pensar, que si bien, las decisiones que se vienen tomando de forma dinámica se están individualizando y buscan solucionar los problemas mencionados entre otros no son suficientes, pero en estos tiempos ¿qué medida podría ser suficiente? Es una pregunta difícil de responder que quizás la empatía y misericordia de todos nosotros como seres humanos al dolor ajeno no podría solucionar por completo, pues es cierto que hasta no tener un caso cercano no vamos a sentir la desesperación, el miedo y angustia que actualmente viven miles de personas en las puertas de los hospitales, en casas o en largas colas buscando algo tan simple, vital y escaso.

Por el momento nos queda sí poner el hombro, no esperando ser vacunados pues la escasez de vacunas es un mundo por discutir, pero sí poner el hombro para decir «si yo me cuido, te cuido a ti».