Normativa europea, sensibilizzazione scientifica e responsabilità culturale
Nel 2021 l’Unione Europea ha approvato all’unanimità un regolamento che vieta l’uso del piombo nelle munizioni da caccia entro cento metri dalle aree umide. L’Italia aveva aderito, ma nel 2023 si è ritirata dalla fase di applicazione, entrando così in procedura di infrazione. Una scelta che ha sollevato interrogativi sulla responsabilità politica e sulla tutela della salute pubblica.
È in questo contesto che nasce la mostra Il veleno dopo lo sparo, inaugurata al Museo di Storia Naturale di Milano. Non un’iniziativa contro la caccia, ma un percorso di sensibilizzazione scientifica e culturale.
Gli organizzatori hanno volutamente escluso le associazioni ambientaliste per mantenere un approccio rigorosamente scientifico: il piombo è tossico, persiste nell’ambiente per decenni e contamina suolo, acqua e fauna. Ogni cartuccia contiene centinaia di pallini, la maggior parte dispersi nell’ambiente. Gli uccelli ingeriscono questi frammenti scambiandoli per grit, con conseguenze neurotossiche gravi. La carne stessa, destinata al consumo umano, può contenere microframmenti invisibili.
Legislación europea, concienciación científica y responsabilidad cultural
En 2021, la Unión Europea aprobó por unanimidad un reglamento que prohíbe el uso de plomo en munición de caza a menos de cien metros de humedales. Italia se había adherido, pero en 2023 se retiró de la fase de implementación, iniciando así un procedimiento de infracción. Esta decisión planteó dudas sobre la responsabilidad política y la protección de la salud pública.
En este contexto nació la exposición «Veneno después del disparo», inaugurada en el Museo de Historia Natural de Milán. No se trata de una iniciativa contra la caza, sino de una vía para fomentar la concienciación científica y cultural. Los organizadores excluyeron deliberadamente a las asociaciones ecologistas para mantener un enfoque rigurosamente científico: el plomo es tóxico, persiste en el medio ambiente durante décadas y contamina el suelo, el agua y la fauna. Cada cartucho contiene cientos de perdigones, la mayoría de los cuales se dispersan en el medio ambiente. Las aves ingieren estos fragmentos, confundiéndolos con arenilla, con graves consecuencias neurotóxicas. La propia carne, destinada al consumo humano, puede contener microfragmentos invisibles.
Il Museo, tra i più antichi e amati della città, si assume così la responsabilità di educare il pubblico alla consapevolezza ambientale e sanitaria.
La mostra diventa quindi un ponte tra scienza e società: da un lato i dati ecotossicologici, dall’altro la necessità di un salto di qualità culturale. Il piombo è stato eliminato dalla benzina, dalle tubazioni, dalle vernici, dai giocattoli. È tempo che venga eliminato anche dalle munizioni.
El Museo, uno de los más antiguos y queridos de la ciudad, asume así la responsabilidad de educar al público sobre la concienciación ambiental y sanitaria.
La exposición se convierte así en un puente entre la ciencia y la sociedad: por un lado, datos ecotoxicológicos; por otro, la necesidad de un avance cultural. El plomo se ha eliminado de la gasolina, las tuberías, las pinturas y los juguetes. Es hora de eliminarlo también de las municiones.

Yo soy Giorgio Chiozzi, conservador de ornitología del Museo de Historia Natural de Milán y curador de la edición milanesa, junto con Enrico Bassi, Gloria Ramello y Paolo Pantini, de la exposición dedicada al uso del plomo en las municiones de caza. La exposición que proponemos nace dentro del Museo de Historia Natural de Milán, que es el museo cívico más antiguo de la ciudad y uno de los más antiguos existentes en Italia. Como probablemente todos saben, es también uno de los museos más queridos por los ciudadanos, y sentimos muy fuerte esta responsabilidad hacia nuestro público: educar respecto a un uso consciente y sostenible del ambiente.
La exposición «Veneno después del disparo» nace precisamente con este propósito: educar a la gente en la conciencia de que el uso de municiones de plomo puede causar graves daños al ambiente, en particular a las aves rapaces que se alimentan de las carcasas de animales heridos con municiones de plomo o de vísceras de animales abatidos y luego destripados en el lugar, vísceras que son abandonadas. En particular, los grandes rapaces como el quebrantahuesos, el buitre negro, el alimoche y el buitre leonado, para los cuales es muy frecuente el fenómeno del saturnismo, una enfermedad derivada del hecho de que el plomo, una vez ingerido, se transforma en su forma ionizada y puede pasar fácilmente al torrente sanguíneo. Esto puede causar daños gravísimos a nivel neurológico, y no solo en los animales: en la edición milanesa estamos tratando de poner la atención también en el hombre.
Los primeros en estar involucrados en esta problemática son los cazadores y sus familias, que más fácilmente consumen la caza abatida con municiones de plomo. El daño del plomo es más fuerte especialmente en las personas ancianas, en las mujeres embarazadas y en los niños hasta los siete años, porque puede causar graves problemas neurológicos, incluso formas de locura. Se piensa, por ejemplo, que algunos emperadores romanos que bebían vino muy ácido en copas de peltre —una aleación que contenía plomo— y que incluso endulzaban el vino con un compuesto de plomo llamado “azúcar de Saturno”, pudieron haber sufrido intoxicaciones. Casos famosos de saturnismo se cree que están ligados, por ejemplo, a la locura de Van Gogh u otros pintores del pasado que humedecían la punta del pincel con el que usaban pinturas con plomo, y poco a poco este plomo pasaba al organismo causando formas de locura ligadas a la intoxicación. Son hipótesis, naturalmente, no probadas.
El hecho grave es que se continúe utilizando municiones de plomo en la caza, que es una actividad lícita y permitida. La exposición no quiere atacar la actividad de la caza: no estamos contra los cazadores, al contrario, pensamos que los cazadores conscientes pueden dar un salto de calidad adoptando municiones atóxicas. Existen ya alternativas válidas, utilizadas en países como Dinamarca o incluso en áreas protegidas de Lombardía como el Parque del Stelvio, donde se puede seguir practicando la caza de manera sostenible. Esta es la gran elección que pedimos al mundo venatorio y a nuestros representantes políticos: que se den cuenta de que este metal, declarado una de las sustancias más tóxicas presentes en la naturaleza junto con el arsénico y el mercurio, pueda finalmente ser prohibido también en las municiones.
Ya se ha hecho esta elección para muchos productos que contenían plomo: las gasolinas sin plomo, las tuberías de agua, el peltre, las pinturas, los juguetes, la tipografía. Sin embargo, en el mundo de la caza persiste una predilección por el plomo, un vínculo tradicional con su uso. En una vitrina mostramos un ejemplo: en los puestos de caza en pantanos se utilizaban los llamados “cebos de caza”, reproducciones de patos hechas con caña de pantano o madera, que servían para atraer a los patos reales. En los años sesenta se empezó a usar patos de plástico. El objeto no cambió, cambió el material.
El museo, como ente científico, quiere señalar la peligrosidad del plomo, que se dispersa en toneladas en el ambiente. Las decisiones deben ser tomadas por políticos y técnicos: ecotoxicólogos, especialistas en toxicología humana, personas que puedan transformar estas decisiones en leyes operativas. Existen ya reglamentos europeos que prohíben el uso del plomo en la caza, pero deben ser aplicados en la legislación italiana. Las alternativas existen: algunas fábricas italianas producen municiones atóxicas, aunque siguen fabricando municiones de plomo. Hay una resistencia cultural, una predilección por el plomo.
Yo agradezco mucho esta sede que nos acoge, porque para los peruanos es muy querida.
Me alegra haber notado la fuerte presencia de público sudamericano, en particular peruano, durante toda la semana. No lo sabía, pero me complace saberlo. Muchas gracias.






