Alessandro Manzoni, es el personaje símbolo de Italia del norte, de Italia. Gracias a Manzoni se conocen detalles importante de un período convulsionado de la vida italiana cuando estaba en proceso de unificación. El es un hombre del Resurgimiento, nace en 1785, ha vivido un concentrado de eventos que transformaron el mundo europeo e italiano, como fue la Revolución francesa, la Restauración que tuvo inicio en 1814 con el Congreso de Viena, convocado por las grandes potencias para rediseñar los limites de Europa que habían sido alterados por el ímpetu de las conquistas napoleónicas y finalizado en 1919 con la unificación del Trentino a Italia, luego, la llegada de los Austriacos a Italia, la preparación del Resurgimiento o Unificación italiana, el movimiento cultural, político y social que promueve la unificación evocando los ideales románticos, nacionalistas y patriotas, las Cinco Jornadas de Milán, fueron la sublevación protagonizada por el pueblo de la capital lombarda contra la ocupación austriaca entre el 18 y 22 de marzo de 1848, logrando librarse del yugo extranjero y brindando al resto de Italia un ejemplo de lucha y coraje que sería prontamente imitado. Con tal motivo, tenemos jovenes italianos que emigraron en tierras americanas, se descubrieron con gran talento, como fue Antonio Raimondi, un milanés reconocido como el más importante exponente italiano en el Perú.
Luego de todo esa vida llena de eventos que descontrolaron la vida de los europeos, Manzoni llega a ser nombrado Senador del Reino de Italia, como lo relata la autora del libro «Le due mogli di Manzoni» Maria Marazza, Manzoni sufría de tartamudeo, realizar un juramento para asumir el cargo de Senador, lo habría puesto en dificultad, un tartamudeo que aumenta ante una situación de tensión o nerviosismo. Sin embargo, sus amigos lo logran convencer y jura, asume el cargo de Senado comprometiéndose a ocuparse de la lengua italiana. En un periodo de enfrentamientos bélico, puso en evidencia los diferentes dialectos que impedían comunicar entre los italianos, se requería una sola lengua. Por ello, si «I Promessi Sposi», Manzoni lo escribió en Lombardo, luego le quitó cualquier modismo lombardo a fin de dejar un lenguaje comprensivo en toda Italia. «Italia se hizo, ahora necesitamos hacer italianos».
Los italianos lo reconocen, le rinden honores y se inspiran en él, uno de ellos es Stefano Marazzato, desde hace diez años dirige el Restaurante «Don Lisander» fundado en 1947, situado en el cuadrilátero de la Moda, a dos pasos de la Scala de Milán, a pocos pasos de la casa que fuera de Manzoni, es un restaurante apreciado por los milaneses y por los extranjeros en búsqueda de un almuerzo o una cena de calidad en un ambiente muy agradable. Pero, no basta para Stefano Marazzato quien, probando una Sacher en Austria, se preguntó, ¿por qué Milán no tiene su torta?, además del Panetón que no es una torta sino un dulce con levadura. Así inició esta aventura que lo llevó por cinco meses a buscar en la historia cuál fuese el dulce apreciado por Manzoni, cuándo leyendo las páginas del libro histórico-documentado de Marina Marazza, con motivo de su segundo matrimonio con Teresa Borri Stampa, Manzoni expresa «el primer día del año se inicia comiendo la carzensa».
En 1800 en Milán, «la carsenza de bombón» era el «dulce reciclado» una receta que pasaba de generación en generación, compuesta por las sobras del pan blanco de la Navidad, al cual se le agregaba uva y manzanas, también se le podía agregar, higos, peras, fruta seca, algunos le agregaban un frijol, quién lo encontraba seguramente tendría un año afortunado. Existen documentos de correspondencia familiar Manzoni, donde este dulce era una tradición afirmada.
Vittorio Feltri, director el «Il Foglio» escribe «simple y armoniosa, pueblerina y en su conjunto noble, hecha de harina y de frutos de los jardines de Milán y Brianza: higos, manzanas, nueces y pasas» exalta su origen milanés cuando escribe sobre la torta «La Providencia».
Un receta revisada por el chef pastelero Alessandro Servida de Don Lisander, agrega gotas de chocolate, las cuales, para Manzoni representaba «el alimento reconfortante».
Una torta sin horario ni estación, puede ser consumida en la mejor hora del día, cada uno la puede establecer a su gusto y deseo.
Custodiada en una caja que presenta el retrato de Alessandro Manzoni realizada por Francesco Hayez, el cual se encuentra en la Pinacoteca de Brera en Milán, digamos que la caja lleva una inspiración de dicho cuadro donde se ve a Manzoni con «La Provvidenza».
Si el 9 de octubre fue el nacimiento oficial de «La Providencia», se vende en el restaurante «Don Lisander» y en las principales tiendas milanesas y nacionales, el precio es de €45. Un redescubrimiento de las raíces culturales milanesas gracias a la investigación de las tradiciones custodiadas en la Superintendencia de las Bellas Artes que tiene sede en la Casa Trivulzio, muy cercana a la casa de Alessandro Manzoni situada en via Morone.
Le preguntamos a Stefano Marazzato ¿cómo transmite la «milanesidad» a los extranjeros que se encuentran en Milán, en la Lombardia? Nosotros, nos dice, nos esforzamos cuando tenemos en el restaurante a huéspedes extranjeros cuando llegan a cenar o almorzar, les referimos la razón de nuestro homenaje a Alessandro Manzoni, los invitamos a visitar la «Casa Manzoni» visto que está situado a pocos pasos de «Don Lisander». Nuestra ambición es hacerles conocer Alessandro Manzoni, quien es un patrimonio de la humanidad como puede ser Shakespeare y otros autores. Es cierto que Manzoni fuera de Italia no es tan conocido. A través de esta torta deseamos comunicar algo de Alessandro Manzoni, puede despertar algo de curiosidad para querer descubrir algo más del personaje.»
Scrive Vittorio Feltri, «la milanesità non si acquisisce per nascita e neanche perche ci si vive. E allora lascia dei segni noti agli antropologi: una lieve fluorescenza, un certo tono di voce, un ritmo dei pensieri, un odore misto di vaniglia e di officina, che si assorbe inessorabilmente lavorandoci. A me è capitato: nato a Bergamo, che adoro, milanese per osmosi. I miei maestri sono stati il dalmata Nino Nutrizio, l’amalfitano Gaetano Afeltra, l’emiliano Enzo Biagi, ma erano milanesi più loro del Panettone. il maestro dei maestri è Alessandro Manzoni. Leggo e rileggo la sua prosa. Passeggio per le strade che percorreva. Studiava l’umanità in circolazione. Alzava lo sguardo alla Madonnina, che non ha le mani giunte, ma le scuote a braccia larghe: pregare sì, ma svelti che c’è da lavorare. Amo sedermi, al ristorante a lui dedicato, el Don Lisander, che è il nome con cui era chiamato famigliarmente lo scrittore. È qui che in suo onore l’amico Stefano Marazzato ha meravigliosamente ricreato la torta preferita dall’autore de I Promessi Sposi che volle servita al banchetto delle sue nozze con Teresa Borri Stampa: la Carsenza. Semplice e armoniosa, popolana e insieme nobile, fatta di farina e dei frutti dei giardini di Milano e Brianza: ficchi, mele, nocciole e uvette. Lo scrittore ci volle aggiungere un suo tocco: una pioggia di gocce di cioccolata della quale andava matto. È la torta di Milano. La torta di Manzoni. Gustandola a me viene da ripetere la frase più milanese di tuttee: «La c’è la Provvidenza!».»
Vittorio Feltri escribe: «ser milanés no se adquiere ni por nacer ni siquiera por vivir allí. Por eso deja signos conocidos por los antropólogos: una ligera fluorescencia, un cierto tono de voz, un ritmo de pensamientos, un olor mezclado a vainilla y a taller mecánico, que se absorbe inexorablemente trabajando en él. Me pasó a mí: nacido en Bérgamo, que adoro, milanés por ósmosis, mis maestros fueron el dálmata Nino Nutrizio, el amalfitano Gaetano Afeltra, el emiliano Enzo Biagi, pero eran más milaneses ellos del Panettone. El maestro de maestros es Alessandro Manzoni. Leo y releo su prosa. Camino por las calles que caminaba. Miro a la Madonnina, que no tiene las manos entrelazadas, sino las sacude con los brazos abiertos: recen, sí, pero rápido, hay trabajo por hacer. Me encanta sentarme en el restaurante dedicado a él, el Don Lisander, que es el nombre con el que familiarmente se llamaba al escritor. Es aquí que el amigo Stefano Marazzato en su honor ha recreado maravillosamente la torta favorita del autor de Los Novios que la quiso servida en su banquete de bodas con Teresa Borri Stampa: la Carsenza. Sencilla y armoniosa, popular y noble al mismo tiempo, elaborada con harina y frutas de los jardines de Milán y Brianza: higos, manzanas, avellanas y pasas. El escritor quiso darle su propio toque: una lluvia de chispas de chocolate que le enloquecía. Es la torta de Milán. La torta de Manzoni. Probándola me hace repetir la frase más milanesa de todas: “¡Ahí está la Providencia!”.
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