El 2024 se inició considerando que la estabilidad inflacionaria estaría casi asegurada, principalmente para la mayor parte de las economías de Latinoamérica. Sin embargo, factores de orden internacionales han empezado a amenazar dicha estabilidad, reflejándose directamente en la cotización del petróleo.
Al 3 de abril, el petróleo WTI (West Texas Intermediate) se cotizó a US$ 85.56 el barril, 2.2% superior al precio del 1 de abril, día en el que Irán sufrió un ataque aéreo. En lo que va del año, el barril de petróleo WTI ha mostrado un incremento de 17.7%, en la actualidad.
El precio del petróleo, como commodity, es susceptible a eventos internacionales, principalmente si se asocian a sus principales productores. En 2022, Irán se ubicó en el octavo lugar de principales productores mundiales de petróleo.
Un incremento significativo del petróleo impactaría en la inflación de economías importadoras de dicho commodity, como es el caso de gran parte de la región latinoamericana. Esta situación se convierte en un desafío para los banqueros centrales, los cuales están buscando reducir sus tasas de interés de referencia en el corto plazo.
Al haber una gran probabilidad de que la inflación vuelva a incrementarse, la tasa de política monetaria se estabilizaría o en el peor de los casos, podría aumentar, si se proyecta una mayor amenaza para la estabilidad inflacionaria local.
El conflicto en el Medio Oriente afectaría la tendencia inflacionaria de las economías latinoamericanas, en lo referente a la cotización del petróleo. En este contexto, la adopción de energías verdes o renovables se vuelven en opciones más atractivas ante la presente situación actual.