La diputada polaca Beata Szydło ha preparado, en el ámbito de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales, un Informe sobre el envejecimiento del viejo continente: posibilidades y desafíos relacionados con la política de envejecimiento después de 2020. Considera que el envejecimiento de la población en Europa es un fenómeno demográfico que responde a una disminución de las tasas tanto de fertilidad como de mortalidad y a una mayor esperanza de vida. Señala que la población de la Unión está disminuyendo; si en 1960 los residentes de la Unión representaban el 13,5% de la población mundial, en 2018 representaban el 6,9% y se prevé que para 2070 representarán alrededor del 4%. Las razones se encuentran en la disminución de las tasas de natalidad en la Unión respecto a otras regiones del mundo, un proceso paulatino de la población mundial que la Unión antecede. La población tiene una participación activa, más del 20 % de las personas de entre 65 y 74 años y alrededor del 15 % de las personas mayores de 75 años participan en actividades voluntarias formales o informales, asimismo, considera que la situación demografía afecta gravemente a la cohesión social, económica y territorial de la Unión por lo que propone que las cuestiones demográficas sean integradas en todas sus políticas, la población en edad laboral, comprendidas entre 15 y 64 años disminuyó de 333 millones en 2016 a 292 millones en 2070, se prevé que para 2100 las personas de 80 años o más representarán el 14,6 % de la población. Atribuye gran importancia a la igualdad de género siendo «un valor fundamental de la Unión, consagrado en los Tratados y en la Carta de los Derechos Fundamentales, y que la Unión se ha comprometido a integrarla en todas sus actividades».
La longevidad, es un logro colectivo notable respaldado por avances significativos en el desarrollo económico y social y en la salud, se prevé que la esperanza de vida aumente de 78,3 a 86,1 años para los hombres y de 83,7 a 90,3 años para las mujeres entre 2016 y 2070; considerando este aumento como un factor de progreso de la civilización y nunca como una limitación; que en 2018 el número estimado de años de vida sana era 64,2 años para las mujeres y 63,7 años para los hombres que, no obstante, la discrepancia entre la esperanza de vida y la esperanza de vida sana es preocupante y debe abordarse urgentemente.
Señala que la variación natural de la población de la Unión ha sido negativa desde 2012, habiéndose registrado en 2019 más muertes (4,7 millones) que nacimientos (4,2 millones); que la tasa de fertilidad en la Unión está descendiendo y llegó a ser de 1,55 en 2018.
Destaca que las tasas de empleo a tiempo parcial son mayores para las mujeres (31,3 %) que para los hombres (8,7 %) y también afectan a las mujeres mayores (el 49,8 % de los hombres mayores frente al 64,1 % de las mujeres mayores); que el promedio de horas de trabajo habituales en la Europa de los Veintiocho ascendió a 30,3 horas por semana para los hombres de entre 65 y 74 años y a 24,1 horas por semana para las mujeres de este mismo rango de edades; que se prevé que los hombres formen parte de la población activa durante 38,6 años, mientras que la cifra correspondiente para las mujeres es de 33,7 años.
Colmar la brecha de género en el trabajo depende del respeto de los derechos laborales fundamentales y de la prestación de los servicios sociales básicos. Las mujeres de entre 55 y 64 años tienen una tasa de empleo más baja que los hombres (52,4 % para las mujeres frente a 65,4 % para los hombres) y tienen mayor probabilidad de prestar servicios asistenciales informales en el hogar. El número total de personas en edad laboral (15-64 años) disminuirá en 20,8 millones entre 2005 y 2030 a medida que la generación del «baby boom» se jubile, lo que supondrá una mayor carga para los sistemas sanitarios y de pensiones de Europa; que está previsto que la tasa total de dependencia de la edad alcance el 57 % en 2100, casi el doble que en 2019 (31%);
La edad mediana en la Europa de los Veintiocho ha aumentado de 38,3 años en 2001 a 43,1 años en 2018; que, en 2018, el 19 % de los ciudadanos de la Unión tenía 65 años o más y que sus necesidades deberían tenerse en cuenta en el proceso de toma de decisiones políticas a nivel nacional, regional y de la Unión;
Considera que las personas de edad avanzada están especialmente expuestas a los fenómenos de exclusión social y aislamiento; un número cada vez mayor de adultos en la Unión está experimentando un aislamiento social (75 millones de personas, el 18 % de la población); que el riesgo de aislamiento social es más alto entre las personas mayores, mientras que el sentimiento de soledad es más significativo en el grupo de edad de entre 26-45 años.
Las responsabilidades de cuidado son una de las principales razones de los niveles más bajos de participación de las mujeres en el mercado laboral, ya sea debido a que reducen sus horas de trabajo o a que abandonan del todo el trabajo remunerado, lo que supone una pérdida para Europa de 370 000 millones EUR al año; que las estimaciones muestran que el 80 % de los cuidados en la Unión son prestados por cuidadores informales conformados en su mayoría por mujeres (75 %), lo que indica la existencia de una brecha de género en los cuidados que influye mucho en la brecha de género en las pensiones.
La COVID-19 también ejerce un importante impacto sobre la demografía; que muchas personas de edad avanzada han fallecido y, tal como sugieren algunos estudios, el coronavirus ha tenido un impacto considerable en las tendencias de la población de la Unión, como la reducción de la esperanza de vida o la planificación familiar;
Exhorta que al elaborar las políticas de envejecimiento, se tenga en cuenta el impacto de las diferencias de género en la salud y las desigualdades sanitarias relacionadas con factores socioculturales; que determinadas enfermedades y afecciones asociadas con la edad tienen un impacto diferenciado sobre las mujeres y los hombres, como la depresión o las enfermedades cardiovasculares; que determinadas enfermedades y afecciones afectan más a las mujeres que a los hombres, como el Alzheimer o la demencia, el cáncer de mama, la incontinencia, la osteoporosis y la osteoartritis; que la prevalencia de tales enfermedades aumentará en nuestras sociedades el proceso de envejecimiento;
Entre 2000 y 2015 la población mayor de sesenta años aumentó en un 68 % en las ciudades y en un 25 % en las zonas rurales; según el Observatorio en red de la ordenación del territorio europeo la población en las aglomeraciones europeas aumentará en 24,1 millones de aquí a 2050, lo que representa casi la mitad de la población total de la Unión, y que la población rural disminuirá en 7,9 millones de personas;
Las personas mayores tienen más probabilidades de experimentar un acceso limitado a internet, así como una falta de concienciación y de conocimientos sobre las tecnologías existentes y emergentes. Sólo el 35 % de las personas de entre 55 y 74 años poseen competencias digitales básicas, frente al 82 % de las personas de entre 16 y 24 años y que, en consecuencia, las personas mayores son más vulnerables a la exclusión, incluida la exclusión digital; que la exclusión social y digital de las personas mayores se ha visto exacerbada por el confinamiento y las medidas sociales adoptadas por los Estados miembros en respuesta a la pandemia de COVID-19; que las tecnologías sin barreras y de fácil uso pueden ayudar a superar estos retos; que se prevé que el Consejo aborde este problema en 2020 y emita sus Conclusiones sobre los derechos humanos, la participación y el bienestar de las personas mayores en la era de la digitalización;
Hemos señalado algunos de los puntos esenciales que comprende este amplio Informe, en la plenaria de esta semana se debatirá y votará a fin que se convierta en una Resolución.