13 años de descentralización peruana con más o igual, pero no menos pobreza.

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Hace poco el Parlamento peruano aprobó la norma por la cual los presidentes regionales se les cambia su nombre por gobernadores, bajo una serie de preceptos seguramente muy respetados pero con banderas y olores para hacer efectiva la descentralización del país; sin embargo la percepción del ciudadano y su búsqueda por lograr sentirse reconocido y amparado por un Estado que parece que cada día olvida su razón y esencia de ser, es más imperativo que antes, ya que el proceso de descentralización en el Perú continua en eso, un proceso a 13 años de su aplicación, con más o igual, pero no menos pobreza.

13 años de descentralización peruana con más o igual, pero no menos pobreza. foto 1

El actual proceso de descentralización se inició en el 2002, con la Ley Nº 27680 y su puesta en marcha mediante Ley 27783, que la establece como una forma de organización democrática que constituye una política permanente de Estado, de carácter obligatorio, que tiene por objetivo el desarrollo integral y sostenido del país; los diversos gobiernos no han podido promover inversiones públicas y privadas en armonía con las poblaciones del Perú, el Consejo de Ministros carece de iniciativa para crear normativas sobre descentralización, así como para evaluar y supervisar el cumplimiento de las políticas en esta materia para el desarrollo del país, ya que lo único que se ha conseguido es incrementar los conflictos sociales con los pueblos y etnias en nombre de una supuesta modernidad y desarrollo, que solo ha traído atraso, muerte y destrucción entre peruanos.

Que conclusiones podemos tener en la actualidad que sean y signifiquen que la descentralización viene cumpliendo sus objetivos para los cuales fue creada, no olvidemos que descentralizar el país obedece a una decisión política del Estado a través de los gobiernos que cada cinco años se suceden en la Presidencia de la república y de los Gobiernos subnacionales cada 4 años, en ese sentido, la descentralización ha venido constituyéndose en una oportunidad para revertir la tradicional estructura centralista del Estado peruano y, con ello, establecer formas para la satisfacción de demandas largamente postergadas sobre todo en el interior del país.

El análisis nos lleva a concluir que hasta el año 2014, el índice de Desarrollo Humano (IDH) 2014, que incluye educación y salud, señala que en el período entre 1980 y 2013 ese índice en el caso peruano ha crecido a una tasa promedio anual de 0,65%, cifras proporcionadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD). El Perú registra un IDH de 0,737, ligeramente más alto que el registrado en el anterior Informe 2013, cuyo valor era 0,734. El Perú ha llegado a ubicarse en el rango de países de desarrollo humano alto, colocándose en el ranking mundial 2014 en el puesto número 82 entre 187 países. Esta ubicación no ha variado respecto a la reportada en el anterior informe del 2013, faltando por conocer lo referido al año 2015 que todavía no culmina.

Entonces ¿cómo analizamos la realidad peruana para qué la descentralización sea más eficaz en sus preceptos aplicativos de lograr la felicidad de los peruanos y peruanas en su búsqueda de una inclusión social real con salud optima, educación eficaz y que eleve el desarrollo de los peruanos?, y ¿una seguridad en todo orden de cosas que genere confianza y valores que permitan armonizar el país en puntos y acuerdos comunes?; tres puntos de los muchos existentes que faltan por concretizar en el Perú; del mismo modo urge fortalecer una sinergia intergubernamental, ejecutando una profilaxis a la representatividad del sistema político peruano, resolviendo los conflictos sociales con honestidad sin buscar beneficios subalternos y adecuando los sistemas administrativos públicos sin corrupción y bajo normas severas contra quienes infrinjan la correcta administración pública que se amparan en la creación de organismos estatales que buscan intereses, que no precisamente son los de bienestar para los peruanos.

Finalmente en el Perú asistimos a una realidad en la que el Gobierno no administra ya lo público, sus diversas y constantes crisis y lo desprestigiado de su equipo político tanto en el ejecutivo como en el legislativo, hace presagiar lo oscuro a lo que parece dirigirse la política peruana, asistimos en ese orden de ideas a un escenario en el que sólo el aglutinamiento de los líderes democráticos y progresistas es el camino para construir la plataforma y el liderazgo que permita a la Nación “inca” una representación real e inclusiva en los próximos procesos electorales, que lo lleve a cristalizar sus justas aspiraciones como seres humanos y su derecho a la felicidad.