
La cicatriz, la cicatriz indeleble que la Shoah ha dejado en toda Europa, es y siempre debe ser grabada en nuestra memoria colectiva. Como dijo Eli Wiesel, «olvidar un Holocausto es matar dos veces.»
A medida que pasa el tiempo, compartimos la responsabilidad de recordar la Shoah, a llorar a sus víctimas, para mantener el apoyo a la participación incansable de los sobrevivientes en mantener viva la memoria.
No es sólo una responsabilidad para con el pueblo judío, es una responsabilidad para con la humanidad, con las generaciones futuras, hacia la propia Europa. Si nos olvidamos de la oscura historia de nuestro continente, se corre el riesgo de subestimar lo importante que es para preservar la paz, la unidad y la diversidad dentro de nuestro continente.
Debemos ser lo suficientemente honesto para admitir que más de 70 años después de la Shoah, el antisemitismo sigue vivo en nuestra «civilizada» de la Unión Europea. Como vivo es el miedo a la diversidad, la tentación de buscar chivos expiatorios en los momentos difíciles, en lugar de trabajar en maneras de hacer que nuestros tiempos menos difíciles, para todos.

Nuestro deber es asegurar que las generaciones presentes y futuras son conscientes de las raíces del Holocausto. Entender mal, y la forma en que con tanta facilidad se abrió camino en nuestras propias sociedades, es el primer paso para prevenir el mal de nuevo imperante.
Compartimos, como ciudadanos europeos y las instituciones de la UE, los temores y las preocupaciones de muchos Judios europeos. Nuestros países están debidamente intensificando las medidas de seguridad, pero esto es en primer lugar una batalla de los corazones y las mentes contra el antisemitismo y toda forma de discriminación basada en la fe o la etnia.
Mientras conmemoramos la Shoah, rendimos homenaje a todos los justos que no se rinde al miedo y la ideología de la época. No sólo salvaron la vida de muchos, mantuvieron viva la esperanza de que la humanidad puede prevalecer.
Tenemos que aprender de ellos en los tiempos difíciles que estamos viviendo, y transmitir a las siguientes generaciones el recuerdo del mal, así como el valor de la humanidad.