INCERTIDUMBRES EN EL SISTEMA COMERCIAL INTERNACIONAL. Por Felix Peña.

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Nuestro Colaborador, Félix Peña, gran conocedor del comercio internacional así como de los temas inherentes a la integración, nos trae sus reflexiones  y un interesante análisis, luego de participar en la XIX Conferencia de la CAF en Washington DC. Cada vez América Latina es más autonomía en sus decisiones y está creciendo en el panorama internacional. Su avance y su actuar hace que la escuchen y, entre los latinoamericanos, a evaluar sus decisiones y analizar el camino que se está emprendiendo. En este sentido, la Conferencia Anual de Washington es una excelente oportunidad para poner en el tablero los aciertos, los riegos, los errores y su prevención. 

Sus efectos en las estrategias comerciales y de integración económica en la región.

Resumen:
Tres cuestiones abordadas en diferentes sesiones de la reciente XIX Conferencia Anual de la CAF, en Washington, merecen especial atención por su relevancia sobre el futuro de la gobernanza regional y de la integración económica en América Latina.

Una es la del impacto positivo que cabe esperar del proceso iniciado el pasado mes de diciembre en las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Su consolidación llevará un tiempo que no es fácil de precisar. Incluso en el transcurso de los próximos meses pueden surgir aún dificultades imprevistas. Nada indica entonces que será un proceso fácil ni lineal. Pero el sólo hecho que se haya iniciado introduce un cambio radical en las relaciones entre todos los países del espacio hemisférico.

Una segunda cuestión se refiere a la renovación de conceptos y de métodos para facilitar una más efectiva gobernanza regional que sea, a su vez, funcional al predominio de la lógica de cooperación e integración económica entre los países del espacio geográfico latinoamericano. La idea estratégica de convergencia en la diversidad, cobra fuerza no sólo para facilitar la articulación entre procesos tales como el del Mercosur y la Alianza del Pacífico, pero también para incluir países de los espacios subregionales de Centroamérica y del Caribe – y por ende a Cuba -. Ello implica dejar de lado la idea de la integración como una forma de hacer de un conjunto de partes un nuevo todo unificado.

Y una tercera cuestión, está vinculada con la agenda de las negociaciones comerciales internacionales, sea en el plano multilateral o en el inter-regional. Cómo establecer un vínculo funcional entre tal agenda y la de la construcción de un sistema eficaz de gobernanza e integración regional, que permita neutralizar efectos negativos que puedan provenir de tendencias actuales de la economía global y, a la vez, potenciar el valor que la región sigue teniendo en el ámbito global –entre otras razones por su capacidad de producir alimentos y por sus recursos humanos-, será uno de los principales desafíos futuros para el liderazgo de los países latinoamericanos.

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Dr. Felix Peña

Una conclusión a extraer de los escuchado en la mencionada Conferencia, se refiere a la necesidad de redoblar esfuerzos de la región, en función de una estrategia asertiva de inserción comercial en todos los frentes interregionales, incluyendo prioritariamente negociaciones de distintas modalidades de acuerdos de cooperación económica estratégica, especialmente pero no exclusivamente, con la Unión Europea, los Estados Unidos y China. Tal necesidad, implicaría continuar con todos los esfuerzos necesarios para preservar y, en lo posible, fortalecer el papel que le cabe a la OMC como institución vertebral del sistema multilateral del comercio global.

En Washington DC. tuvo lugar la XIX Conferencia Anual de la CAF – Banco de Desarrollo de América Latina. Se realizó durante los días 9 y 10 de septiembre y fue organizada conjuntamente con el Inter-American Dialogue y la OEA. Asistieron a los debates unas novecientas personas de muy distintos países. El programa completo incluyendo los nombres de los expositores, así como los videos completos de todas las sesiones, se encuentran en:

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Tras casi veinte años de desarrollo consecutivo, este evento de la CAF se ha transformado en uno de los principales ámbitos para revisar cuestiones relevantes de la agenda política y económica de América Latina.

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El contexto en el cuál se desarrolló la Conferencia de la CAF, fue planteado de la siguiente manera por los organizadores: “Este es un período de cierta incertidumbre y a la vez de oportunidades para los países del hemisferio. Las elecciones presidenciales y parlamentarias de este año influirán en las agendas nacionales y en el tono de las relaciones interamericanas. La creciente presencia de China en América Latina impulsa el análisis sobre las estrategias de la toma de decisiones con respecto a esta relación y sus diferentes aristas. En el frente económico, los precios más bajos del petróleo pueden impulsar el crecimiento de algunos países en 2015, pero la desaceleración económica en Europa, Japón y China pueden compensar las ganancias derivadas de la caída en los precios del petróleo”.

Tal planteamiento se reflejó en los siete temas abordados en las sucesivas sesiones. Ellos fueron los siguientes: los desafíos geopolíticos del Hemisferio; las elecciones y escenarios políticos en distintos países de la región; los desafíos presentes y futuros del desarrollo latinoamericano dado el actual entorno global; el crecimiento de la clase media y sus sostenibilidad futura; lo que está ocurriendo en la integración regional de América Latina; las relaciones entre América Latina y Asia, y los nuevos horizontes para Cuba luego del 17 de diciembre del 2014.

Como hecho muy destacable, cabe señalar que también hubo una provocativa y estimulante conversación de una hora sobre América Latina y el mundo, en la que Moisés Naím entrevistó a Enrique V. Iglesias.

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De las diversas cuestiones abordadas en esta Conferencia, en esta oportunidad tres merecen ser destacadas, por su relevancia sobre el futuro de la gobernanza regional y de la integración económica en América Latina.

Una primera cuestión, es la del impacto positivo que cabe esperar del proceso iniciado el pasado mes de diciembre en las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Su consolidación llevará un tiempo que no es fácil de precisar. Incluso en el transcurso de los próximos meses pueden surgir aún dificultades imprevistas.

Nada indica entonces que será éste un proceso fácil ni lineal. Pero el sólo hecho que se haya iniciado introduce cambios radicales en las relaciones hemisféricas. La evolución futura de la economía cubana y la calidad de su relación con los Estados Unidos, podrá verse favorecida por una cooperación activa de otros países de la región. Ello puede traducirse en la inserción de Cuba en un tejido regional latinoamericano, cada vez más denso de conectividad en todos los planos, así como de comercio, inversiones y cooperación técnica. La existencia de tal tejido contribuirá a facilitar una estrategia de inserción comercial internacional de Cuba que sea, a la vez, diversificada y multipolar.

Una segunda cuestión a destacar, se refiere a la necesidad de encarar una renovación de conceptos y métodos orientados a facilitar una más efectiva gobernanza regional, que sea funcional al predominio de la lógica de cooperación e integración económica entre los países del espacio geográfico latinoamericano. Es una renovación en la que mucho se podría contribuir desde el plano de la reflexión académica y técnica.

En tal sentido, la idea estratégica de convergencia en la diversidad, por sus flexibilidad conceptual y metodológica, cobra entonces fuerza no sólo para facilitar la articulación entre procesos tales como los del Mercosur y la Alianza del Pacífico, pero también para incluir países de los espacios subregionales de Centroamérica y del Caribe – y por ende a Cuba -.

Tal renovación conceptual y metodológica, implicaría dejar de lado la idea de la integración como una forma de hacer de un conjunto de partes un nuevo todo unificado, con la consiguiente visión dogmática de conceptos tales como el de unión aduanera o mercado común. Por el contrario, implica reconocer que al pactar trabajar juntos, incluso con instituciones comunes, los países preservarán sus respectivas soberanías e identidades nacionales. Pero que ello no impedirá pactar, voluntariamente pero en forma estable y con vocación de permanencia, disciplinas colectivas para el ejercicio de sus soberanías en el ámbito de sus territorios y jurisdicciones nacionales. Son disciplinas colectivas que requieren conciliar la flexibilidad que impone la navegación en contextos de fuerte dinámica y complejidad, con la previsibilidad que naturalmente demandan quienes tienen que adoptar decisiones racionales de inversión productiva en función de un acceso garantizado a dos o más mercados nacionales.

Y una tercera cuestión que cabe destacar, está vinculada con la agenda de las negociaciones comerciales internacionales en las que participen países de la región, sea en el plano multilateral o en el inter-regional.

Dos hechos tienen especial importancia a la hora de definir una estrategia al respecto.
Un primer hecho tiene que ver con las negociaciones en curso en el sistema global multilateral de la OMC. No se está observando, necesariamente, una dosis de optimismo con respecto a los resultados que se puedan esperar de la próxima Conferencia Ministerial de Nairobi, a realizarse en Nairobi en el mes de diciembre. Por el contrario, no cabe descartar que en tal oportunidad se plantee constatar el fracaso definitivo de la Rueda Doha. Si así fuere, sería difícil evitar un serio impacto en las percepciones que los países tengan sobre el futuro de la OMC. El espectro de una tendencia a la fragmentación del sistema del comercio mundial, con sus previsibles consecuencias en la gobernanza política internacional, sería entonces difícil de evitar. Nada de ello parecería conveniente para los países de América Latina.

Un segundo hecho se vincula con los resultados que puedan esperarse en cuanto a la evolución de las actuales negociaciones de mega acuerdos preferenciales inter-regionales, entre países del Pacífico y del Atlántico, en ambos casos con un claro liderazgo de los Estados Unidos.

Las que plantean mayores posibilidades de concluirse, incluso antes de fin de este año, son las del Transpacific Partnership. Ellas incluyen hasta el momento a tres países de la región latinoamericana. Pero su eventual conclusión, sumada a un estancamiento del frente de negociaciones en la OMC, según sean los resultados de la Conferencia Ministerial de Nairobi, podría contribuir a acrecentar la tendencia que se observa en algunos países latinoamericanos y, en especial, en sus sectores empresarios, a introducir significativas innovaciones en sus estrategias de negociaciones comerciales, tanto dentro de la región como en el plano inter-regional y global.

El Mercosur podría verse afectado por el acrecentamiento de tal tendencia. En tal perspectiva cobra mayor importancia el que, finalmente, las negociaciones bi-regionales del Mercosur con la UE puedan destrabarse. Todo indicaría que esa es al menos la intención de los cuatro gobiernos del Mercosur que participan de las negociaciones bi-regionales, y también se ha reflejado en pronunciamientos recientes en ambos lados del Atlántico.

Director de la CAF-Banco de Desarrollo. Dr. Enrique García.
Director de la CAF-Banco de Desarrollo. Dr. Enrique García.

Es ésta – junto con la necesidad de avanzar en restablecer la efectividad y eficacia de los compromisos ya asumidos por los socios del Mercosur, especialmente en el plano del comercio recíproco -, una de las dos principales prioridades de este segundo semestre del año, en el que la Presidencia Pro-Tempore del Mercosur está a cargo de Paraguay. Precisamente su Canciller participó en la sesión de la Conferencia de la CAF, en Washington, en la que se abordó la cuestión del estado de situación de la integración regional

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Uno de los principales desafíos futuros para el liderazgo de los países latinoamericanos será, precisamente, el de cómo establecer un vínculo funcional entre la agenda de negociaciones comerciales internacionales con países de otras regiones, y la construcción de un sistema eficaz de gobernanza e integración regional. Ello es así, si lo que se valora sea, lograr neutralizar los efectos negativos que puedan provenir de las tendencias actuales que se observan en la economía global y, a la vez, potenciar el valor que la región sigue teniendo en el ámbito global–entre otras razones por su capacidad de producir alimentos y por sus recursos humanos-.

En tal sentido, es posible extraer como una de las conclusiones de lo escuchado en los densos debates de la XIX Conferencia de la CAF en Washington, la necesidad de redoblar esfuerzos en el plano de la gobernanza y de la integración regional, en función de una estrategia asertiva de inserción comercial en todos los frentes interregionales. Ella podría incluir, prioritariamente, las negociaciones de distintas modalidades de acuerdos de cooperación económica estratégica, que saquen provecho a las “ambigüedades constructivas”, especialmente pero no exclusivamente, con la UE, los Estados Unidos y China.

Tal necesidad, implicaría continuar con todos los esfuerzos necesarios para preservar y, en lo posible, fortalecer el papel que le cabe a la OMC como institución vertebral del sistema multilateral del comercio global.