“Crecimiento”, “desarrollo sostenible”, “sobriedad feliz”, “post-crecimiento”: ¿qué concepto para hoy y mañana? Por Florent SARDOU

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Torres del Paine, Chile

La segunda Cumbre UE-CELAC se acerca y tendrá lugar en Bruselas en pocos días. El lema que presidirá este encuentro es «Modelar nuestro futuro común: trabajar por sociedades prósperas, cohesivas y sostenibles para nuestros ciudadanos».

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El uso del adjetivo sostenible es revelador del cambio de paradigma de cómo el crecimiento económico tiene que ir a la par con el respeto de la naturaleza. Si bien la preocupación por el medio ambiente se encuentra cada vez más presente en la vida de las relaciones internacionales, las soluciones para terminar con la destrucción ecológica de la Tierra tardan en surgir. Los coloquios, seminarios y conferencias se multiplican desde la famosa Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en 1992. En diciembre de este año Naciones Unidas volverá a liderar, en París, un nuevo encuentro: la Conferencia para el Clima, que una vez más, se anuncia como la última oportunidad. Se espera la llegada de cuarenta mil participantes, representantes de Estados y actores no gubernamentales (regiones, municipalidades, asociaciones y empresas).

Pero, ¿mientras tanto? La degradación de nuestro entorno es cada vez más evidente. ¿El responsable? Nosotros. Nuestra región no queda afuera de estas consideraciones. En Argentina, la revista Página 12 reveló los problemas de salud que afectan a numerosos habitantes por culpa de la fumigación masiva con agroquímicos. En Santiago de Chile, la alerta ambiental por contaminación del aire fue declarada hace casi dos semanas y aún continúa. Las autoridades humanas decretaron medidas pero sin resultado. ¿Qué hacer?

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Calentamiento global y contaminación del aire, que afectan todas las metrópolis del mundo, son los síntomas más evidentes de que la Tierra está enferma. Hoy los informes son contundentes y casi todos los expertos concuerdan en que estos disturbios climáticos son el resultado directo de la actividad humana. ¿Será entonces la consecuencia directa de su modelo de desarrollo, basado en el crecimiento?

¿Crecimiento económico versus preocupación ambiental?

El crecimiento se define como el aumento de manera continua de la producción de bienes y servicios en una economía y el PIB es el indicador que mide esta producción.
“Quién crea que es posible un crecimiento infinito en un planeta finito, o es un loco o es un economista” dijo – el economista – Kenneth Boulding. Esta famosa frase suena bien y parece condenar de manera definitiva nuestro modelo económico, responsabilizándolo de acabar con los recursos naturales de la tierra. No es tan evidente. El crecimiento económico actual está basado en el uso de energías (gas, petróleo, carbón) que son finitas. Es cierto. Pero la perpetuación del crecimiento económico no depende de las limitaciones físicas sino que de la capacidad que tendremos en crear técnicas que permitan un uso, cada vez más, eficiente de los recursos existentes. O sea tenemos que ir hacia una economía verde, una economía sostenible.

Entonces, el crecimiento económico infinito compatible con el respeto del medio ambiente puede ser posible. La dificultad no es ésta. El problema, quizás, sea que la noción de crecimiento se ha transformado en dogma, en religión, en ideología al interior de nuestras sociedades. ¿Vivir mejor poseyendo más? El crecimiento ha permitido subir el nivel de vida promedio y la esperanza de vida. Ha también permitido reducir el hambre. Pero el hombre es carne y mente. Este crecimiento no ha logrado reducir fundamentalmente las desigualdades económicas. Ha instalado un modelo de productividad que es sinónimo de competición y que favorece el individualismo, el estrés y el sentimiento de insatisfacción. Finalmente, puede ser fuente de debilitamiento de la sociedad democrática transformando a los ciudadanos en meros consumidores.

Alternativas y la voz de América latina: ¿Hacia una “sobriedad feliz”, revalorización de cosmovisiones originarias?

Medio Ambiente Latinoamericano

Es momento de leer y escuchar otros pensadores, los que promueven un modelo de sociedad donde es posible “vivir mejor teniendo menos”. Satisfacer las necesidades fundamentales de cada uno, favorecer una sociedad más solidaria y respetando al mismo tiempo nuestro entorno natural. Lo que promocionan, por ejemplo, numerosos intelectuales tal como los economistas Serge Latouche, Herman Daly y el conferencista Richard Heinberg y promotores del decrecimiento o el filosofo Pierre Rabhi y su concepto de “sobriedad feliz” o “simplicidad voluntaria”. Otros, como el economista Jean Gadray, proponen una “sociedad de post-crecimiento” en la cual la producción estaría orientada hacia los servicios del “take care” (cuidar a las personas, el medio ambiente y los lazos sociales). Estas ideas salieron de Occidente, en donde la crisis económica ha obligado a repensar los modelos existentes.

Torres del Paine, Chile
Torres del Paine, Chile

Pero América Latina también puede y debe ser un aporte en la búsqueda de alternativas para lograr conciliar desarrollo, bienestar y cuidado del medioambiente. El modo de vida, basado en la autosuficiencia de los numerosos pueblos originarios del continente latinoamericano, tal como su cosmovisión en la cual la naturaleza tiene rango de entidad sagrada podría ayudar en la construcción y germinación de un nuevo marco económico, más sostenible.

¿Seremos capaces de transformar nuestros hábitos? En un continente latinoamericano que sufrió tanto tiempo de pobreza, el concepto de sobriedad no es atractivo. Pero la crisis ecológica es una realidad: fragiliza y golpea nuestro modelo de desarrollo actual.

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