La Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano ha organizado, bajo el título «El Futuro de la Humanidad. Nuevos Desafíos a la Antropología», Conferencias, Mesas Redondas, Análisis de Grupo con el objeto de definir un entendimiento sobre este mundo cambiante que está transformando la sociedad, está cambiando a la persona humana.

En la sesión conclusiva, Monseñor Ch. Morerod, Obispo de Friburgo-Ginebra-Losana presentó sus reflexiones con relación a la Humanidad, esta humanidad que ha vivido algunas revoluciones como la Copernicana, la Industrial, la Cultural, sin embargo, señaló, «nos encontramos frente a una nueva Revolución, la tecnologica, con una dimensión nunca antes vista que podría cambiar no sólo al hombre, sino, incidir precisamente en lo que es el hombre.»

El desarrollo tecnológico basado en la investigación científica es cada vez más rápido, no espera la reflexión ética, ni la legislación y tal vez no lo hace porque es un riesgo, no sólo por la curiosidad que entraña en sí misma sino por el riesgo del retraso en el desarrollo, ante el temor que puede significar incluso una derrota, por ejemplo, es el caso del desarrollo militar.

El impacto inicial de la coexistencia con las máquinas que sustituyen algunas actividades humanas, desaparecen algunos trabajos, que en algunos casos puede ser una alivio, como es el caso del trabajo minero y en otros casos, ofrece mayor disfrute del tiempo.

Por otro lado, señaló, «la maquina se convierte en una compañía, que se sustituye a lo que antes era la compañía de un animal, en este caso, se puede programar. En este campo, el smartphone es el preferido», aunque, adaptarse a esta situación crea algunos problemas para las personas ancianas y también con relación a los niños hacía los cuales se debe repensar la enseñanza.

La siguiente etapa es entender al hombre-aumentado, «la cocaína, la cirugía estética son estímulos que el hombre busca para sentirse superior». Entonces la relación hombre-máquina genera también un hombre-aumentado que nos hace vernos diferentes, por ejemplo, «nos medimos de acuerdo a la potencia de nuestro PC, lo que puede llevarnos a medir a los otros humanos de acuerdo a la potencia de su PC.»

Entonces, surgen las preguntas, ¿quién es responsable de lo que hace la máquina? ¿podrá ésta sustituir al hombre?, ¿al hombre como lo conocemos?

«El nuevo hombre será una especie mejorada «hombre- máquina», lo que preocupa y asusta es que hay pocos que están asustados.»

Un ejemplo del desarrollo constructivo es la utilización de las máquinas en la medicina que implica, la salvación para los nacidos prematuros; las máquinas que ayudan en las operaciones quirúrgicas. No pueden actuar en todo, por ejemplo en el diagnóstico, se requiere la relación médico-paciente. «La máquina no tiene conciencia de la muerte, el médico sí y se crea la empatía.»

La máquina que incide a la genética puede influir en la vida de las personas por nacer, cuando se modifican los embriones. Cuando la Iglesia se expresa, la descalifican antes que hable por considerarla contraria al progreso. Si embargo, la Iglesia debe analizar y no sólo observar.

El materialismo reduccionista pone problemas, sin vision global se corre el riesgo de totalitarismo, el materialismo reduccionista de las ciencias naturales es un reduccionismo informático, el hombre es visto como una máquina, como una potencia de cálculo. En el arte, la máquina no puede ser un artista, puede hacer una copia pero no puede definir el estilo de un nuevo Picasso. Estar con el PC no es el encuentro con otro ser humano. Además, la gratuidad, el perdón, la entrega humana, ¿son características del PC? el PC no puede sustituir la elección libre, la prudencia. En el caso de una sentencia del Juez ¿éste podrá ser sustituido por el PC? para entender la inter-relación de tantos factores en la vida de una persona se requiere de un ser humano, aquí Monseñor Ch. Morerod recordó Amore Letitia dónde citando a Santo Tomas «se requiere el discernimiento pues el humano es discernimiento y tampoco puede haber una máquina en la experiencia espiritual.»

La misma ciencia va más allá de sí misma, tiene una capacidad de comprender, tiene una ambición que requiere más, ¿cómo puede reaccionar la iglesia?

Ponerse preguntas, ver la vida en todas sus expresiones, todos se dan cuenta que requieren de una comprensión más amplia y profunda, entre diferentes posiciones paralelas, la unica posición realista es el diálogo, las opiniones, el diálogo en el respeto, que hace parte de la identidad de la Iglesia, también el diálogo con Dios, la Encíclica Laudato Sì pide «escuchar lo que sucede y estar en diálogo. El diálogo proviene de que «no es bueno que el hombre esté sólo, hemos sido creados para estar juntos, hombre y mujer«.»

La diferencia del hombre con el electródo no se entiende sin diálogo y sin relación. En el campo de las ciencias, la apertura al diálogo interreligioso, vemos a otras personas, estamos obligados a hablar, a dialogar sin hacer una caricatura del otro. La primera tarea es no dar juicios ni hacer caricaturas de los otros, ¿cuál diálogo? estamos obligados a la transculturación, nosotros solos no logramos la síntesis, en este campo necesitamos de la mediación de la filosofia, que requiere la relación, la mutua relación.

Monseñor Ch. Morerod se preguntó en la sociedad futura, la del hombre-aumentado, ¿él estará solo?, ¿cuál será el futuro de los otros que no se dedican a su actividad?, ¿cuál será el futuro de la humanidad?, ¿cuál responsabilidad asumimos?, y ¿cuál es el lugar de la democracia? 

Si pensamos en un programa de liberación del hombre para que tenga más tiempo libre, menos enfermedades ¿Cuál es el objetivo y cuál es el criterio? ¿es para verlo más feliz? o ¿liberarnos del hombre?, ¿se cambiará el modo de medir el tiempo?, ¿cuáles serán los efectos del tiempo, cuales son los criterios y los valores en la liberación del hombre y quién decide lo que debe decidir la maquina? Hizo un ejemplo de programación en los autos que transportan sin chofer, si fuera el caso de ser programado, en cambio, ¿para tener un accidente y destruir y matar a sus pasajeros? Fue más allá, al reflexionar sobre quienes perderán el trabajo, ¿la máquina puede decidir que miles dejen de tener trabajo?, se preguntó, así como, se cuestionó ¿se pueden programar virtudes?.

Aqui se llega a la consideración de la libertad humana, ¿dónde está la libertad humana? y la última dimensión: la reflexión religiosa. ¿Nos encontramos frente a una nueva liberación o ante una nueva salvación? ¿Se trata de rechazar a Dios y hacer del hombre un nuevo Dios?, ¿recrearlo para hacerlo mejor?. «Una máquina que no tiene nuestras fragilidades y tampoco puede pecar, ¿cuál es la gracia de la salvación, de la relación con Dios?» Si pensamos en el ateísmo, cuando eliminas a Dios, algunas preguntas no tienen respuestas: el mal, la muerte. El reto antropológico nos obliga a conocernos más a nosotros mismos, ser felices.

«El desarrollo tecnológico es una ayuda, como lo fue la escritura, lo que, en su momento, fue la impresión. Ahora tenemos la oportunidad de proponer valores para entrar en una definición colectiva que todos buscan: la felicidad en sentido profundo, la beatitud del hombre que llega a la paz. La verdadera paz, no un mecanismo o una salvación tecnológica que no requiere ni de la fe, ni de la gracia. El tiempo libre o liberado puede ser utilizado para el desarrollo espiritual.» Recordó a Aristoteles cuándo decía que el objetivo de la inteligencia era la contemplación, el conocimiento de la verdad y lo decía porque su tiempo libre se debía a los esclavos de la época. Ahora, señaló, podemos pensar en liberar más nuestro tiempo y utilizar nuestra inteligencia para contemplar gracias a los esclavos no humanos que son las máquinas.

Recordando a Santo Tomás de Aquino, solicitó la necesidad de una nueva síntesis, pero ésta debería  ser trans-disciplinaria pues sólo nadie puede conocer todo, por ello, es muy bueno que tomemos conciencia que no vivimos solos y tratemos de tener una actitud prudente y positiva.

GALERÍA DE FOTOS

Algunos miembros de la Consulta Feminil del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano.
Reporte del primer informe de la Consulta Feminil del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano por la Dra. Stefania Brancaccio.
Al centro el Cardenal S.E. Cardenal Gianfranco Ravasi Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano con algunos miembros de la Consulta Feminil. Al lado el Prof. Rev. Juan José Sanguinetti de la Universidad della Santa Croce, Roma.