Entre la primera y segunda década del siglo XX, el debate de la izquierda europea –finalizada la primera guerra mundial, la abdicación del Zar Nicolás II, de la dinastía Romanov, en la Rusia medieval, las continuas y permanentes revueltas sociales en el continente europeo, algunas de las cuales finalizarían con el advenimiento del fascismo italiano y del nazismo alemán-, estaba en la disyuntiva “Socialismo o Barbarie”. Casi un siglo después, habiendo sido testigos privilegiados de la caída del Muro de Berlín, la disolución pacífica del socialismo “real” en la Unión Soviética y en los países del este europeo, la disyuntiva para muchos sectores políticos progresistas, liberales, de izquierda social demócrata y otras fuerzas de izquierda democrática, pareciera ser hoy: “Capitalismo o Barbarie”.
La primera potencia mundial, los EEUU está ad portas de una compleja y singular elección presidencial, en menos de una semana, el 8 de noviembre tendremos una presidenta o un presidente elegido. El presidente Barack Obama lo señalaba en su discurso en la Convención Nacional Demócrata de julio de este año, de esta manera: “esta no es la típica elección”, refiriéndose a todo lo que está en juego y todo lo malo que puede llegar a pasar si se convierte en presidente el candidato Donald Trump, el cual, según Obama, ha explotado el miedo y el cinismo de los estadounidenses. Otros políticos, como el magnate y ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg añadía que lo que caracteriza a Trump, es que “su mayor riqueza es la hipocresía”. En esa misma dirección lo han señalado analistas de la política norteamericana, que la soez, la difamación, acudiendo a todo tipo de falsedades y mentiras ha sido la tónica de la campaña de Trump, no tan sólo en esta última fase, sino también en las primarias del partido republicano. Uno tras uno fueron cayendo los prepostulantes de este partido frente la campaña “sucia”, pero muy efectiva del outsider Trump. Algo nos recuerda este tipo de campaña político comunicacional al Ministro de Propaganda de la Alemania nacional socialista, Goebbels, cuya máxima era “Miente, miente, que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”.
En los hechos, la sociedad norteamericana de las últimas décadas, no estaba acostumbrada a este tipo campañas políticas destempladas, principalmente por el estilo de las agresiones de este postulante a la Casa Blanca. Hubieron enfrentamiento electorales por ganar la presidencia de este país, que fueron violentas, con espionaje político, deserciones, denuncias sobre los comportamientos en la esfera privada de los candidatos, sin embargo, la actual campaña electoral ha revestido características inusuales como producto del discurso nacionalista, xenófobo, misógino y racista de parte de Trump sobre todo hacia los inmigrantes mexicanos, salvadoreños y nicaragüenses, tratándolos de delincuentes, drogadictos y proponiendo levantar un Muro en la frontera mexicana estadounidense. De ahí, la consternación de la población mexicana y latina en los EEUU de la visita de Trump a México, supuestamente “invitado” por el presidente Peña Nieto y más aún, que este, no lo hubiera confrontado en relación a los dichos del candidato republicano hacia sus connacionales radicados en el país del norte. Otro hecho relevante en esta campaña del republicano Trump, ha sido la fobia hacia todo lo que huela a mundo musulmán.
Las implicancias de los resultados electorales de los EEUU y sus impactos tanto internos como externos, podría llevar a un escenario de “barbarie en ciernes” en las relaciones internacionales de ganar el candidato Trump. Más aún, de éste estrechar lazos, con la derecha francesa de Marine Le Pen, con el movimiento Alternativa para Alemania, liderada por la dirigente de la extrema derecha, Frauke Petry, o bien con otros movimientos ultra nacionalistas europeos y, lo sorprendente, establecer un nivel de alianza con Vladimir Putin, todo esto vendría a conformar la tormenta perfecta en el escenario internacional. En este sentido, para el mundo progresista, demócratas de izquierda, no es indiferente quien gane, o Clinton o Trump y, se seguirá con mucha atención quien gobierne en esta gran potencia.
Finalmente, temas como el día después del día de la elección en los EEUU y de quién resulte elegido o elegida, el rol de China y la Unión Europea en este nuevo contexto mundial y el papel de América Latina en este incierto panorama internacional, deberán ser temas que el progresismo y la izquierda democrática de la región y, en especial en Chile, que deben ser debatidos y analizados con una mayor profundidad y dedicación.
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