Pepe Auth y el siciliano. Por Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

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Desde 1911, con las leyes de Robert Michels, los partidos políticos, son organizaciones oligárquicas que se auto-reproducen en el poder y, es evidente, que su fin es mantener una pequeña minoría de dirigentes políticos-profesionales que se distribuyan los cargos públicos y aquellos que surgen de los procesos electorales.

El recientemente renunciado al Partido por la Democracia, Pepe Auth, denuncia que su partido es una especie de empresa, dominada por un socio mayoritario, que compra y vende cargos para complacer a los militantes, como si el clientelismo político fuera el monopolio de la práctica del senador Guido Girardi, cuando también es de la esencia de la corrupción de los partidos políticos chilenos, a partir de la “transacción” a la democracia.

Los partidos políticos actuales son ejércitos mercenarios, dirigidos por “condottieri” poderosos y afortunados, en que uno de ellos es el senador “siciliano”, quien se hace notar por el éxito mantener bajo sus órdenes a más del 80% de los pocos militantes que quedan en el PPD.
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Es sabido que las elecciones dentro de los partidos son amañadas, por consiguiente, no expresan la voluntad de los militantes. En el Partido Socialista hay más experiencia en fraudes y, con un sistema indirecto, se reparten los cargos directivos entre mayorías y minorías – Isabel Allende, presidenta y Camilo Escalona, vicepresidente -; en el caso del PPD, es tal el dominio en votos y clientes del senador Girardi que, fácilmente, podría regalar algunos cargos secundarios a personas que no pertenecen a su “ejército” particular.

En la vida humana individual y en la historia es muy difícil retroceder en el tiempo, en consecuencia, el PPD nunca más será el partido instrumental capaz de aglutinar a conservadores de Julio Subercaseaux, a liberales de Armando Jaramillo, a socialistas, de Ricardo Lagos Escobar, Mapus, de Víctor Barrueto, ex Izquierda Cristiana, de Sergio Bitar, y de una serie de independientes que se auto-definen como socialdemócratas – es difícil militar a algún amigo de izquierda que alguna vez no haya militado en el PPD -, como tampoco volverá a ser una “sucursal” más light del Partido Socialista. Ahora, según Auth, es un partido izquierdista, que no guarda ninguna diferencia con el Partido Socialista – incluso con el Partido Comunista -.

Pepe Auth, que se autodefine como un socialdemócrata – vaya a saber qué significa en Chile en particular y en el mundo en general la socialdemocracia inserta en la democracia bancaria, y la tercera vía (Antony Gidens) no se diferencia mayormente de un proyecto social de mercado – aprovecha su carta de renuncia para denunciar la izquierdización del PPD, y utilizando el concepto de Jaime Quintana, la “retroexcavadora” se suma al coro de ex concertacionistas, para quienes cualquier cambio de sociedad y de modelo, por muy moderado y timorato que sea significa, nada menos, que conducir al país al apocalipsis.

Schermata 2016-05-06 alle 01.19.48En la época democrática, los partidos políticos estaban conectados a la sociedad civil y en ellos militaban sindicalistas, campesinos, jóvenes, mujeres y profesionales e integraban las directivas de las organizaciones sociales – Federaciones de Estudiantes, la CUT, sindicatos campesinos, Centros de Madres, entre otros -. Con el correr del tiempo se han convertido en grupos de dirigentes, casi sin militantes, salvo algunos que quieren postular a un pituto fiscal o a una candidatura a cargos de elección popular.

Las renuncia a los partidos por parte de algunos dirigentes, incluso fundadores – el caso de Pepe Auth – no constituye ninguna novedad, pues es de diaria ocurrencia – los Partidos Socialista, Democracia Cristiana y el mismo PPD han sufrido múltiples bajas en el transcurso de su historia, sin que por ello sufran un cambio fundamental, salvo el creciente aislamiento, fidelización y desprecio popular.

Es un lugar común el decir que “no hay democracia sin los partidos políticos”, pero en la democracia bancaria podría pensarse en un tipo de partido muy similar al de las empresas multinacionales y, de esta manera, aceptar la premisa de Michels “donde hay organización, hay burocracia”, donde hay partido, hay oligarquía.